Su rostro, serio y concentrado. Su cuerpo, afinado y en plenitud . Su discurso, ambicioso y reivindicativo. Mattias Skjelmose (Lidl-Trek) no ha venido a la Itzulia para pasearse. Reacio a hacer declaraciones durante la jornada inaugural del lunes, dentro de la tensión y los protocolos propios de cualquier contrarreloj, este prometedor danés de solo 21 años nos emplaza la salida de ayer martes para expresarse con naturalidad y convencimiento. Primera pregunta: “Mattias, todo el mundo hablaba de Vingegaard, Roglic o Evenepoel, pero con su tercera plaza en la crono demostró que usted también es favorito”. Respuesta: “Pues no sé lo que decía la gente, pero yo ya sentía de antemano que puedo figurar en la pelea. Estuvo muy bien demostrármelo a mí mismo”.

Skjelmose se ha plantado en tierras vascas con diez días de competición a sus espaldas en 2024. Debutó a buen nivel (3º y 5º) en las clásicas francesas de Ardèche y Faun-Drome. Y después, en la París-Niza, ganó una etapa y fue cuarto en la general, perdiendo la tercera plaza en la jornada final a manos de Evenepoel. “Creo que este pasado invierno di un paso adelante que ahora se está reflejando en las carreras. Pero también pienso que debo dar aún un paso más para poder pelear con los más grandes del pelotón. Seguir creciendo es mi objetivo y estoy en el buen camino para conseguirlo”, asegura el actual campeón de Dinamarca. “¿Mi primer gran duelo con Vingegaard en esta Itzulia? Ojalá. Él todavía está uno o dos escalones por encima. Pero, al mismo tiempo, veo que poco a poco voy acercándome”.

Una buena cantera

Lo cierto es que el propio Vingegaard, Skjlemose o el clasicómano Mads Pedersen no son los únicos exponentes de una cantera danesa que no cesa de producir buenos ciclistas. “Muchos me preguntan qué está sucediendo en mi país para que salgan corredores de tanto nivel, pero yo no tengo respuesta. Contamos con un buen sistema de desarrollo en la base, y brindamos mucho apoyo a todos los niños que se inician en el ciclismo. Supongo que será eso”, explica el actual segundo clasificado de la Itzulia. ¿Le consideran en su país un futuro sucesor para luchar por las grandes vueltas? “No lo creo”, responde rotundo. Y luego se explica. “No ven en mí al nuevo Vingegaard. Piensa que Jonas es joven, que ha cumplido 27 años hace poco y que además corre en un equipo, el Visma, con una dinastía de dominio impresionante. En este sentido, no creo que el panorama ciclista vaya a vivir grandes cambios próximamente, así que en Dinamarca tampoco existe necesidad de encontrar sustitutos a nadie”.

Mattias Skjelmose ganó en 2023 la Vuelta a Suiza superando en la general a Ayuso y a Evenepoel. Acabó por delante de Roglic la mencionada y reciente París-Niza. Pero todavía no le ha mojado la oreja a su más celebre compatriota. La receta para conseguirlo en la presente Itzulia pasa por agitar la carrera desde ya mismo. “Van a producirse movimientos estos días. Tiene que haberlos. En el pelotón todo el mundo tiene miedo de lo que pueda hacer Vingegaard en una etapa como la del sábado, así que hasta entonces debemos intentar cosas, sobre todo habiendo bonificaciones de por medio. La clasificación final se decidirá, al margen de por lo que ocurra en Eibar, por la crono del primer día y también por los segundos que nos vayamos arañando en el camino”.

Sabe de lo que habla el ciclista danés, habitual en la pelea en las carreras de una semana. Tras Itzulia y las clásicas de las Ardenas, correrá Dauphiné. “Y después estaré en el campeonato de Dinamarca y en los Juegos Olímpicos. Será un verano bastante vacío de competiciones, antes de disputar la Vuelta a España”. Skjelmose reconoce, sin miedo pero con precaución, que terminar especializándose en las grandes vueltas significa un objetivo a largo plazo para él. “Esa es la intención. Estuve en el Giro en 2022 y en el Tour en 2023. Fueron dos tomas de contacto, y todavía tengo que demostrar que soy capaz de ofrecer rendimiento en pruebas tan largas y particulares”. La propia Vuelta a España, este agosto, puede significar un primer gran test para él.