as mochilas amarillas de Glovo pasaban desapercibidas entre las calles de Pamplona hasta hace pocos días, habituales y escondidas entre la gente. Ahora, sin vecinos por las calles, las cada vez menos frecuentes rutas en bicicletas de los riders que reparten a domicilio son parte del escaso movimiento que hace que la ciudad siga aparentando estar habitada. El pasado sábado, tras hacer entrega de un paquete, Jaime (nombre ficticio), quien trabaja como repartidor para Glovo y Uber Eats, se tomó un momento “para evitar pensar que todo se va a pique” y se encendió un cigarro. A pesar de no haber un alma por las calles, el rider sintió unos ojos clavados en la nuca, y es que varias personas lo observaban disfrutar del privilegio que supone ahora pisar la calle desde sus balcones. “No me dijeron nada, pero yo entendí su envidia o, más bien, su nostalgia”, cuenta Jaime.

A pesar de que la medida del “encierro” para frenar la expansión de los contagios por COVID-19 no lleve en vigor más que un par de días, los y las pamplonesas no ven la hora de pisar los baldosines de la calle e ir a hacer la compra, una tarea que hasta el momento no agradaba a muchos. Y es que la prohibición lo hace todo más atractivo. Con el fin de evitar salir de casa más allá de lo estrictamente necesario, hay quienes utilizan la plataforma Glovo -que cuenta con cerca de 90 repartidores en Pamplona- para solicitar traslados de paquetes de un domicilio a otro o para hacer pedidos a farmacias y supermercados, unos supuestos que hace tan solo una semana eran meras excepciones. “Prácticamente todo nuestro trabajo consiste en hacer repartos de restaurantes a domicilios. El resto de entregas te podían tocar una vez cada dos o tres meses”, explica el rider, que antes entregaba una media de 15 pedidos diarios y ahora ha visto el 90% de su trabajo esfumarse.

Para Jaime, las plataformas de entregas a domicilio prestan una labor “muy necesaria” para algunos de sus clientes que hacen pedidos de artículos de primera necesidad, como productos de farmacia o alimentos, “especialmente para las personas que pertenecen a grupos de riesgo”. Sin embargo, quiere diferenciar entre “necesidades” y “lujos”, algo sobre lo que “no todos los clientes han reflexionado”: “Yo pongo en riesgo mi salud cada vez que hago una entrega, pero entiendo que estoy prestando un servicio. Otra cosa es quien te pide una hamburguesa o cualquier otro capricho, porque no se da cuenta de la cadena de gente que mueve detrás”.

Por otra parte, Jaime denuncia la falta de información que están sufriendo los repartidores, a quienes no se ha hecho llegar un protocolo de actuación frente al coronavirus, -más allá de la responsabilidad de cada rider- ni se ha dotado de herramientas de seguridad, como pueden ser los guantes o las mascarillas. “Los clientes se echan un poco para atrás y están más alerta, pero es trabajo de los repartidores ser proactivos en evitar todo contacto con los clientes, dejando, por ejemplo, las bolsas de los pedidos en el suelo frente a la puerta y mantener una distancia de seguridad, aunque quien sabe si será suficiente”, cuenta resignado.

Asimismo, el trabajador de Glovo y Uber Eats cuenta que cada restaurante toma sus propias medidas de seguridad, “unas adecuadas y otras no tanto”: “Me han entregado pedidos con toda la cautela del mundo, pero otros no han sido tan conscientes de las distancias de seguridad”, apunta.

A pesar de todo, el repartidor no se plantea dejar el trabajo mientras dure la crisis, ya que “si lo hago no tendría qué llevarme a la boca”, una situación que asegura que comparte con muchos de los compañeros que trabajan para plataformas de repartos similares. “Vivimos al día, y si un día falla el trabajo puede faltar la comida”. De esta manera, pide a las Administraciones que trabajen en un paquete de medidas para paliar el impacto negativo de la crisis en el ámbito económico, y que contemplen especialmente la situación de los autónomos.

Entregas libres de contacto. Acorde a la información proporcionada desde la plataforma Glovo, cada vez que se realice una entrega, ya no será necesaria la firma de los clientes en el dispositivo del repartidor. Además, éste dejará el pedido en la puerta del cliente siempre que sea posible y llamará a su timbre.

Bolsas precintadas. Asimismo, la empresa ha instaurado un sistema que garantice “el óptimo embalaje de los pedidos”.

Priorizar el pago con tarjeta. Desde Glovo se recomienda a sus clientes que escojan el pago con tarjeta por encima del efectivo para minimizar el contacto.

Comunicación constante con los repartidores. La plataforma asegura estar en contacto permanente con los repartidores, “informándoles de las medidas higiénicas necesarias y recabando información para seguir mejorando el servicio”.