Esteban Hernández (Madrid, 1965) es uno de esos analistas a los que conviene leer o escuchar, que mira la realidad política poniendo especial atención en las corrientes de fondo. Hablamos con él de las últimas sacudidas políticas, en especial el terremoto de la guerra en Ucrania.

Desde el 3 de febrero, fecha de la votación de la reforma laboral, la cantidad y magnitud de los cambios y acontecimientos que se han sucedido es enorme.

-Fíjese que a pesar de lo llamativo de aquella votación, ya casi ni me acuerdo, es tremendo. Hay momentos que disparan los cambios, la guerra de Ucrania ha sido uno de ellos, y dan una intensidad mucho mayor a hechos que estaban ya muy presentes. La velocidad de los acontecimientos es enorme en los últimos tiempos, pero hay constantes de fondo, explicaciones latentes y líneas que van por debajo que dan buena cuenta de todo lo que pasa.

El PP ha sufrido una crisis de la que parece salir incluso reforzado, con la llegada de Feijóo y la defenestración de Casado.

-Más allá de la crudeza de los acontecimientos, creo que había un elemento central, la sensación de que el líder del PP no estaba a la altura de las expectativas de su propio partido. El partido reaccionó para situar a un líder más idóneo para el momento.

Con el inicio de la guerra en Ucrania Yolanda Díaz ha pospuesto su operación de frente amplio. ¿Cree que ha sufrido un cierto desgaste pendiente de definirse?

-Hay un par de aspectos ahí interesantes. Uno, que la guerra de Ucrania rompe por completo el plan que tenía Yolanda Díaz. En cuanto a los tiempos para lanzar su candidatura y en el aspecto ideológico, el contenido de dicha candidatura. Eso le ha pasado también un poco al PSOE. La idea de salir de la pandemia, la recuperación, la presidencia europea... y pensar que con todo ese mar de fondo positivo, los malos momentos quedarían solventados y se llegaría a las elecciones en buena disposición. Ese era el plan del PSOE y también los tiempos y el momento de Yolanda Díaz. Ahora lo que tenemos es incertidumbre. En segundo lugar, la idea de Díaz de hacer valer su papel como ministra de Trabajo, creo que bastante positivo y reconocido por la opinión pública, de sumar también fuerzas de izquierda estilo la de Errejón o Colau, y hacer un complemento de oferta ministra de Trabajo más feminismo, se le rompe completamente, porque esa oferta ya no le es válida para los tiempos que vienen. Su papel como ministra va a quedar sepultado por las circunstancias, no va a poder hacer mucho a partir de ahora y tampoco tiene una idea fuerte, una articulación ideológica sólida, que le permita afrontar tiempos muy complicados.

¿Y entonces, qué le augura?

-Vaya a saber, porque en estos tiempos de incertidumbre puede pasar de todo. Ahora, para mí, el efecto de Yolanda Díaz ya está descontado. Ese relanzamiento de la opción de izquierdas a partir de la candidatura de Yolanda Díaz, donde se esperaba que hubiera una cierta efervescencia, ya no va a existir, y por lo tanto va a quedar arrinconada en un espacio relativamente pequeño a la izquierda del PSOE, en un momento en el que las izquierdas tienen una situación complicada.

Que es lo que ella no quería, que se le visibilizase de esta manera.

-Sí, quería salirse del espacio de izquierdas con una posición más transversal. Pero para hacer eso ahora, en tiempos que han cambiado mucho, necesitas reinventarte. Toda la trayectoria hasta ahora tiene una validez, pero es mucho más limitada, con lo cual tienes que poner encima de la mesa algo nuevo, diferente y significativo para que ese relanzamiento de verdad exista. Ese es el momento complicado que ella tiene ahora.

Eso también afecta a Pedro Sánchez. Que su socio de Gobierno pueda llegar a elecciones en una crisis severa también le genera riesgos.

-Sí, muchos. Si bien Sánchez es un superviviente de la política y ha sabido salir de situaciones muy complicadas, este mandato está siendo especialmente complejo. Además, tiene la dificultad añadida, y es muy seria, de que PP y Vox suman bastante más que PSOE y Podemos, también por debilidad de los segundos. El panorama es complicado para él.

Sánchez ha reaccionado en la cuestión de la energía, después de toparse con una protesta del sector del transporte, en la que usted encontraba mensajes que hay que saber leer.

-Sin duda. Por intentar sintetizarlo: le pasa a nuestro Gobierno, a la oposición también, que está siendo enormemente reactivo. Actúa un par de pasos por detrás y va haciendo lo que puede para equilibrar las cosas. Es cierto que el margen de maniobra frente a la inflación no es muy elevado, porque España no tiene mucho dinero, por desgracia, y las cosas que puede hacer son limitadas. Pero sigue existiendo una incapacidad de pensar a medio plazo, de tener una estrategia y un proyecto de país, una idea de futuro en la cabeza. Es un mal común de la política, que ha afectado especialmente al Gobierno. Cuando no eres capaz de anticipar las cosas, las cosas siempre te pillan por sorpresa.

Parecía que la pandemia había dejado un mensaje sobre el reto de la transición energética, la cohesión social o el fortalecimiento de los servicios públicos. Y se presentó el Plan España 2050...

-Es cierto, pero también es mentira. Quiero decir, ese plan era un ejercicio muy interesante de prospectiva, que es necesario realizar y que debería persistir, pero contenía una serie de lugares comunes y de soluciones estándar que lo hacían poco útil para el día a día.

Y está la Agenda 2030.

-Dependía mucho de una situación internacional que ha cambiado por completo, pero también era muy probable que cambiase. Es verdad que hace unos meses casi nadie pensaba en la posibilidad de una guerra, pero la dependencia energética estaba ahí, la dependencia exterior, el descenso de nivel de vida también estaba. Pensar que con los fondos de recuperación, y con cierto margen digital y cierta reconversión verde todo eso se iba a solucionar, era un brindis al sol. Se pensó en términos muy pequeños, por más que algunas ideas fuesen positivas.

Ha mencionado la incertidumbre existente. El problema es que pueda estar mutando a una certidumbre pesimista, y eso genere tentaciones autoritarias.

-Obviamente, ninguno de nosotros sabe cómo van a ir las cosas, pero la sensación común es que van a ir mal. Eso está en la mente de la mayor parte de las personas, por lo que sea, equivocadamente o no.

Usted advierte sobre un déficit de comprensión sobre lo complicado que está el panorama. Eso es un inconveniente añadido de esta crisis. No verla en toda su dimensión.

-Sin duda. Se juntan dos cosas. Darse cuenta del momento, intentar tomar medidas adecuadas, y está el humor social, la percepción que tenemos. Esto para mí es esencial, porque es un elemento decisivo en el voto y en el clima social en el que vivimos. En las elecciones francesas está muy presente, pero aquí en España también. Hemos pasado de ver el futuro como un tiempo en el que se iban a producir avances, íbamos a vivir mejor y tendríamos más comodidades al momento contrario. A la sensación de que el futuro va a ser peor, y de que había elementos del pasado que se han perdido y que eran positivos. Y eso marca un cambio social. Especialmente en aquellos territorios que han salido perdiendo con la época global. Todo ello crea un clima que se vuelve primero melancólico, después irritado, y después ya hostil.

En 2014 escribió un libro titulado El fin de la clase media

-Al final tener una clase media fuerte es lo que da estabilidad al sistema. Esa percepción en China de que las cosas van bien y van a ir a mejor hace que el sistema sea estable. En nuestro caso no ocurre así por los salarios descendientes y por el aumento del coste de los bienes esenciales. Ahora lo vemos especialmente con la inflación, pero aquello en lo que tienes que gastar indispensablemente ya consumía buena parte de los recursos. Eso hace que la clase media se deteriore, mucho más molesta y enfadada que amable y condescendiente con el sistema. Como además, esa parte de la sociedad va a ir a menos, las cosas van a ser complicadas.

Una de las paradojas de la agresión de Putin es que haya revitalizado a la OTAN cuando quizás se percibía en occidente una cierta orfandad respecto a la aureola que había tenido Estados Unidos.

-En el fondo del asunto están los muertos de la guerra, que son lo primero. Pero en la lucha geopolítica lo que está en el fondo es la pelea entre Estados Unidos y China por la hegemonía global en un momento en que Estados Unidos percibe que hay un optante serio a su posición. Estados Unidos ya había girado al Pacífico en la época de Obama, hace una década. Con Trump esta posición se incrementa, y ese giro trastoca radicalmente Europa, porque dejamos de ser el socio privilegiado de la antigua Guerra Fría y pasamos a ser un competidor comercial. Esto lo decía expresamente Trump. Cuando se produjo la invasión de Ucrania, todas las piezas van cayendo y de repente desaparece el Nord Stream 2, que era esencial para Alemania, porque permitía tener gas barato y en abundancia y por lo tanto, tener una industria potente, porque los costes eran competitivos, y hay problemas con el Nord Stream y con el petróleo, en un momento en el que Estados Unidos es el gran productor, gracias al fracking, de gas licuado y petróleo en el mundo. Eso obliga a asumir a asumir costes muy grandes a Europa, y no solamente en el plano de la defensa, donde también va a haber más gasto, sino que le sitúa en la posición que tiene. Vamos a ver qué pasa dentro de la UE cuando Macron sea reelegido, supongo que sí, porque el equilibrio de poder en Europa, con Alemania primero y Francia detrás, ahora va a tener nuevas discusiones. Por ejemplo: el nuevo papel de Italia en ese contexto y una mayor cercanía a Francia. En fin, todo esto queda trastocado.

SUS FRASES

“La guerra de Ucrania rompe por completo el plan de Yolanda Díaz. En los tiempos para lanzar su candidatura y en su contenido ideológico”

“El Gobierno está siendo enormemente reactivo. Actúa un par de pasos por detrás y va haciendo lo que puede para equilibrar las cosas”

“Los salarios descendientes y el aumento del coste de los bienes esenciales hacen que la clase media se deteriore, y se enfade con el sistema”

“En la lucha geopolítica lo que está en el fondo es la pelea entre Estados Unidos y China por la hegemonía global”