Pedro Eseverri Dueñas, técnico de emergencias sanitarias de 51 años, tiene dos imágenes guardadas en su memoria de esta pandemia. Una es la de un hombre de unos 56 años con los tobillos muy hinchados por la infección, al que tuvo que bajar de su casa con una silla trineo hasta la ambulancia covid del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea en la que trabaja. "En tres días pasó de subir San Donato a estar en la cama. No podía bajar dos pisos y no se podía levantar ni para ir al baño", explica este profesional con 26 años de experiencia. La segunda imagen que evoca es la de un joven de la Rochapea: "Pudo bajar hasta el portal de su casa, donde se apoyó a esperarnos, pero ya no tenía fuerzas para cruzar la calle. Pensé: ¿esto qué es?".

Cuando el coronavirus irrumpió como un tsunami en nuestras vidas, hace ya nueve meses, se creó una red de ambulancias paralela para el traslado de los pacientes con covid-19 que llegó a tener 11 vehículos. Entonces, recuerda Diego Reyero, jefe de la sección de Emergencias y Transporte Sanitario, "no sabíamos si los contagios iban a ser muchos o no, cómo se transmitía...", por lo que "intentamos montar una red lo más fuerte posible para minimizar que la red normal se viera afectada. Ahora, todos debemos asumir que la covid está con nosotros. ¿Cómo hay que protegerse? Lo tenemos muy claro. ¿Y cómo hay que limpiar y descontaminar? También". Por ello, "hemos conseguido mantener un recurso que antes no existía: una ambulancia para procesos infecciosos, ya no sólo covid".

Para ello, desde el comienzo de la epidemia, la subdirección de Urgencias apostó por la contratación de técnicos de emergencias sanitarias, que es una figura que no existía dentro de la administración, y fichó a 27 profesionales, de los cuales 15 trabajan en Refena cogiendo muestras para las PCR. Pedro Eseverri Dueñas y Maite Alcaiza Santos son dos de los 12 técnicos de emergencias sanitarias que trabajan en la ambulancia covid o, como la denominan ellos, la bichoneta, que atiende la demanda de transporte urgente que entra en SOS Navarra de pacientes "covid positivos o con sospechas altas" de tener la infección. Un vehículo integrado en la red de transporte urgente que el 28 de octubre, en el pico de esta segunda ola, se reforzó con otra ambulancia covid que da servicio entre las 9.00 y las 21.00 y que, en este caso, se concertó con la empresa Baztan Bidasoa. Las dos operan desde Pamplona. Además, hay otras dos ambulancias para el transporte programado; una en Tudela y la otra, en la capital navarra.

Como explica Reyero, actualmente se prioriza la bichoneta para "los traslados sospechosos de covid para intentar minimizar que el resto de la red tenga que pararse a limpiar, aunque cualquiera, con todo lo que sabemos y los métodos de limpieza y descontaminación que están estipulados, puede hacerlo". De este modo, esta ambulancia "se carga con un porcentaje muy alto de casos covid positivos o sospecha alta de serlo", aunque también puede atender un accidente. Así, entre el 1 de octubre y el 19 de noviembre, recibió 453 avisos -con una media diaria de 9, si bien hubo días de 15 y 16-. El 50,77% -230- fueron traslados de pacientes con coronavirus confirmado, pero también realizaron 208 traslados no covid -aunque algunos de ellos podían estar infectados al haber sospechas-. Además, hicieron otras 15 salidas -dos de ellas por el virus-, cuyos solicitantes requirieron atención in situ.

El paciente con covid-19

"Es muy importante la cercanía, la empatía y transmitirles tranquilidad"

"La gente que tiene covid está asustada, sobre todo las personas mayores, ya no solo el paciente, sino en general la población mayor", sostiene Eseverri. Este técnico, que también trabaja en la ambulancia básica de Sangüesa, refiere uno de esos diálogos que escucha a menudo en la ambulancia. "Me han dicho que tengo el bicho y no sé qué me va a pasar -a lo que él responde-. No te va a pasar nada, te vamos a llevar y en el hospital, si estás para que te pongan un tratamiento, te lo pondrán y si no, te mandarán a casa con unas pautas de lo que tienes que hacer. No te preocupes". Por ello, apunta su compañera, Maite Alcaiza, de 33 años y 15 de experiencia profesional, en estos casos "es muy importante la cercanía, la empatía, transmitirles tranquilidad, que te noten cercana -hablándoles con cariño, también a sus familiares- porque por mucho que tengas un mal día, ellos no tienen por qué saber que llevas atendidas quince urgencias previas".

Son las 9.00 horas del martes 24 de noviembre. Alcaiza y Eseverri inician su guardia tomándose un café en una sala de la sede de SOS Navarra de la calle Aoiz, mientras su compañero saliente, Javier Lasheras Lavilla, les informa de las incidencias de la jornada anterior, en la que atendieron 10 traslados. "El día ha sido entretenido, la noche perfecta", resume. Y es que aunque tengas 25 urgencias "si te dejan dormir cuatro horas es una guardia buenísima", apunta Alcaiza, que tiene dos niños pequeños y aceptó este empleo "porque era para un mes"; eso fue el 28 de febrero. Durante este tiempo ha estado tanto en Refena, cogiendo muestras, como en la bichoneta, desde el mes de junio.

Eseverri, por su parte, trabaja desde mediados de marzo en esta ambulancia. "El mismo día que nos llamaron nos citaron por la tarde para un curso práctico exprés sobre cómo colocar y quitar el equipo de protección individual (EPI), cómo trabajar con los pacientes de coronavirus, el tipo de trato que se le da cuando puede andar, cuando no... y, al día siguiente, estábamos montados en la bichoneta", afirma, al tiempo que destaca la importancia de, "cuando vienes a trabajar, venir a pasártelo bien también; no puedes venir amargado". Una filosofía que comparten sus compañeros y que se plasma en cómo llaman al vehículo o a las habitaciones donde descansan: bichosuite y roncalia.

Para este técnico, la segunda quincena de marzo y la primera semana de abril fueron "brutales". "Hacíamos 15, 16, 17 salidas. Yo llegaba a casa con dolor de cabeza, cansado, pero sobre todo era el estrés de ponernos y quitarnos el EPI. ¿Lo estaremos haciendo bien? Porque te decían posible coronavirus. Lo trasladas como si lo fuera y limpiabas, pero ¿si el siguiente es otra vez posible pero no está infectado? ¿Habremos limpiado bien? Esa sensación se nos quedaba en la cabeza en todas las guardias". Por aquel entonces, Alcaiza cubrió la guardia de un compañero en la ambulancia y le impactó "el miedo que tenían los pacientes de contagiarte. No te acerques -le decían- y yo les intentaba transmitir que no se preocupasen. Voy protegida, le voy a dar la mano, voy a ir con usted y contestaban no, no, no...". Respecto al material de protección, no se quejan de escasez, aunque "nos hemos tenido que ir adaptando" al que había en cada momento. "Así como otras ambulancias han ido con unos EPI de batalla, nosotros no", aclara Alcaiza.

A Eseverri, que se enteró por un test de anticuerpos que había pasado la enfermedad asintomático, el pico de esta segunda ola le pareció "más light porque, entre otras cosas, no salíamos a los pueblos y ya venías mentalizado de que te iban a dar hasta hartar". Preguntada por si tienen miedo a contagiarse, Alcaiza dice que "no es que no lo tenga. Si lo pillo, lo pillo, pero estoy segura de que lo pillaré más fácil yendo a la compra que en mi trabajo".

idéntico modo de trabajar

"Ahora procuramos llamar al alertante antes de llegar para explicarle un poco el proceso"

Como explican estos profesionales, la plantilla de esta ambulancia tiene integrado en su quehacer diario la misma metodología de trabajo, da igual con qué compañero estén. Como novedad ahora, además de la limpieza extrema, de ponerse el EPI y la mascarilla, en la mayoría de los casos cuando van a un domicilio procuran llamar antes para "tener un primer contacto telefónico, avisarles de que estamos yendo y explicarles un poco todo para que, cuando lleguemos, no seamos ese que viene del futuro con un EPI que solo nos ven los ojos", explica Alcaiza, quien indica que "si la persona puede caminar, se encuentra bien, es autónoma, no entramos ni en el domicilio. Esperamos abajo, le explicamos que por favor se ponga una mascarilla limpia y, si no la tiene, le facilitamos una cuando baje. Le hacemos un lavado de manos, se cambia la mascarilla, se vuelve a lavar las manos, sube al vehículo y le informamos". En el caso de que necesite ayuda, en principio lo hará el técnico sanitario que no está conduciendo, para lo cual se colocará el equipo de protección y solo procuran pedir ayuda al otro técnico "en el caso de que sea obligatorio, que no podamos por peso, por escaleras o lo que sea", para intentar, de este modo, mantener "limpio" el habitáculo del conductor. En estos procesos de colocarse y quitarse el EPI, actúan como si fueran un espejo: mientras uno se lo pone, el otro está pendiente de que lleva a cabo todos los pasos como corresponde. Así, tras realizar el traslado, llega el proceso de desinfección, principalmente con agua y lejía, y ventilación, que dura unos 30-40 minutos. Para ello, han habilitado un espacio en el sótano de Urgencias del Complejo Hospitalario.

Estos técnicos en emergencias sanitarias expresan su satisfacción porque, por primera vez, la administración "cuente con nosotros" y consideran que el servicio de ambulancias debe gestionarlo directamente el Gobierno foral. Alcaiza pide "a los compañeros de otros recursos, y no solo por la pandemia, que tengan cercanía, empatía, que todos podemos tener un mal día y que, si yo paso una mala noche, no tiene por qué pagar el paciente el cansancio que llevamos acumulado". Por su parte, Eseverri reclama responsabilidad a la sociedad, que "tengan cuidado sin que llegue a ser una obsesión. Esto es como la carretera, hay que tenerle respeto porque está ahí, hay personas que están muriendo, pero no hay que tenerle pánico". Con cuatro salidas, la guardia de ese día fue tranquila.

"Al principio, me impactó el miedo que tenían los pacientes de contagiarte; te decían 'no te acerques"

Técnica de Emergencias Sanitarias

"El pico de la 2ª ola ha sido más 'light' porque no salíamos a los pueblos y ya venías mentalizado"

Técnico de Emergencias Sanitarias