n una ciudad como Jerusalén, abocada a la confluencia de distintas religiones que arraigan su tradición a la Ciudad Santa, la convivencia entre las diferentes confesiones cada vez está más comprometida. Desde el reconocimiento del Estado de Israel en 1948, e impulsada tras la guerra con Jordania de 1967, la ocupación del territorio por parte de los colonos judíos no ha hecho más que aumentar. Ahora, la amenaza se cierne sobre dos edificios: los hoteles New Imperial y Petra, propiedad de la Iglesia griega ortodoxa. En los próximos meses, los dos casos esperan la decisión de los tribunales. Ambos están situados en la Puerta de Yafa, uno de los principales accesos a la Ciudad Vieja.

En estos inmuebles los extremistas judíos pretenden crear una universidad sionista y una residencia para estudiantes. "La ocupación está aumentando sin duda. Los grupos radicales siempre buscan formas corruptas para hacerse con propiedades", refleja un comunicado emitido el pasado mes de diciembre por el Consejo de las Iglesias de Jerusalén, que representa a los 13 Patriarcados cristianos de la ciudad, varios de ellos ubicados cerca de la Puerta de Yafa.

El mismo comunicado denunció la amenaza que enfrenta la comunidad cristiana y pidió a las autoridades israelíes, palestinas y jordanas hacer frente a los grupos extremistas judíos que tratan de disminuir la presencia de otras religiones en la Ciudad Vieja, que está dividida en 4 barrios (cristiano, musulmán, judío y armenio).

En la acción de los colonos judíos confluyen la presión social empleada por los grupos extremistas y el apoyo legislativo de leyes israelíes como la de Propiedades Ausentes, que permite a Israel hacerse con las propiedades que los palestinos abandonaron durante el conflicto. Otros bienes, en cambio, han sido colonizados a través de una compra. El periodista vasco Mikel Ayestaran, instalado en Jerusalén desde 2015, cuantifica en su último libro Jerusalén, santa y cautiva en un millar los colonos judíos que viven en los barrios cristiano y musulmán.

Entidades como Ataret Cohanim se encargan de buscar inversores (principalmente en EEUU) para adquirir propiedades y promover nuevos asentamientos de colonos. "La ocupación es un plan que avanza sin prisa pero sin pausa", expresa Ayestaran, y lo hace, explica, "porque aquí hubo una guerra y la ganó Israel". Desde la Guerra de los Seis Días de 1967, dice Ayestaran, ha habido momentos de una colonización más rápida, combinados con otros episodios de menor velocidad. Pero el avance israelí es una constante, aún más fortalecido por el reconocimiento de EEUU en el año 2017 de Jerusalén como capital de Israel y el traslado de su embajada.

La larga batalla judicial del Hotel New Imperial acumula quince años en los tribunales. El actual arrendatario, Abu al-Walid al-Dajani, hijo del fundador del hotel en 1948, denuncia que en el año 2004, el establecimiento fue víctima de un engaño que provocó la venta (por 1.250.000 dólares) a un grupo extremista judío. Desde entonces el arrendatario y las entidades cristianas tratan de retener el hotel. "Dicen que somos intrusos en la propiedad", explica Al-Dajani, y sostiene que los colonos trataron de desahuciar a su familia del edificio.

Al-Dajani defiende que "la presencia de cristianos y de los patriarcados en la puerta de Yafa es muy importante", como punto de referencia para peregrinos y acceso a los barrios cristiano y armenio. Al igual que él, el Consejo de las Iglesias solicita a las autoridades israelíes, palestinas y jordanas "la aplicación de la ley en Tierra Santa, el mantenimiento del statu quo, el respeto a la libertad de credo y la protección de los cristianos".

En su libro, Mikel Ayestaran ha recogido testimonios favorables a la convivencia entre religiones, que argumentan que igual que los cristianos en las Cruzadas y después los musulmanes intentaron dominar la ciudad, el deseo de conquista israelí no tendrá éxito. "La ocupación no discrimina. Afecta a todas las religiones que no sean la judía", refleja Ayestaran.

La activista internacionalista navarra Lidón Soriano, integrante en más de 20 viajes a la Palestina histórica y coordinadora de brigadas de Komite Internazionalistak, comparte esa opinión. "Si Israel hubiera aceptado la solución de los dos Estados, tendría unas condiciones muy ventajosas, pero el sionismo quiere ocuparlo todo y ahí los palestinos no entran", defiende. "Con esta estrategia, Israel terminará por destruirse a sí mismo", añade Soriano.

La tensión entre judíos y el resto de religiones cobra un carácter especial en la Ciudad Vieja. Ayestaran sostiene que se perciben dentro de Jerusalén "al menos cuatro fronteras" invisibles pero muy efectivas. Sobre todo entre el Este y Oeste, donde no se mezclan judíos y palestinos, la comunidad judía ortodoxa y la Ciudad Vieja. "La Ciudad Vieja es el gran objetivo de Israel, porque quieren estar lo más cerca del Monte del Templo, pero la mayoría de sus habitantes son musulmanes, se habla árabe y el principal templo es el Domo de la Roca, un templo musulmán", resume Ayestaran.

"La Ciudad Vieja es el gran objetivo de Israel, pero hay mayoría musulmana y se habla árabe"

Periodista afincado en Oriente Medio

"Israel tendría mucha ventaja con el acuerdo de dos Estados, pero el sionismo lo quiere todo"

Activista internacionalista