En cuanto las montañas invocaron su nombre a través del eco, él acudió en busca de la gloria. Es su pasión. "Jonas, Jonas", susurraban las voces, melodías de seducción que avivaron al danés, un ciclista colosal. Sirenas en las alturas, entre bosques y rocas, que llamaban al rey de las cumbres a recuperar su trono.

Jonas Vingegaard, el campeón que vino del frío, el mejor escalador, que nació en un país sin montañas, se erizó en San Giacomo, montaña de cuellos almidonados, orgullosa, un puerto de verdad, de nariz respingona y mentón desafiante, sin trampantojo ni simulaciones.

Allí, en sus entrañas, donde palpita el corazón y la voluntad, ambicioso, Vingegaard se encorajinó para tomar al asalto la Tirreno-Adriático, que acercó más a su biografía de campeón. El danés quiere ser el emperador de los dos mares desde las cumbres.

El danés festeja la victoria tras otra clase magistral. Tirreno-Adriático

Despegó Vingegaard, una tormenta de vatios, cuando el piso de la ascensión, tensa, dura, con galones, ya no era viejo, rugoso y anciano. Asfalto nuevo y el mismo Vingegaard, demoledor. Una detonación. El danés volador, muelles dorados sus piernas, giró el cuello y vio el pasado.

En el retrovisor colgaba la mueca de Juan Ayuso, que no era el muchacho sonriente de la crono, en la que derribó al danés por una veintena de segundos. Aquel día, en Lido di Camaiore, Ayuso creyó estar más cerca de Vingegaard, que no hizo su mejor crono.

En las montañas, libre, sin tener que atender a las posturas y la aerodinámica, alejado del debate de su casco estrambótico, se desató. Descosió al resto. Hebras al viento. Desgarrados Ayuso, Hindley, O’Connor, Del Toro…

Ataque devastador

Comprendió el alicantino en ese instante, cuando se golpeó contra la prosa de la realidad, que Vingegaard no hace prisioneros. Implacable cada vez que dialoga con las montañas, que le abrazan con entusiasmo. Bienvenido a casa. Hijo pródigo.

El zarandeo del danés, a 29 kilómetros de la celebración y de la maglia azzurra, sólo dejó zozobra en el grupo de favoritos, plegados en la impotencia. Afónicos, sin réplica. Elevaron la vista y vieron alejarse a Vingegaard como una expectativa inalcanzable.

Después enroscaron la cabeza entre los hombros. Nada que hacer salvo perseguir una sombra. Vingegaard, alado, rapaz, cruzó la cima con casi un minuto de renta. Abrió la puerta a otra dimensión. La suya. A su paso quedó un portazo y el jadeo de Ayuso, Hindley, O’Connor, Del Toro y la sonrisa cómplice de Uijtdebroeks, su colega. Ni tan siquiera una interrogación flotó en el aire.

Vingegaard sitúa a sus rivales tras el ataque. Tirreno-Adriático

Dominante Vingegaard

El danés, inconformista, superior, continuó con su exhibición por la pasarela que le conduce a la historia. Lo mismo en Italia que en Galicia. Él es el vaso comunicante entre la Tirreno-Adriático y O Gran Camiño. Vingegaard, principio y final.

Excelso montaña arriba, el danés es igual de sobresaliente en el descenso. No le lijaron ni un centímetro. Siguió creciendo el suflé de la excelencia hasta que se enfrentó a la pared que tabicaba el día.

En su territorio, en Valle Castellana, Vingegaard se besó el anillo. La liturgia del triunfo. Otro festejo, el quinto del curso, el 32º de su excelso palmarés. Relajado, bebiendo, recompuesto el pulso y la respiración, observó cómo se peleaban por el segundo puesto.

Había transcurrido más de un minuto cuando Ayuso asomó con el resto de favoritos. La Tirreno-Adriático, que este sábado repta a las alturas, habla danés. Vestido de azul, Vingegaard cerró el debate.

Tirreno-Adriático


Quinta etapa

1. Jonas Vingegaard (Visma) 3h28:27

2. Juan Ayuso (UAE) a 1:12

3. Jai Hindley (Bora) m.t.


General

1. Jonas Vingegaard (Visma) 18h34:45

2. Juan Ayuso (UAE) a 54’’

3. Jai Hindley (Bora) a 1:20