urante los tiempos más duros de la pandemia, Navarra contó con recursos intermedios como hoteles o residencias para facilitar aislamientos y cuarentenas en aquellos casos en los que era difícil hacerlo en el propio domicilio. Este recurso se ha mantenido durante todo el verano y ahora, con los datos de nuevos contagios al alza se ha reforzado.

Las situaciones de las personas que acuden a este tipo de alojamiento para cumplir la cuarentena son variadas y no obedece a un perfil único. Principalmente se trata de personas contagiadas que no pueden aislarse por diferentes circunstancias, personas que sin ser positivos necesitan aislarse de personas que si están contagiadas o trabajadores de sectores esenciales que conviven con personas vulnerables con alto riesgo de contagio. La vida para todos ellos pasa por estar una media de entre 10 o 15 días en una habitación y, en el caso de seguir dando positivo, continuar en la residencia hasta obtener una prueba PCR negativa o hasta disponer de un entorno adecuado en el domicilio para seguir el aislamiento.

Este es el caso de Miren, nombre ficticio, usuaria de la Residencia Fuerte Príncipe este verano. En su caso llegó allí tras una situación familiar complicada en la que sus padres y su hermana dieron positivo por covid en el mes de julio. Fue entonces cuando ella se vio aislada en su propia casa tras una PCR negativa, con muchas dificultades para mantener realmente las distancias y medidas necesarias a pesar de contar con dos baños en la vivienda.

Una llamada del centro de salud les ayudó. El caso era excepcional en ese momento y por ello, la trabajadora social les propuso la opción de aislar en Fuerte del Príncipe a algún miembro de la familia "con el fin de liberar espacio en casa y estar más seguros". Fue entonces cuando la única persona no contagiada aterrizó en la residencia. "En un primer momento no sabes muy bien que hacer, pero era lo más acertado para intentar no contagiarme", señala Miren a este periódico.

La vida en la residencia es tranquila, cuentan con atención 24 horas, auxiliares de enfermería, mañana y tarde, y personal de servicios generales propio de la residencia juvenil. Asimismo, el centro cuenta con servicios de limpieza, lavandería, catering diario y seguridad. "Te llevan a la habitación todo lo que necesitas, pero no puedes salir de ella. Es duro no tener contacto con nadie más que el personal de limpieza y con los auxiliares, pero realmente estás muy bien atendida".

Una atención ininterrumpida que empieza a las 8.30 de la mañana cuando los auxiliares van habitación por habitación para preguntar por posibles síntomas y para recoger los datos de la toma de temperatura, que todos los residentes tienen que tomarse cada 12 horas. Cuatro comidas diarias, desayuno, comida, merienda y cena y cambio de ropa de cama y toallas dos veces a la semana.

Lo considera una opción muy necesaria y añade que "yo coincidí por ejemplo con un peregrino inglés que había dado positivo, con personas de otros países que no tenían recursos suficientes para aislarse, con gente joven que por ser muchos en casa tienen dificultades de espacio o con gente, que simplemente necesitaba aislamiento para evitar contagiarse".

El periodo de la estancia varia según el caso personal, "por suerte mi familia tuvo síntomas leves y yo pasé una semana en la residencia sin problemas hasta la segunda PCR, que dio negativa", concluye la joven.

"Es duro no tener contacto con nadie más que el personal de limpieza y con los auxiliares, pero realmente estás muy bien atendida".