“Ha sido un esfuerzo enorme”, afirma Coro Rubio, y basta una ojeada a este estudio, de 771 páginas, para constatarlo. Editado por Tecnos, conforma un atlas del devenir político en Euskal Herria, que atraviesa tres siglos y contabiliza 403 formaciones. Dentro del equipo de investigadores de este ensayo se encuentran Francisco Javier Caspistegui y María del Mar Larraza, profesores de la Universidad de Navarra.

Hablan de partidos y de culturas políticas.

-Las culturas son organismos vivos, que se transforman, hay algunas que son muy breves, y otras con un recorrido de siglos. Por ejemplo, las socialistas, o las nacionalistas, en cuyo caso se fueron diversificando en subculturas.

Destaca sobremanera la longevidad de dos formaciones, PNV y PSOE.

-Una cultura tiene éxito porque responde a las inquietudes de distintas generaciones que se van sucediendo en el tiempo y puede mantener una base social. Tiene que ver un poco con la propia ductilidad de la cultura política, su capacidad para adaptarse a contextos históricos cambiantes, y responder a las necesidades y demandas de una parte significativa de la población.

Los partidos habitualmente nacen y mueren.

-Los partidos son organismos vivos, que tienen un ciclo vital, nacen se desarrollan y mueren. Unos lo hacen de manera muy rápida, y otros consiguen vidas más largas. También suele ser clave que pasen por experiencias de poder, eso les ayuda a prolongar su vigencia en el tiempo.

A finales del siglo XIX comenzó la dicotomía entre Cánovas y Sagasta, pero en Euskal Herria había otras especificidades.

-Aquí el juego político se dirimió entre carlistas y liberales. También en el periodo de la Restauración va a parecer el socialismo, el nacionalismo vasco, se van a multiplicar los partidos republicanos, y se marca el tránsito de los partidos de notables de la etapa previa a la Restauración, y el salto a los partidos políticos modernos.

En esa cartografía, algunas culturas apostaban por la democracia y otras confrontaban contra ella.

-En el libro hemos incluido partidos que definieron las etapas dictatoriales, tanto la de Primo de Rivera como la etapa franquista. En realidad, se podría cuestionar el concepto de partido aplicado a esas estructuras.

La dictadura de Primo de Rivera es mucho más desconocida que la franquista. ¿Cómo se vivió aquí?

-Todavía tenemos aquí un gran terreno por explorar, pues ha recibido muchos menos estudios. En esos años el partido del régimen fue la Unión Patriótica. Los partidos más conservadores recibieron el inicio de la dictadura sin demasiada resistencia y se adaptaron al nuevo contexto. Otros quedaron en hibernación, y algunos de ellos resurgieron en la Segunda República.

Y luego llegó el franquismo, contrario a la política liberal.

-Sí, el franquismo se apoyó en la desmovilización política de la ciudadanía. Fue un ingrediente fundamental. Se saltó a un sistema de partido único, que se funda por decreto. En el año 37, se constituye Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y Franco dispone la fusión de Falange de las JONS, creada unos pocos años antes con Comunión Tradicionalista. Fue por tanto un intento de fusión forzada con dos componentes principales, el fascismo y el tradicionalismo carlista, que no van a llegar a entenderse realmente, y van a estar a lo largo de todo el franquismo en una constante competición.

Los carlistas salieron victoriosos en lo militar-sentimental, pero vencidos en lo político-institucional, se lee en el libro.

-Eso es, acabó predominando la antigua Falange frente al viejo carlismo.

Décadas después, vino la Transición, y se generó una cultura política muy diferente en la CAV y en Navarra.

-La Transición fue una etapa de explosión política donde se multiplicó exponencialmente el número de partidos. Fue en ese sentido una etapa muy fecunda, en la que se revitalizaron las culturas políticas que habían atravesado el desierto franquista. En estos años hubo una dinámica distinta en el País Vasco y en Navarra. En el País Vasco, la fuerza hegemónica a partir de entonces ha sido clarísimamente el Partido Nacionalista Vasco. Y en Navarra, primero brevemente fue UCD, luego el Partido Socialista, y luego Unión del Pueblo Navarro.

El libro también sirve para comprobar el largo viaje de Herri Batasuna hasta llegar Sortu y EH Bildu.

-Es una cultura política que no ha puesto límites a los medios para conseguir sus fines, llegando a legitimar la violencia. Pero en su seno hay partidos y actitudes que han matizado esa caracterización y se han alejado de la violencia. Por ejemplo, Aralar, un partido que existió entre 2001 y 2017. En EH Bildu hay distintos componentes, incluso, procedentes de otra subcultura nacionalista.

Otras evolución llamativa fue la de Euskadiko Ezkerra.

-Pasó del nacionalismo vasco radical y marxista de sus primeros años a posiciones socialdemócratas. Así que distinguimos la etapa entre 1977 y 1982, y la etapa posterior.

Un pilar clave de cambio desde el siglo XIX está en las mujeres.

-Todavía queda muchísimo camino por recorrer. No solo en presencia de mujeres, sino en que los discursos dominantes sean más igualitarios, integradores y modernos.

En Navarra ha habido tres presidentas desde 2011. En la CAV queda por llegar una mujer a lehendakari.

-Sí, por eso digo que hay mucha senda por recorrer. Quizás haya que mirar a sociedades donde la presencia femenina en la política sea más intensa y responsa por tanto mejor a la realidad social.

Hoy proliferan las coaliciones: Navarra Suma, Geroa Bai, EH Bildu, Izquierda-Ezkerra...

-En la medida en que la política se va haciendo más compleja, se multiplica el número de partidos, también se va multiplicando el número de coaliciones.

“Una cultura política tiene éxito porque responde a las inquietudes de distintas generaciones”

“El fascismo y el tradicionalismo carlista no llegaron a entenderse realmente en el franquismo”

“Queda muchísimo camino por recorrer en presencia de mujeres y en discursos más igualitarios y modernos”