Cuenta Carlos Hernández que se propone ampliar su investigación sobre los campos de concentración navarros, donde no hubo frente de guerra, pero se registran, según el Fondo Documental de Memoria Histórica, 3.507 muertos por la represión entre el 36 y el 48.

Hábleme de lo sucedido en Navarra.

-Tengo cuatro campos documentados, dos de ellos en Pamplona. El más importante y el que más duró tenía su centro neurálgico en el convento de la Merced, aunque también se utilizaba la Ciudadela y el seminario viejo. Llegó a albergar en conjunto a cerca de 3.000 prisioneros, cuando la capacidad máxima que tenía era en torno al millar, eso significaba también triplicar el sufrimiento de los cautivos. El segundo campo en Pamplona duró menos tiempo y fue la plaza de toros, que llegó a tener 3.000 prisioneros. A eso habría que añadir el campo que estaba en Tafalla y otro que hubo en Estella.

San Cristóbal era un penal.

-Una prisión pura y dura, no era un campo de concentración oficial aunque eso no significa quitarle ni un ápice de sufrimiento a los prisioneros. De hecho, se sufrió más todavía en conjunto en las cárceles que en los propios campos de concentración.

El jueves participó en Pamplona en una mesa redonda sobre la represión económica.

-Hemos dejado siempre en un segundo plano la represión económica que fue durísima, gravísima y absolutamente vergonzante. No solo asesinaron a los demócratas republicanos, sino que encima les robaron sus empresas, sus casas, sus huertas, sus puestos de trabajo... Esa represión económica fue terrible y lo empapó todo. La obsesión de los sublevados y del propio Franco por hacerse con hacerse con esas propiedades está muy presente desde el principio.

Una estrategia dirigida.

-Durante las primeras semanas fue algo mucho más caótico e improvisado, pero ya teledirigido desde el inicio, había una instrucción clara de realizar este saqueo. La prueba es que posteriormente el régimen franquista creó leyes para dotar de un armazón jurídico estos robos, como la de Responsabilidades Políticas. Esto se vio especialmente en lugares como Navarra. No podemos olvidar que el régimen era corrupto desde arriba hasta abajo. Es una de las cosas que tampoco se ha incidido demasiado. El propio dictador, como ahora se va sabiendo, se intentó enriquecer desde el principio. Cuando Franco muere el patrimonio de la familia se valora en un mínimo de mil millones de las antiguas pesetas, que inmediatamente después se multiplica, debido entre otras cosas al relanzamiento de la economía; esa multiplicación convierte a la familia en una de las ricas de España.

Además del fuerte de Ezkaba, otro punto simbólico importantes es el Monumento a los Caídos, pendiente de destino.

-En cualquier país del mundo se pueden resignificar, y así se ha hecho, edificios o lugares utilizados por nazis, fascistas o estalinistas, y resignificarlos como espacios de homenaje a las víctimas. En España creo que es imposible hacer algo por el estilo, y a las pruebas me remito. Cada vez que se ha intentado resignificar algún monumento o edificio, finalmente ha quedado como un espacio en el que se desprende una equidistancia entre víctimas y verdugos, y en esa equidistancia lo que hay realmente es un apoyo a los verdugos. No existe la equidistancia entre víctimas y verdugos. ¿Nos imaginamos en Europa que Auschwitz o cualquier lugar lo convertimos en un homenaje a las víctimas de ambos bandos, o en Francia a las víctimas de la resistencia pero también a las que luchaban a favor del Gobierno colaboracionista? Es inimaginable. Aquí había una democracia y hubo unos golpistas apoyados por Hitler y por Mussolini que se sublevaron contra ella. Eso es lo que ocurrió en España en 1936, de tal manera que no puede haber equidistancia.

Conclusión...

-¿Se puede resignificar un monumento como el de los Caídos en Pamplona? Tengo mis dudas. En el caso del Valle ninguna. ¿Por qué hago esta diferencia? Porque en el Valle, símbolo del franquismo a nivel nacional, todavía resulta más complicado. La única solución posible es una demolición democrática del edificio, sacando obviamente todos los restos mortales, y dándoles una digna sepultura. En el caso de Pamplona, ojalá se encuentre una fórmula para resignificarlo, pero soy bastante escéptico. En cualquier caso, no puede caer en la equidistancia, o tapar lo que hay, ni con una capa de pintura ni con lonas. Eso hay que borrarlo para siempre.