¿Cuál es la situación actual del Hospital Reina Sofía?

-La situación, de marzo a ahora, ha cambiado notablemente. En marzo irrumpió de una manera muy rápida y tuvimos que dedicarnos a la atención casi exclusiva del covid. Tuvimos que dejar de hacer actividad programada para atender covid. Luego llegó la fase de desescalada en la que tuvimos que reorganizar absolutamente todo el hospital para poder simultanear la actividad covid con la no covid y además garantizar todas las medidas de seguridad para profesionales y pacientes. En verano continuamos con esa fase de prepararnos para el otoño y ahora nuestro gran reto es convivir la atención covid con otras patologías que no podemos desatender. La situación actual es de un índice de ocupación importante, porque a la actividad diaria, que después del verano es muy intensa porque la actividad quirúrgica sube notablemente y despuntan otras enfermedades, hay que unir la atención al paciente covid. Tenemos 30 ingresados por covid en hospitalización convencional, 2 en UCI y 6 personas en hospitalización a domicilio. El índice de ocupación ronda el 80%, que es alto.

¿Hay peligro de saturación?

-A día de hoy no hay peligro de saturación, pero si no conseguimos aplanar la curva y no conseguimos que el índice de contagios baje, el número de ingresos va a subir y el número de ingresos en UCI también. Muchos de los pacientes no evolucionan y requieren de UCI cuando llevan 5 ó 6 días ingresados. Dependiendo del número de ingresos que tengamos la UCI va a tener más o menos ocupación. En marzo la ocupación que tuvimos fue casi del 100% de las camas que habilitamos. En UCI pasamos de tener 5 a 7, 11 y al final 20, más 3 de no covid y casi ocupamos todas. Para eso tuvimos que habilitar puestos de críticos a costa de deshabilitar puestos que son necesarios para pacientes postquirúrgico o no crítico. Si llegásemos a ese extremo habría que hacer de nuevo un gran ejercicio de reorganización y la atención a otras patologías se vería comprometida. En marzo llegamos a tener hasta casi 100 pacientes. Toda la planta de medicina interna (58 camas), más la segunda y tercera, mas la hospitalización a domicilio. La previsión para el verano era de 14 camas y que fuera una cosa estacional y que con todo el período de confinamiento la enfermedad hubiese bajado considerablemente. Pero no fue así. A raíz del brote de la boda en julio se ha ido sucediendo un incremento en hospitalización. En julio había 10-12 pacientes, en agosto empezamos a incrementar y en septiembre hemos oscilado de 20 para arriba y el jueves llegamos a tener 34. No vamos bajar de ahí. Si no somos capaces de bajar el nivel de positivos, habrá más ingresos.

De marzo a junio fue realmente duro para los sanitarios, ¿cuál es actualmente el nivel de estrés?

-Su estado emocional ha ido paralelo a la evolución de la enfermedad. Hubo una fase de estrés agudo. La desescalada fue un momento esperanzador y optimista. El verano lo vimos como una oportunidad de descanso y programar actuaciones futuras, pero ha sido difícil desconectar de la pandemia tanto para quienes gestionamos como para los profesionales. Ahora es un momento de cansancio emocionalmente, porque vemos que volvemos a comenzar y se prevé largo. La situación es de cansancio físico y emocional.

Usted entró en el cargo unos meses antes de la pandemia, supongo que ha sido un reto.

-La verdad es que somos afortunados y estamos orgullosos del trabajo que hacemos e hicimos. Es un momento complicado y el estrés es importante, pero tengo un gran equipo de trabajo de más de 1.300 profesionales y eso nos anima a seguir adelante. El reto fue muy difícil, tuvimos que sacar adelante una situación a la que nunca nos habíamos enfrentado y de cara a la ciudadanía me siento satisfecha de cómo lo hicimos. Quiero poner en valor también el trabajo de los profesionales no sanitarios, de limpieza, distribución, transporte... Ahora es más difícil. La pandemia no ha desaparecido, debemos continuar atendiendo al resto de patologías y dando respuesta a las necesidades de la población. Es un momento decisivo y necesitamos el compromiso de toda la sociedad. Si no atajamos la incidencia por mucho que tengamos un sistema sanitario no vamos a ser capaces de hacerlo. Todo no puede pivotar en torno a los profesionales del área de salud porque responderemos pero las consecuencias van a ser importantes. Tendremos una sociedad enferma, una tasa de mortalidad elevada, colectivos más vulnerables aún, jóvenes que no podrán mantener su optima educación y lo que es más grave tendremos comprometido nuestro estado de bienestar.

¿Qué ha pasado en la Ribera para que haya estas cifras? ¿Qué se está haciendo mal?

-Es difícil saber. Los expertos valoran si Navarra tiene una especial adherencia a los virus respiratorios por su situación climatológica y geográfica. Se habla también de que a priori no hay ningún componente de tipo genético de que seamos diferentes al resto de la sociedad. Si no hay otra cosa que se pueda evidenciar y no hay nada que se nos escape solo nos queda pensar que se debe al ámbito relacional, cómo nos relacionamos y nos comportamos. Eso viene avalado porque la mayoría de los contagios se dan en el entorno social y círculos de confianza. Es lo único que nos queda por pensar.

Es llamativa la diferencia entre los centros de salud de Tudela Este (1.179) y Oeste (615)

-Tudela Este tiene una población de 23.000 habitantes y el Oeste, la mitad. Es lógico que sea mayor la cantidad. Tendríamos también que contemplar otros aspectos, si en una zona hay más personas en situación de vulnerabilidad, la tasa de pobreza, la longevidad€ ver varios indicadores para ver si se corresponde con eso.

¿Cuál fue el momento de inflexión?

-A partir del confinamiento se empezó a hablar que la desescalada había sido demasiado prematura. La sociedad se vio en la necesidad de hacer esa desescalada por la repercusión económica. Quizá si esa fase hubiera sido más prudente no hubiéramos alcanzado este momento. Lo cierto es que conforme se ha recuperado la movilidad e interacción social el nivel de contagios se ha incrementado. A esto se unen las no fiestas que aunque no se han celebrado han supuesto momentos de encuentro entre jóvenes y mayores. También hay que tener en cuenta que la Ribera tiene una gran movilidad, quizá mayor que en otras zonas, y además somos área de influencia de dos comunidades vecinas con las que hay mucha interacción personal y profesional.

Mirando las cifras de Tudela son incluso más altas que lugares como Madrid o localidades navarras que se han confinado, ¿en qué se pone el foco para la decisión?

-El confinamiento lo decide la situación epidemiológica y los recursos sanitarios que disponemos para hacerle frente. Ahora se han establecido tres indicadores: municipios de 100.000 habitantes y que no exista una incidencia acumulada superior al 10% en 14 días, que no haya volumen de ingresos superior al 35% en UCI y que la tasa de contagios no supere los 500 por cada 100.000 en un período de 14 días. Las comunidades pueden extrapolar esto a municipios más pequeños. En este caso lo que se tiene en cuenta es el índice epidemiológico. Puede ser que hubiera sido conveniente confinar Tudela o alguna otra zona de la Ribera, pero hay que tener todos estos aspectos en cuenta y tiene también una repercusión económica y social importante. De momento no se ha considerado oportuno. Aunque se analicen las tasas, hay pequeñas diferencias y mejorías que hacen que no se llegue a tomar esa decisión.

Pero coincidirá conmigo en que las cifras son similares o superiores a otros confinamientos.

-Si. Son similares. Pero hay que reconvertirlas y a veces la proporción puede no ser la misma. Depende de cómo se producen los brotes. Uvesa tuvo un impacto importante pero se produjo en un entorno concreto y eso hace que determinadas medidas no sean necesarias.

¿Cómo está el resto de la Ribera?

-La mayor tasa es la zona de Valtierra y Cadreita, es la mayor de todo Navarra. Luego tenemos otra zona básica como es Corella y Castejón, donde la tasa de Corella es inferior a la de Castejón. Cintrúenigo y Fitero también es alta y en Buñuel son netamente inferiores, aunque en los últimos días también ha empezado a despuntar. La zona de Cascante tuvo un pico en Murchante pero está contenido. En este momento la tasa por cada 1.000 habitantes es de 4,17 en la Ribera, en Pamplona 3.36 y en Estella 1,78. La diferencia es importante.

A nivel nacional se tiene constancia de reinfectados, ¿se dan casos en la Ribera?

-Parece ser que se han constatado algunos casos a nivel nacional. Hay mucho aún por conocer y uno de los aspectos en los que aún no hay argumentos concluyentes es en el tema de si te puedes volver a infectar. En la Ribera no conozco ningún caso, pero tampoco quiere decir que no lo haya habido. Es un tema aún en estudio.

El hecho de que haya menos ingresos ¿ha ido en contra de la concienciación ciudadana?

-El hospital siempre atiende la patología más grave, pero en marzo hubo cantidad de pacientes que estuvieron atendidos en atención primaria porque su patología era más leve. Eso no ha cambiado. Atención Primaria sigue gestionando y prestando atención a un volumen de personas afectadas por covid. Tienen una sintomatología más leve y no vienen al hospital. Cuando pasamos aquella fase tan crítica hubo un momento de optimismo y pudo hacer que perdiéramos el miedo y las medidas se relajasen. Perdimos el miedo pero no podemos confiarnos, esto puede evolucionar y retornar. No se prevé una ola como la que tuvimos, dadas las medidas de prevención, la experiencia acumulada, el manejo clínico de la enfermedad€ si la sociedad se comporta de una manera responsable todo hace prever que no llegamos a se momento, pero no evita que vayamos a tener ondas en las que tengamos más o menos ingresos. Ese será el escenario que se vislumbra.

Aunque no sea su competencia directa, ¿cómo ve el tema de la vacuna?

-Hablan de que las primeras vacunas pueden llegar a finales de año, pero sería en prototipo. Quizás en primavera o verano podamos disponer de vacunas. Será Salud quien lo determine pero supongo que se repartirá primero entre los colectivos vulnerables y a partir de ahí se extenderá al resto. Entiendo que el patrón será similar al reparto que se hace de la vacuna de la gripe.

"Puede ser que hubiera sido conveniente confinar Tudela, pero había muchos parámetros"

"La situación actual de los profesionales sanitarios es de cansancio físico y emocional"

"Quizás si la desescalada hubiera sido más prudente no hubiéramos alcanzado este momento"

"El índice de ocupación de las camas del Hospital Reina Sofía de Tudela es del 80%"