Madre nuestra que estás en el celo, sea santificado vuestro coño, la epidural, la comadrona. Venga a nosotros vuestra llamada, vuestro amor, vuestra fuerza. Hágase su voluntad en nuestro útero, sobre la tierra. Nuestro día de cada día, denos hoy, y no permitáis que los hijos de puta aborten el amor, hagan la guerra/liberémonos, por los siglos de los siglos. Vagina. Así recitó la poetisa Dolors Miquel su Mare Nostra durante la entrega de premios Ciutat de Barcelona el pasado lunes, una actuación que, como ya es sabido, tuvo el plus teatral que aportó el concejal del PP Aberto Fernández Díaz al abandonar la sala. Sus versos, cuando menos, causaron un revuelo, político y mediático. Algunos lo calificaron de “poema blasfemo”, o “Padrenuestro sexual”, mientras que otros, como la propia Ada Colau, aclamaron su libertad de expresión, porque ya no son tiempos para escandalizarse por romper las barreras de lo establecido. Y es que ya lo decía Gabriel Celaya en su poema La poesía es un arma cargada de futuro, donde recitaba: Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
La pregunta que cabe hacerse ante tal hecho es si ha llegado el momento para que la poesía, y la literatura en general, dé un paso al frente y se establezca como una forma de expresión del ser humano, de sus temores, sus dudas y sus deseos por encima de cualquier imposición. Sobre las reacciones que suscitó el poema de Dolors Miquel y cuál es el papel de la poesía hoy en día, los escritores navarros Marina Aoiz, Fátima Frutos, Maite Pérez Larumbe, Fernándo Chivite y Julia Montejo se pronuncian.
¿Qué opinan de las reacciones al poema ‘Mare Nostra’?
Para la escritora Fátima Frutos “Dolors Miquel no sólo es una poetisa catalana, es una escritora universal comprometida con valores rupturistas, que nos llevan a pensar sobre otros modos de vida, con estructuras sociales diferentes, o sobre la deconstrucción de paradigmas que nos han venido impuestos, sobre todo a las mujeres, mediante el proceso de socialización en un sistema patriarcal y capitalista. No ha sido la única autora que se ha posicionado con su literatura en un lugar comprometido y arriesgado. Antes lo hicieron otras como Ana Rossetti (y muchas más entre las que me incluyo), que con su obra Los devaneos de Erato dejó perplejos en los 80 a los Novísimos al mezclar culturalismo, erotismo y esteticismo de una manera magistral”. Por ello, considera “que las reacciones han sido exacerbadas, en parte porque había predisposición para ello, ya que era una artista invitada por Ada Colau, y por tanto se ha visto en medio de la carcundia filofascista que apunta siempre a la libre cultura en nuestro país desde que se produjo el cambio en muchos ayuntamientos”.
La guionista, profesora de universidad y escritora Julia Montejo opina que las reacciones al poema de Miquel “son un buen ejemplo de la hipocresía de algunas personas y de muchos medios de comunicación”.
Por su parte, Fernando Luis Chivite, escritor y columnista de DIARIO DE NOTICIAS, “parafrasea” a Rajoy y subraya que “un poema es un poema, un chiste es un chiste, una canción es una canción”. “No te tienen por qué gustar, un poema no tiene que ser bueno para ser un poema. Los hay buenos y malos. Y luego están los incomprensibles que a menudo son los mejores”, agrega. “Por lo que yo he visto, el poema de Dolors Miquel no tiene nada de injurioso. En realidad es al contrario: es un poema reverencial y hasta solemne. No es el tipo de poesía que más me gusta pero no tiene nada de irreverente. Lo que no gusta, supongo, es que se diga útero y vagina en vez de decir vientre, pero pretender criminalizar eso es absurdo. Malos tiempos para los jueces”, dice el poeta, y añade: “Yo creo que las reacciones que ha provocado son políticas. Todo lo que se presenta como religioso es en el fondo político. Y esa es la cuestión. En el contexto de enfrentamiento reciente entre vieja y nueva política han empezado a proliferar las denuncias contra obras literarias porque se dice que ofenden a determinada sensibilidad religiosa. A mí me llama mucho la atención este tema de las sensibilidades. Sensibilidades hay muchas, ¿no?”.
Asimismo, comenta: “Antes vivíamos en una sociedad muy homogénea, pero la sociedad actual es compleja y multicultural. Existen sensibilidades muy distintas. Si se habla de una sensibilidad cristiana que se siente ofendida por un poema o por un chiste, también podría hablarse de una sensibilidad laica que del mismo modo podría sentirse ofendida por algunas manifestaciones religiosas de dudoso gusto”.
Maite Pérez Larumbe, escritora y también columnista en este periódico, opina que “desde un punto de vista literario, un poema es una expresión elaborada de un pensamiento en un tiempo concreto”. “Eso es el poema de Dolos Miquel. Como tal, perfectamente legítimo, documental y digno de ser tenido en cuenta en tanto que expresión posicionada. Una persona que lee con mentalidad abierta difícilmente llevará su escándalo al terreno de la acción política o ciudadana. Permitirá que lo leído se asiente y elaborará una reflexión metabolizada para acabar decidiendo si lo incorpora a sus favoritos o lo deja en el camino”, subraya. En cuanto a lo político, dice que “ confiar a lo literario la plasmación de un clima o una propuesta, no deja de ser un camino dudoso en cuanto a responsabilidad, capacidad de propuesta y generación de convivencia. Lo literario, y el poema de Dolors Miquel en concreto, trabaja con símbolos, impacta en lo emocional, su efecto es difícilmente controlable. Dando una vuelta al argumento, nadie negará la agresividad y la exaltación de la acción violenta que proclama La Marsellesa, un himno que se entonó en todo el mundo hace poco para, casualmente, protestar contra la agresividad y la imposición de la violencia. Los símbolos son ambivalentes e indiscutibles, son lo que mueven más que lo que dicen, difícilmente entran en razón”.
Marina Aoiz Monreal, autora de 14 poemarios, se pregunta: “¿Por qué apenas nos escandalizamos ante cada nuevo caso de corrupción? ¿Por qué no nos ofenden los programas basura de la tele, la situación de millones de personas sin trabajo, de las familias sin vivienda, de los refugiados amontonados en las fronteras. ¿Por qué no nos perturban los bombardeos cotidianos, la contaminación, los derechos sociales en retroceso, los derechos humanos pisoteados?? Hay tantas razones para escandalizarnos que prestar atención al poema (o alegato) de Dolors Miquel me parece una banalidad. Habrá quien considere que se trata de una expresión poco elegante o que el poema no posea una gran calidad literaria; cada persona está en su derecho de valorarlo según su criterio estético, educación, etcétera, pero enfoquemos nuestro interés donde de verdad hay motivo de escándalo. Prestemos atención a la dignidad humana y las mil formas que ostenta el poder para ensuciarla. Miremos a los ojos a quienes han sido arrojados a los márgenes”.
¿Es el momento de romper las barreras de lo políticamente correcto?
La poesía y el arte en general están en un momento de cambio. Pese a que siempre ha sido un lenguaje reivindicativo, especialmente sobre el propio ser humano, hoy en día cada vez se ven más manifestaciones públicas a este respecto. Fátima Frutos dice que no conoce “ningún verso políticamente correcto, ni siquiera de Pemán o Dionisio Ridruejo” (ríe). “¿Por qué? Porque para mí la poesía es descubrimiento de lo nuevo, ensoñación, utopía en ideas, amor sin medida, ira divina, deseo infinito o anclada nostalgia, y eso, quieras que no, choca con lo establecido. Y no pasa nada por estar asentadas siempre en lo políticamente incorrecto, pues las poetas somos felices viviendo así”, afirma.
Por su parte, Julia Montejo señala que “el arte no es ni correcto ni incorrecto”, y añade: “Para mí, esas son etiquetas subjetivas. El arte debe conmover, remover, hacerte pensar, y sí, también escandalizar, por qué no. Otra cosa será el resultado: que la producción artística ofenda a alguien no es en sí ningún valor”.
Para Fernando Chivite, “la poesía es un lenguaje de los límites”, y explica: “A menudo se halla incluso en el límite del sentido y es difícil y hasta erróneo pretender explicarla y analizarla de un modo estrictamente literal. El poeta tiende a salirse de la sociedad a la que pertenece. Tiende a alejarse de ella. De la uniformidad y el moldeamiento de esa sociedad. De las falsedades y convencionalismos de esa sociedad. El poeta no pretende soltar una opinión. Ni hacer política. Ni contar una historia. No es eso. Es subversivo. Lo es porque es el que desenmascara. El que nombra lo que no se ve. Lo que pretende permanecer oculto. El que se cuestiona el orden. El que subvierte los valores. El que juega con los símbolos más o menos sagrados y con todas las estúpidas ficciones que supuestamente identifican y definen al grupo. En ese sentido, nunca ha sido correcta”.
Maite Pérez Larumbe señala que “la poesía es un género definido formalmente” y, en este sentido, indica: “Su contenido abarca desde la loa al poder establecido a la crítica más certera y desestabilizadora. Pero es una herramienta pequeña, de escaso uso, de las que no sirven para casi nada salvo que alguien intente limpiarse los oídos con una broca, entonces, la herida subsiguiente despierta el interés como es el caso. Siempre ha habido incorrección, subversión, crítica o reivindicación en determinada producción poética. Por otra parte, épater le bourgeois es terriblemente fácil. Convencerlo requiere más trabajo, cambiar la realidad aún más y ese no es el negociado de la poesía”.
Según Marina Aoiz, “la poesía rompió las barreras con las vanguardias pero parece que todavía estamos remando en esa frágil barquichuela”. Por ello, se cuestiona “¿qué es lo políticamente correcto? ¿La hipocresía, la traición, la mentira, el abuso, la injusticia, la indecencia, la avaricia, la palabra vacía?? La hegemonía marca los límites; practiquemos la habilidad de sortearlos o traspasarlos”.
¿Deben ser las mujeres quienes den un paso al frente?
El pasado lunes fue Dolors Miquel con su Mare Nostra, pero cada vez son más las mujeres las que deciden rebelarse contra todo lo establecido. Y no es que no lo hicieran antes, pero sí es cierto que desde hace pocos años hasta ahora sus acciones son más reconocidas. Frutos apunta: “Lo llevamos haciendo desde el principio de los tiempos, lo que ocurre es que no se nos ha reconocido tal mérito. Yo me juego el cuello a que la primera poeta del orbe fue una madre dirigiéndose a su retoño. Si la vida humana empieza en nuestras entrañas, ¿cómo no vamos a ser las primeras en decirle al mundo en verso que la sostenibilidad de la vida requiere de nueva forma de existencia? Este mundo precisa que las mujeres intentemos transmitir un espíritu creativo nuevo, aunque nos vaya la vida en ello”.
Montejo, por otra parte, se pregunta “qué más dará que lo haga una mujer que un hombre”, y Chivite es claro: “Claro que sí. Hay que avanzar, supongo. Las mujeres. Y todo el que pueda. Incluso los hombres, ¿no?”.
Pérez Larumbe indica que “globalmente, las mujeres no deben nada, más bien son acreedoras de escucha, reconocimiento, espacio y recursos”. Y agrega: “Tienen responsabilidades consigo mismas y sus entornos en un ambiente hostil. En este sentido, el poema de Miquel plantea una reflexión en la que participan muchas mujeres, su presencia, su imagen, su tarea y su consideración, lo que han recibido culturalmente y lo que quieren afirmar. Ello no las excluye de la necesidad de conocer los ámbitos de su acción: político, personal, cultural y social para establecer el nivel de implicación y compromiso, los tiempos y herramientas. Dolors Miquel escribió un poema inserto en una obra más amplia y lo leyó en un contexto político en que rigen unas normas diferentes a las del discurso poético que ha recibido una respuesta plural, amplificada y tal vez no prevista. Es el expuesto oficio de juglar”.
Para Marina Aoiz, “poetas, poetisas, poetisos, cada escritor o escritora debe transitar por el camino que considere oportuno. No hay que dar pasos al frente, sino intentar ser coherente, emplear el lenguaje como herramienta de conocimiento y de comunicación entre los seres humanos. Si la poesía sirve para superar desigualdades de género, para generar conciencia y sembrar libertad, adelante”.
¿Es la poesía, como decía Gabriel Celaya, un arma cargada de futuro?
“Fíjate que me gusta mi paisano Celaya?, pero creo que el símil del arma no me cuadra. Veo más a la poesía como una despensa espiritual. Un exilio interior donde hallar los resquicios, los hilos en donde prenderse para transitar por la soledad del cosmos”, señala Frutos quien considera que “no hay que disparar a nada”. “Me conformo con saber apuntar a mi alma cuando no quiere perdonar. La poesía es tan sabia que sabe desterrar los males que nos acechan”.
Montejo, por otro lado, dice: “La poesía puede ser cualquier cosa: una arma llena de futuro, o de presente, o de pasado. Como forma de expresión, su objetivo debería ser, primero de todo, la conexión con el prójimo. Cuanta más calidad tenga, más poderosa será y mayores serán sus posibilidades de supervivencia. Soy un poco pesimista en cuanto al interés que la poesía despierta hoy en día. Si sirve para remover conciencias, bien está”.
Chivite cuenta que le encantaba y le encanta “ese poema de Gabriel Celaya cantado por Paco Ibañez”. “En determinado momentos, la poesía quizá haya podido escribirse con intencionalidad política, pero la poesía es subversiva de por sí sencillamente porque desenmascara. Porque cuestiona lo que se supone que es la verdad, lo bueno, lo correcto e incluso lo justo. Yo no hablaría de disparar porque mi cerebro rechaza cualquier jodida metáfora bélicista, pero la poesía siempre pone en cuentión al que pretende estar demasiado seguro y demasiado satistecho y demasiado convencido de quién es, de lo que hace y de lo que piensa. Para mucha gente es mejor no acercarse a ella”, añade.
Pérez Larumbe parafrasea a Cortázar y dice que “el escritor revolucionario debe ser revolucionario como escritor, lo que supone un exigente y al tiempo humilde intento de acotar la tarea y el alcance de la escritura. Quien quiera construir un futuro diferente entiendo que tiene un amplísimo abanico de plataformas para hacerlo, entre ellas, las que luchan por la igualdad de oportunidades y trato entre hombres y mujeres”.
Marina Aoiz es contundente con su respuesta: “Nada de armas”. “La poesía es un recurso expresivo del presente. Si convertimos la poesía en la “épica” de lo cotidiano, quizás alcance esa capacidad trasformadora que soñamos las y los aprendices de poetas. Si la poesía amplifica nuestras cualidades humanas, la bondad o la sed de belleza, por ejemplo, seamos poetas. Exploremos, utilicemos los recursos inagotables del lenguaje, la imaginación y la fantasía, construyamos una poesía viva, una poesía para mejorar la vida”, señala.