Con la ilusión de comenzar un nuevo camino, tras su fichaje por Anaitasuna, Xavi Castro iniciaba a finales de julio la pretemporada con el equipo navarro. Apenas unos días después, se rompía. Lo que en principio parecía ser una lesión sin excesiva gravedad en su gemelo derecho acabó por complicarse y trayendo de cabeza al central catalán, que ha necesitado de casi tres meses para recuperarse y regresar a las pistas. El pasado sábado por fin pudo debutar ante el Puente Genil con el sabor amargo de la derrota, pero “muy contento” por estar de nuevo de vuelta.

¿Cómo fue para usted reencontrarse con la pista?

–Por la derrota me resultó un poco agridulce, aunque muy contento por jugar de nuevo. Quizás no de la forma que yo esperaba, ya que pensaba que iba a volver peor. Pero la semana anterior había entrenado prácticamente entera y me adapté bien.

Su lesión ha sido más larga de lo esperado.

–Sí, porque empezó siendo una cosa y acabó siendo otra. Las primeras semanas hicimos la rehabilitación pensando en que tenía una rotura en el delgado plantar, de un centímetro y medio, y al final ese tiempo me perjudicó a la hora de mejorar. En vez de ir para adelante, la rotura se iba haciendo cada vez más grande, hasta que un día me dio un pinchazo muy fuerte y ahí es cuando acabó siendo una microrotura de cuatro centímetros. El caso es que fue una lesión un poco complicada, fuera de lo común. Nos guiamos por sensaciones y en vez de un paso adelante fueron cinco para atrás.

Y todo ello nada más iniciarse la pretemporada.

–Sí. Se puede decir que casi ni entrené y sólo pude jugar un poco en el amistoso ante el Billère, pero me resultaba imposible.

Después de este calvario, ¿qué sintió entonces al debutar por fin el sábado con el Helvetia?

–Si soy sincero, cuando yo entré en la pista sabía que era mi debut, pero me intenté alejar un poco de lo que había a mi alrededor. Es decir, agradezco mucho los ánimos y disfruté al ver que la gente se ponía contenta, pero trataba de evadirme. Al salir tenía clara mi labor y me concentré en no hacer mucho más de lo que hacía en un entrenamiento, para no sufrir ningún daño. Al final en los partidos se juega con mucha más intensidad, no hay comparación, e intenté medirme bastante para no forzar del todo el gemelo.

¿Se acaba jugando con miedo tras la lesión?

–Con miedo no, pero sí con precaución. En mi cabeza, siendo egoísta, pensaba en el gemelo y quizás hubo alguna acción que en otro momento hubiese hecho de otra forma. Al final juegas con un poco más de calma.

De eso también será consciente su entrenador, Quique Domínguez.

–Sí. Quique, los fisios y mis compañeros. Yo me considero una persona muy cabezona y me guío mucho por mis sensaciones, pero todo tiene un tiempo estipulado para recuperarse. Claro que la forma de cada uno también influye, pero hay unos tiempos. Y yo cuando me encuentro bien, quiero hacerlo todo. He tenido dos lesiones de rodilla (se rompió el cruzado en ambas ocasiones) y en la primera ya estaba entrenando cuando sólo habían pasado cinco meses. Era más joven, no había tenido ninguna lesión, me veía bien y estaba cómodo. Ahora, todo se me ha hecho más cuesta arriba por el momento y la situación. Llego a un club nuevo, quiero adaptarme a todo y me lesiono. Eso al final te hace perder un poco la esencia de grupo y eso que estoy muy integrado. Pero todavía me falta campo.

Le estarían esperando como agua de mayo, con todas las ausencias en la primera línea.

–Contábamos con una serie de jugadores y, por desgracias del deporte, no va a ser así. Pero creo que tenemos una plantilla bastante amplia, donde todos los jugadores apoyan. Aunque perdemos gente de calidad, claro, como Ander Torriko. Me da pena porque con él en el campo cambiaría el equipo. No digo que mejor ni peor, sino que cambiaría.

¿Hablan mucho entre ustedes?

–Sí, tenemos muy buena relación desde antes de venir yo aquí. Comenzamos juntos en la selección española. Hablamos de cómo lo lleva y sé cuándo puede flojear más o estar más fuerte durante su recuperación. Estoy convencido de que Ander va a volver a jugar.

Poco a poco se entiende que usted irá asumiendo una gran responsabilidad ofensiva. ¿Está cómodo en ese rol?

–A mí no me supone ningún reto, porque es mi forma de jugar. Muy agresiva y directa. Es mi estilo de juego. Pero el día de mañana puedo ser un jugador totalmente defensivo. Depende del equipo al que vayas, el rol puede cambiar. Tengo que adaptarme a lo que se me pida en cada momento e incluso en cada partido. Yo estoy dispuesto a lo me digan.

¿Cómo ve al equipo? Es una pena los puntos que se están escapando en los instantes finales...

–Creo que estamos haciendo las cosas bien, pero la Liga está siendo muy complicada desde hace ya unos tres años. Cualquiera te puede ganar. El día de Puente Genil me dio mucha rabia, claro. Pero es muy buen rival y siempre hay otras variables. Incluso, jugar en casa o fuera ya va a ser casi lo mismo. Con todo, yo veo bien a nuestro equipo.

¿Cómo le gustaría que fuese su experiencia en el Helvetia?

–Como a todo jugador, me gustaría que me salieran las cosas. En lo personal, quiero seguir creciendo, a nivel táctico y de todo. En cuanto al colectivo, llevamos 7 puntos que para mí son buenos. Hay que ser ambiciosos y pelear por Europa. Tenemos equipo para ello. La Liga está muy competitiva, como he dicho, pero al menos hay que luchar por esos puestos europeos que creo que son los que nos pertenecen.