El confinamiento por la pandemia de coronavirus ha hecho que España registre en 2020 la cifra anual más baja de crímenes machistas desde que comenzaron a elaborarse las estadísticas en 2003, con un total de 44 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. La última de las víctimas fue asesinada el día de Nochevieja en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. El culpable, que tenía una orden de alejamiento en vigor y una denuncia por maltrato interpuesta en 2014, cometió el crimen en presencia de los hijos que había tenido con la víctima, de 8 y 10 años.

Los tres meses del confinamiento y las sucesivas restricciones de movilidad han tenido un impacto en la violencia de género, que ha aumentado en sus formas de control y psicológica, pero que se ha reducido en sus exponentes letales. En 2020 han sido asesinadas 44 mujeres, la cifra histórica más baja. Lejos de las 55 del año pasado e incluso de las 49 de 2016, el año en que se había registrado el menor número de crímenes desde 2003.

La Fiscal de Sala Delegada contra la Violencia sobre la Mujer, Pilar Martín Nájera, explicaba en una entrevista que el confinamiento domiciliario durante el estado de alarma provocó que la violencia machista fuera más psicológica y de control que física, al tener el maltratador un control total y absoluto sobre la víctima.

Durante tres meses, de marzo a junio, muchas mujeres tuvieron que convivir las 24 horas del día con su agresor, un periodo en el que la violencia de género fue “más sibilina” y psicológica, indicaba Martín Nájera.

No es que la violencia bajara, sino que se manifestó de otra manera. En la violencia de género, el objetivo del agresor es dominar y controlar: al estar la víctima encerrada en casa, ese dominio fue inexorable y la violencia física, menor.

El no disponer de libertad de movimiento impidió asimismo que se produjeran quebrantamientos de órdenes de protección, causa de “muchos delitos” y muchos crímenes machistas.

Cuarenta y cuatro mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas durante 2020 y otros tres casos se encuentran en investigación. María Dolores, Soledad, Peggy, Remedios, Habibe, Li Na, Nancy Paola, Susana, Eugenia, Yesica Daniela, Alina, Ana Avelina, Dolores, Carolina, Gloria, M.N., Lillemor Christina, María Belén, Annick, Encarnación, Karina, Mónica, Concepción, Manuela, María del Mar, Alina, Clara, Ana, Lorena, Rosa, M., Mary, Liliana, Judith, Olga y Mónica eran sus nombres. El de las otras siete víctimas mortales no ha trascendido.

Más de la mitad de estas mujeres tenían entre 31 y 50 años, y la cuarta parte entre 61 y 84. Tres de cada cuatro fueron asesinadas por su pareja actual y el 80% convivía con su presunto asesino. En cuanto a los agresores, 9 se suicidaron (el 21%), y 7 intentaron quitarse la vida.

Estos 44 crímenes han dejado huérfanos a 26 menores. Además, tres niños fueron asesinados por sus padres para hacer daño a sus madres. Desde 2003, 1.076 mujeres que han perdido la vida como consecuencia de la violencia de género.

El 14% llamó al teléfono 016. Solo en 7 de los 44 asesinatos de este año constaban denuncias previas contra los supuestos agresores, lo que supone un 14% del total. Precisamente la infradenuncia de la violencia de género y la desconfianza que las mujeres víctimas sienten hacia las instituciones es uno de los asuntos que más preocupan a la ministra de Igualdad, Irene Montero. “Tenemos que ser capaces de que las puertas por las que entran las mujeres les hagan sentirse seguras. Ahora son estrechas y por eso hay muchísimas mujeres que todavía no denuncian y hay muchísimos asesinatos donde no había ninguna denuncia previa”, indica.