ablo (nombre ficticio) sale de casa y saborea cada paso que da. Ahora, en confinamiento, no son muchos pero disfruta cada segundo yendo a por el pan o al supermercado a hacer la compra. Incluso estando en casa, en un piso compartido, aprecia cada instante. Es la lección más importante, dice, que ha aprendido tras su paso por prisión, saber valorar el tiempo. “Muchas veces perdemos el tiempo en cosas que no debemos o actividades que no nos producen nada bueno. He aprendido a valorar más el tiempo y a emplearlo en cosas que valen la pena”, apunta este hombre de 44 años procedente de Ecuador, que ha estado siete años y medio en prisión.

Ahora se encuentra en libertad condicional, desde hace año y medio, y cuando estaba volviendo a reordenar su vida una pandemia mundial le ha obligado a él y a media humanidad a confinarse en casa para evitar contagios. Reconoce que el estado de alarma le ha afectado, como a todos, y aunque nada tiene que ver con su estancia en prisión, encuentra ciertas similitudes con la situación actual: “Ahora tenemos que cumplir una serie de normas y, aunque sea por nuestro bien, es algo que te imponen y que te afecta porque entras en una fase de nervios y de estrés... esa sensación es parecida, pero por lo demás no tiene nada que ver”.

Pese a estar llevándolo bien, asegura que no le ha resultado fácil adaptarse a esta nueva situación. “Es todo un poco raro porque crees que una parte de tu vida ha cambiado al salir de la cárcel y de pronto otra vez te sientes encerrado, aunque sea de manera justificada. Pero es extraño, en tu cabeza sientes un retroceso a las cosas que has vivido cuando no estabas en libertad”, relata. No obstante, ha estado trabajando en el sector de la hostelería hasta la implantación del estado de alarma y ahora disfruta de unas vacaciones “raras”, hasta que se recupere la actividad.

Pablo asegura tener “suerte” porque el tener un trabajo le ha ayudado a estar entretenido, pero el acceso a un empleo, que ya es de por sí complicado para cualquiera, lo es más todavía para las personas que han pasado por prisión y más todavía en medio de un estado de alarma.

Laura (también nombre ficticio)no lleva ni un año en tercer grado. Desde finales de mayo del año pasado tan solo acude al centro penitenciario de Pamplona para dormir. Para ella, no ha sido fácil volver a la vida normal por varias circunstancias, entre ellas, “la falta de empleo de calidad”: “Hay mucha competencia por el trabajo y hay ofertas de empleo con sueldos míseros que hacen que prefieras estar en desempleo. Yo valoro la riqueza del tiempo y he estado seis mese buscando trabajo pero era imposible y ya me planté”.

Vive en un “loft de película”, así define la boardilla que le han alquilado unos amigos, después de que haya estado vagando de un sitio a otro: “Estuve viviendo en casa de otros amigos porque no podía permitirme un alquiler y he pasado muchas horas vagando como una indigente entre bibliotecas y bares, dos sitios que me gustan mucho”. No esta llevando especialmente bien la cuarentena, sobre todo porque la está pasando en una ciudad que no es la suya. “Yo no soy de aquí, yo soy de Barcelona, por lo que me siento doblemente confinada y lejos de mi familia”, relata Laura.

Tras varios años en prisión, la vuelta a la libertad ha sido dura, especialmente al estar lejos de su hogar. Por ello, define como “fundamental” la ayuda que asociaciones como Gaztelan le han brindado para rehacer su vida. “Yo no sabía dónde estaban las cosas, no sabía cómo moverme y Gaztelan me ayudó a ubicarme y a apoyarme psicológicamente”, señala.

Recuperar la ansiada libertad no es un camino sencillo de transitar, más aún en tiempos de cuarentena. Tampoco lo fue para Pablo, pese a que ha tenido cierta estabilidad laboral: “Me costó la adaptación en el plano social. En la cárcel tratas con diferentes personas y acabas manteniendo una relación que se acaba cuando sales, cada uno se va por su lado. Es bastante extraño empezar de cero y me costó adaptarme”. Además, Pablotiene que arreglar su situación legal en España, “es lo primero que quiero hacer”, una tarea que se encuentra en stand by desde el estado de alarma.

Tanto para Pablo como para Laura estar encerrados en sus casas no supone un gran problema, aunque les haya hecho revivir sensaciones de su paso por la cárcel.“Al final estás en tu casa y no estás vigilad o por nadie y puedes hacer lo que te apetezca”, comenta Pablo. También Laura comparte esta visión: “Yo he escuchado a gente que compara esto con estar en prisión y es algo que me cansa. No se puede comparar estar en una celda con quedarte en tu casa con tu internet, con tu móvil, con tu familia... Si no eres una mujer maltratada que vive con su ogro no veo el problema, sinceramente”. En cuanto consiga la libertad total, a Laura le gustaría emprender un proyecto artístico vinculado con el teatro, un arte al que se dedicaba antes y que todavía no va a abandonar.

Incorporación social. Fundación Gaztelan es una entidad social de economía solidaria que busca facilitar la incorporación social de personas en situación o riesgo de exclusión social.

Programa Reincorpora. Asimismo, desde la entidad también trabajan en la reinserción de personas que han salido de prisión a través de dos programas. Uno de ellos es el Programa Reincorpora, que está subvencionado por Obra Social La Caixa, en colaboración con el departamento de Justicia y el Ministerio del Interior. El programa está dirigido a personas en tercer grado y libertad condicional.

Programa Destino Reinserción. El segundo es el Programa Destino Reinserción, financiado por Derechos Sociales, que se inicio en junio de 2016, para personas en tercer grado, libertad condicional y libertad total. El objetivo es facilitar la inserción social y laboral de las personas reclusas y exreclusas a través de itinerarios personalizados que contribuyan a la mejora de las competencias personales y profesionales, ofreciendo una intervención integral.

“Es raro porque crees que ha cambiado una parte de tu vida y otra vez te sientes encerrado”

Hombre en libertad condicional

“No se puede comparar el estar encerrado en una celda con tener que quedarte en tu casa”

Mujer en tercer grado