Después de cuatro cursos en el Bahrain, equipo que lideró, Mikel Landa (Murgia, 13 de diciembre de 1989) afronta una temporada repleta de cambios. Rodará en el Soudal, donde será la mano derecha de Remco Evenepoel para que el belga asalte el Tour. Con él realizará la practica totalidad del calendario para preparar y sintonizar ambos antes la carrera francesa. Cuando no coincida con Evenepoel, el escalador de Murgia tendrá libertad total y espera volver a ganar y colarse en el podio de la Vuelta.

Estrena curso en un nuevo equipo y con un calendario distinto al de los últimos años. ¿Cómo encara la campaña?

—La encaro con ilusión. Afronto con ganas el año, la verdad. Para empezar corro en Portugal. También estaré en la Volta y en la Itzulia para ir preparando el Tour.

Después de cuatro años en el Bahrain, del que fue líder, ¿tenía la sensación de que necesitaba un cambio de equipo?

—Sí, necesitaba cambiar ya. Los objetivos del equipo y los míos se empezaban a desalinear y necesitaba una nueva motivación. Con los años, entrenar cada vez es más duro y necesitaba un cambio; algo que me motivara de verdad para afrontar el día a día.

De alguna manera, vuelve a empezar.

—Sí. Buscaba nuevos objetivos. En este caso el Soudal es un equipo completamente nuevo para mí. He estado en el equipo de casa (Euskaltel), con cultura italiana (Astana), británica (Sky y Bahrain), española (Movistar) y ahora llego a un equipo belga con una cultura completamente diferente. Compartir equipo con Remco me motivaba especialmente y me decidí por ello. 

Han realizado ya la primera concentración. ¿Qué le ha llamado la atención respecto a otras experiencias?

—Desde fuera, el Soudal parece un superequipo, y lo es, pero es una pequeña familia. Son un grupo que lleva muchos años junto y eso se nota en el ambiente. Se ve que hay mucha unión. Entras a un grupo, no ves que haya grupitos distintos. 

Además, usted cambia de rol. Ya no será el líder del equipo. ¿Cree que perder cierto foco le viene mejor mentalmente?

—Bueno, la verdad es que durante mi carrera he hecho prácticamente de todo. Sí es cierto que los últimos años me ha tocado liderar, pero me he encontrado muy cómodo en ese rol. También cuando he tenido que apoyar a otros corredores. Sí es cierto que liderar a un equipo en el Tour es todo más complicado porque te mides a grandísimos corredores, pero adquieres mucha experiencia. En ese sentido espero aportar mi experiencia para ayudar a Remco a ganar el Tour. Eso es algo que me motiva. 

¿Se ha quitado un peso de encima dejando de ser líder?

—No, no me pesaba ser líder. Cuando está en carrera y estás bien, te gusta estar ahí. En ese aspecto no estoy mas relajado.

Usted ha corrido contra Pogacar, Vingegaard o Roglic siendo líder. Les conoce muy bien. ¿Considera que Evenepoel está preparado para pelear contra ellos en el Tour?

—Yo creo que sí. Las cualidades las tiene. Luego habrá que ver cómo lleva su presión y la presión de competir contra los mejores durante tres semanas, pero por lo poco que he visto, tiene grandes cualidades. Es un corredor explosivo, muy bueno en la crono y cada vez mejor en montaña, aunque tal vez aún no es tan fuerte como ellos en eso. Pero sí, le veo muy cerca de ellos.

Usted deberá cuidar de Evenepoel en la montaña. Será su guía. ¿Ha hecho buenas migas con el belga?

—Tiene un carácter fuerte, para lo bueno y para lo malo. Enseguida dice lo que se le pasa por la cabeza. Es amable y jocoso y eso hace más cercano el trato con él. Es un chaval normal dentro de todo lo normal que uno puede ser siendo una gran estrella. Creo que me escuchará de vez en cuando (risas).

¿Cómo se ve usted en esa faceta de consejero?

—Me encuentro cómodo. Siento que me escuchan. Es un equipo que tiene más experiencia en clásicas, en carreras de un día, en pelear por etapas, y siento que me escuchan cuando hablamos de grandes vueltas y de hacer una general. Me siento valorado.

Usted ha sido dos veces cuarto en el Tour. En 2017 se quedó a un segundo del podio. ¿Qué considera que es lo más difícil de afrontar en la carrera francesa siendo líder?

—Creo que se trata de salvar el día malo que puedas tener. Yo no he sido el mejor en nada en concreto, entonces tienes que regular lo más posible para estar ahí arriba. Más que en pensar en tu día se trata de salvar el día malo que puedes sufrir. Es muy difícil ganar y es muy fácil perder todas las opciones en un sólo día. Así que habrá que estar muy encima de eso.

Usted comparte muchísimas carreras con Remco.

—Sí, hasta julio, que llega el Tour, corremos muchas carreras juntos. Es importante hacer muchas pruebas antes del Tour para que la comunicación en la carrera francesa sea perfecta y que no haya fallos en ese aspecto.

Ambos estarán en la Itzulia. ¿En carreras así puede usted ser el líder del equipo?

—No creo. Mientras esté con él, él va a ser el líder y creo, además, que es la dinámica que tenemos que tener para que en el Tour estemos preparados por haber trabajado todo tipo de situaciones e inconvenientes.

Ya han realizado varios entrenamientos para encarar la temporada. ¿Cómo se ha encontrado?

—Bien. He cambiado de preparador y estoy entrenando bastante diferente de lo que hacía hasta ahora. De momento estoy más relajado y tranquilo. Hasta que no haga mi primera carrera en el Algarve no haré valoraciones.

El pasado curso cargó mucho la primera parte de la campaña.

—Sí, el primer bloque fue muy exigente y creo que lo pagué en el Tour, que se me hizo duro, sobre todo, de cabeza, pero luego en la Vuelta di la vuelta a las sensaciones.

Usted ya es un veterano. ¿Cambia su enfoque respecto al ciclismo más allá de que tenga otro rol?

—Sí. Lo observo más tranquilidad. Tengo más madurez. Sabes que has estado ahí y que si haces las cosas más o menos como siempre, si no hay sorpresas, sabes que rendirás. Esa tranquilidad la tienes.

¿Qué esperan de usted en el Soudal, qué quieren?

—Quieren que esté cerca de Remco y que en el Tour sea su mano derecha. En caso de que tenga algún problema, que esté con él para ayudarle. Ser el apoyo en una grande. En la Volta o en la Vuelta tal vez buscaré el podio para mí.

¿Usted qué objetivos tiene más allá de ser el hombre de confianza de Evenepoel?

—Me gustaría volver a ganar. Es algo que el año pasado busqué bastante pero no lo conseguí. Además me gustaría hacer una buena Vuelta y estar cerca del podio. El año pasado hice bastante bien la Vuelta. El recorrido me gusta y quiero estar ahí arriba.

En realidad, en la Vuelta demostró que si exceptuamos a los ciclistas más poderosos, como Vingegaard o Roglic, continúa estando arriba. 

—Bueno, si quitas a los tres o cuatro dominadores de las carreras (Pogacar, Vingegaard, Roglic y Remco) sigo estando entre los mejores. Eso me motiva a seguir intentándolo. 

Encarará el Tour de otro modo, sin los deberes de un líder. De una manera más relajada. Para disfrutarlo.

—La verdad es que el año pasado no lo disfruté nada corriendo para mí. La idea es correr para el equipo, pero disfrutarlo más. 

¿En las competiciones en las que no esté con Remco tendrá libertad?

—Sí, iré a por lo mío. El equipo también me quiere para conseguir resultados y cuando no esté con Remco, tendré total libertad.

El podio de la Vuelta es algo que le atrae.

—Sí, sí. He estado unos años sin correr la Vuelta y en los últimos años la he corrido y me he enganchado. Además, el recorrido de este año me gusta bastante e iré a por él. Sueño con ese podio.

¿Cree que vamos a ver a nuevos actores en la cúspide del ciclismo o seguirá manteniéndose el actual estatus quo?

—Los que están marcando la pauta ahora son muy sólidos y creo que no hay nadie que pueda sorprenderles. No hay nadie cerca de ese nivel. No veo grandes cambios en ese aspecto.

Se ha medido a Vingegaard y Pogacar, dos fenómenos.

—Pogacar es mejor corredor, pero Vingegaard es mejor hombre Tour. No falla. Con los días va mejor. Es un hombre Tour. El otro es un caníbal. Es capaz de ganar Flandes y pelearle el Tour al mejor.

La salida de Roglic del Visma para liderar el Bora sí rompe ese superequipo, en principio.

—Ahí se ha abierto una nueva ventana. Es un equipo muy potente que podrá hacer frente al Visma o al UAE. Quitando eso, no creo que haya muchas sorpresas.

Usted lleva 15 años en la élite. ¿Ha cambiado mucho el ciclismo en el que se inició respecto al actual?

—Ha cambiado mucho. Los presupuestos han subido muchísimo, hay equipos muy dominantes y grandes corredores. Esto ha evolucionado mucho para bien. Creo que el ciclismo genera ahora más interés que cuando empecé y es bueno para el espectáculo, para los corredores y para los esponsor. Creo que el de ahora es un momento dorado del ciclismo.

Cada vez se le da más importancia a la salud mental, que parecía un tema ajeno a los deportistas, a los que se les compara con máquinas que nunca pueden fallar. Sin embargo, más de un ciclista de su generación ha abandonado la competición alegando fatiga mental. ¿Cuál es su opinión?

—La verdad es que cada vez cuesta más arrancar las temporadas. Hemos visto a ciclistas como Sagan o Pinot que lo han dejado. También Dumoulin. Veo a mucha gente que se ha apartado por unas cosas u otras. Yo le doy mucho valor a saber dónde estoy. He nacido en una familia de lo más normal, que me ha ayudado a ser una persona lo más normal posible y nunca me ha dejado salir de ese núcleo. Eso me ha dado fortaleza mental para pasar baches y para disfrutar. He tenido la suerte de llegar a mi pueblo, en los días buenos y malos, y ser uno más. Sin que nadie te agobie o te moleste. El hecho de no haber salido de mi zona de confort me ha ayudado a naturalizarlo todo mucho más. 

Su generación, que comparte con Ion Izagirre, Pello Bilbao, Omar Fraile… responde a aquel Euskaltel-Euskadi. Son su hijos, de alguna manera. Continúan vigentes pero el horizonte se acorta. ¿Intuye un relevo generacional para su generación?

—Quiero pensar que sí que lo hay. No quiero pensar que nuestra generación fue muy bueno y que no se puede mejorar. El problema es que ellos tal vez no tienen la suerte que tuvimos nosotros. Hemos tenido muy buenas oportunidades de pasar a un equipo WorldTour (Euskaltel) además de seguir un desarrollo de lo más lógico, piramidal y cómodo. Eso en los últimos años ha faltado y se ve que los corredores que salen no son tantos como antes o tan buenos, pero quiero pensar que sigue habiendo un relevo y habrá corredores euskaldunes muy buenos.

¿Qué opinión le merece la aparición de todos los jóvenes fenómenos? Desde fuera da la impresión de que se está acelerando todo muchísimo, que se exigen unos resultados extraordinarios a ciclistas que apenas han puesto un pie en el profesionalismo.

—Han salido algunos fenómenos en los últimos años y ahora parece que todos tienen que seguir ese camino y si no, parece que no vales para esto. Es cierto que todo está cambiando muchísimo, pero ya veremos cómo acaba todo esto, cómo lo llevan física y mentalmente. Veremos qué ocurre en el futuro y cuánto duran esas carreras deportivas.