Mucho ha cambiado la vida de Iñaki Bernal Lumbreras (Pamplona, 13 de diciembre de 1974) en estos dos últimos años. En 2019, y tras una legislatura en el Senado, dejó el ajetreo de la primera línea de la política estatal para volver a su pueblo, Berriozar, donde es concejal y donde trabaja como Educador Social desde hace más de 20 años. De 2020 le quedará un recuerdo más imborrable que el de la pandemia: el del nacimiento de su hijo. Y ahora, en 2021, ha decidido dar un paso adelante y aspirar a liderar Izquierda Unida de Navarra en un momento crítico para la formación.

Antes de empezar la entrevista de campaña, permítame preguntarle qué recuerdo tiene del Senado.

-Buenísimo. Y eso que estar en el Senado es vivir en la incertidumbre constante desde el punto de vista de la planificación, porque un jueves estás en Madrid y te pueden decir que el sábado te vas a Brasil a visitar a Lula da Silva en la cárcel. Pero a nivel de experiencia política, a nivel de entender cómo funciona el sistema político estatal, a nivel de aprender, fue una experiencia buenísima. Con sus momentos buenos, en los que ves que el trabajo legislativo sirve para mejorar la vida de la gente, y momentos de frustración, en los que ves que el Senado se utiliza para bloquear, por ejemplo. Yo vengo de un pueblo obrero y trabajo en Servicios Sociales, ves los problemas que hay y te encuentras con que el Senado está debatiendo una moción para declarar el espeto patrimonio cultural de la Unesco. A veces eso es frustrante.

¿Por qué se presenta a liderar IU de Navarra?

-Estoy implicado con este partido, y quiero que durante cuatro años más el proyecto de Izquierda Unida de Navarra sea el de la izquierda transformadora que ayuda a cambiar las cosas.

¿Qué necesita Izquierda Unida en estos momentos?

-Yo veo tres cuestiones: por un lado, hace falta reforzar las estructuras locales. Luego, hay que crear un frente amplio de izquierdas, con Unidas Podemos, con Batzarre, con colectivos sociales, con personas que se sienten a la izquierda de los socialistas, y en el que Izquierda Unida sigue siendo una herramienta muy necesaria para defender los derechos sociales. Y el tercer paso viene derivado del segundo y del primero: cuanto mejor organizados estemos y más fuertes seamos, más podremos influir tanto si estamos en el Gobierno como si estamos en la oposición.

¿Qué aprendió del proceso electoral de 2019, que la izquierda no puede ir separada?

-Es una de las reflexiones. Para mí es importantísimo que esta nueva dirección sea capaz de interpretar que se va a crear un frente amplio y que IU tiene que ser un actor importante ahí. Tenemos que crear la unidad popular, que es más que una coalición electoral, que es una forma de estar presentes en la política, donde nos tiene que unir un programa, una forma de hacer las cosas.

¿Las elecciones de 2019 dejaron tocado también ese espacio político?

-Lo que no se puede repetir es que en las organizaciones políticas prevalezcan las diferencias personales a las programáticas. Yo creo que un aprendizaje tendría que ser el decir: hace falta crear un espacio homogéneo, cohesionado, con un programa conjunto a la izquierda del PSN.

¿Qué hubiese pasado si no se hubiese sacado el escaño de 2019?

-No creo que las estrategias haya que montarlas en si vamos a sacar un escaño más o menos en el Parlamento, sino en cómo nos relacionamos y montamos proyectos. Ni en el peor de mis sueños me imagino a Izquierda Unida fuera de las instituciones.

¿Qué les han dicho durante estas dos semanas los afiliados en las asambleas locales?

-A nivel estatal se votó que se quería entrar en el Gobierno, y aquí nos preguntamos qué sentido tiene estar cuando queda mucho acuerdo por cumplir. Da la sensación de que el Ejecutivo del cambio de 2015 ha girado hacia el centro. Tenemos un Gobierno de progreso pero que no consideramos que sea de izquierdas, por lo que creo que es un acierto haberse quedado fuera. Por cierto, los compañeros que tuvieron que marcharse por ese motivo saben que con nosotros tienen las puertas abiertas.

¿Fue un error no entrar en el Gobierno?

-No consiste en aciertos o errores, sino en transformar. Formar parte de un Gobierno en el que el eje es PSN y Geroa Bai, con PNV, es un freno a nivel económico para hacer política para mayorías. Si quieres hacer una banca pública y te la deniegan, te tienes que pensar si entras o no al Gobierno. Si el dinero del rescate de los fondos de la UE va a ir para el TAV... El dinero europeo un día se acabará y necesitamos garantizar fondos propios.

Podemos decidió entrar. Y ahora tendrán que confluir conjuntamente.

-Habrá que hacer una reflexión con Podemos y Batzarre. Me parece muy respetable que decidieran entrar. Haremos un frente amplio con un programa y ese programa marcará el camino, hay que tener muy claro dónde estarán los límites a la hora de pactar, entrar o salir. Tenemos dos años para construir un acuerdo en conjunto. Con Begoña Alfaro he trabajado codo a codo con la PAH de Berriozar y sé que coincidimos plenamente en elementos comunes. Con Batzarre pasa lo mismo.

¿Cómo ha visto el trabajo de Marisa de Simón estos dos años?

-El trabajo que ha hecho Marisa a nivel institucional ha sido excelente, no se puede decir otra cosa. Es muy trabajadora, muy comprometida y muy inteligente. El próximo equipo que saldrá de este proceso tiene que centrarse en el trabajo interno, en reforzar la organización, porque el Parlamento ya está muy bien cubierto.

¿Por qué no se ha podido llegar a un acuerdo para presentar una única candidatura? ¿Hay tiranteces internas?

-No me parece. Cualquiera que lea los dos documentos políticos ve que hay una coincidencia del 95%. Eso significa que lo que se decide en este proceso es qué equipo va a dirigir este proceso. A mí no me preocupa que haya una diferencia de candidaturas, porque el elemento común, que es lo programático, coincide. No me parece ni una ruptura interna ni nada de eso, todo lo contrario: me parece democrático y que permite a cualquier afiliado postularse y votar libremente.