"Los indultos son un mal menor, con toda la complicación que suponen por la dificultad en la que está sumergida la política española, sobre todo por parte de la estrategia de la derecha, de ataque constante. Pienso que no se debería haber llegado a este punto, porque no se tendrían que haber producido los procesos. No tendría que haberse judicializado el problema, sino habérsele dado una salida política.

Intentemos que el problema sea resuelto de una manera lo menos dañina posible, para corregir un daño que ya está hecho en gran parte, el de la judicialización, el proceso y la condena, que creo que incluso dentro de los parámetros de la legalidad constitucional española es cuestionable. Desde la decisión judicial y la prueba jurídica esa condena es defectuosa, y supone además una vulneración clara de los derechos fundamentales. Sobre todo de libertad de participación, del principio de democracia de los condenados.

Dicho esto, tampoco considero que todo lo que supuso el procés fuera necesariamente legítimo en el sentido democrático, porque creo que no había una suficiente mayoría para lanzarse de la forma que se hizo. Pero posiblemente se hizo para demostrar que no había otra forma de avanzar en la reivindicación del derecho a decidir. Por lo tanto posiblemente se forzó una respuesta y se tuvo que pagar.

Es difícil saber exactamente cuáles serán los resultados de la aplicación de los indultos. Desde luego, para las personas implicadas será corregir una situación injusta en la que se encuentran. Podría haberse corregido de otras formas, pero esta es una manera de hacerlo. Anticipar los efectos a largo plazo es difícil. Creo que por lo menos puede producirse una distensión. Desde luego con la derecha nacionalista española es muy difícil que se produzca. Aunque no hubiera indultos tampoco se habría producido ningún tipo de distensión. Desde ese punto de vista no creo que sea un factor sobre el que haya que preocuparse, porque nunca va a contribuir a distendir".