pamplona - Antxon Ramírez de Alda, padre de Adur, e Igone Goikoetxea, madre de Julen Unamuno, condenados a doce años de prisión, sumaron ayer por la tarde cientos de kilómetros más a la burrada de recorrido que llevan acumulados en tres años. Reunidos con el resto de familiares ayer en Madrid y a la espera de la llegada de Bel Pozueta y de Edurne Goikoetxea desde Estrasburgo, el marco del Supremo de hoy (10.00 horas) arroja a pares miedo y esperanza.

¿Qué les transmite la palabra Justicia a estas alturas de un proceso que no se ha caracterizado precisamente por ella?

Igone G: -Hablar de Justicia después de todo lo que hemos pasado es decir bastante poco, porque en todo este proceso la Justicia ha estado ausente y lo que hemos recibido no se puede llamar precisamente Justicia.

Antxon R.: -Estamos acostumbrados al uso de muchas palabras como democracia, solidaridad y Justicia que pueden ser grandes, pero que tienen mucho vacío y ello depende de cómo y por qué se usen. La utilización de esas palabras condiciona su significado. En nuestro caso, a la palabra Justicia han conseguido arrancarle todo su significado.

En fechas recientes, en una visita que realizaron al Parlamento de Navarra, Marisa de Simón (I-E) les expresó que ella nunca hubiera creído que este asunto iba a llegar hasta aquí. Es una reflexión común y habitual ¿Tienen esa sensación o creían que la inercia jurídica terrorista les encaminaba a este punto?

Igone: -Creo que nadie podíamos pensar que este proceso iba a durar tanto, que iba a ser tan duro, que nuestros hijos iban a estar tanto tiempo en prisión... Pero todo ello vino propiciado porque nunca teníamos que haber estado en la Audiencia Nacional y ser juzgados allí. Todos sabemos lo que significa la Audiencia Nacional y vemos que el hecho de que este caso estuviera en sus manos ha sido lo que nos ha encauzado a este final. Pero nadie realmente al inicio pensaba esto. Siempre creímos que alguien pondría antes un poco de sensatez, pero no hemos visto nada de eso en estos tres años.

Antxon: -Nadie, ni nosotros, ni nuestros hijos, ni los abogados, ni los expertos, pensaban que esta causa iba a ser tan extraordinaria y fuera de lugar. Se trata de un típica pelea en un bar por desgracia, que debería haberse encauzado a través de la Audiencia navarra y que sin embargo acabó en la AN porque alguien lo llevó allí por terrorismo.

Ello ha sido decisivo en este caso. Aunque el terrorismo quedara ya descartado, las penas tan altas responden también a un procesamiento en el que ese delito ha estado siempre en la sombra como excusa para imponer penas severísimas.

Igone: -En nuestro caso la clave fue la aparición de Covite, que tiene mucha fuerza a nivel político, y eso es precisamente lo que hizo que todo este caso comenzara de esa forma. La denuncia de Covite en la AN es lo que nos trae hasta aquí. Si aquello no llega a producirse, este hubiera sido un caso normal normal, que no hubiera salido de Navarra, y que se había resuelto como las peleas que se producen en otros puntos del Estado español.

Antxon: -La presentación de la denuncia allí tenía la finalidad que han logrado. Aunque ninguna instancia judicial haya visto terrorismo, el caso nunca ha salido de la AN. Ese es uno más de los abusos que se han producido en este caso, como el abuso de la prisión preventiva mientras nuestros hijos no tenían condena firme.

Han recibido el mayor apoyo ciudadano en las calles en la historia de Navarra. ¿Cómo se convive con eso y con el hecho de que todas las sentencias sean en contra? ¿Les queda esperanza para hoy?

Igone: -Siempre hemos dicho que ganamos el juicio y perdemos la sentencia. Esa es nuestra sensación. Los ciudadanos que nos han apoyado lo tienen muy claro y nos han demostrado que existe una distancia abismal entre la clase políticas y los jueces y la base de la sociedad. Ahora, en el Supremo, tenemos sobre todo miedo. ¿Si nos queda esperanza? Al final siempre te queda una poca, porque alguien tienen que poner un poco de sentido común en todo esto.

Antxon: -La profesora de Derecho Penal de la UPNA, Paz Francés, se refirió en el Parlamento a que en esta causa no se trata tanto de que haya una discrepancia jurídica, sino que lo que ha existido es una conculcación de derechos humanos, del derecho a un juez natural, a un juicio justo, el derecho a la presunción de inocencia, derechos básicos. Ahora estamos en el Supremo, que es supuestamente un tribunal más garantista, y por ello esperamos que por ejemplo decaiga la discriminación ideológica que aplica la condena y que la pena no sea tan grave. Hay cantidad de personalidades jurídicas que ven esa discriminación fuera de lugar, teniendo en cuenta que ya les condena además por atentado. Hay que ser optimistas.