Rubia y el verano del amor
CONCIERTO DE RUBIA
Fecha: 31/08/2017. Lugar: Caballo Blanco. Incidencias: Muy buena asistencia de público, a pesar de que las temperaturas habían descendido considerablemente. Intérpretes: La actual formación de Rubia incluye, además de a Sara Íñiguez (alma mater del proyecto), a Nacho Beltrán a la batería, Jokin Salaverría al bajo y Adrián Bárcena a la guitarra. Presentaban The game, su segundo disco en inglés.
Suele decir Loquillo que la diferencia entre un grupo de pop y uno de rock es que el grupo de pop sale al escenario a ganarse la vida, mientras que el de rock sale al escenario a jugarse la vida. La frase, como el personaje que la pronuncia, puede resultar excesiva, pero encierra su parte de verdad, y esta es la diferencia que existe entre los artistas que interpretan un papel cuando se suben al escenario y los que se limitan a ser ellos mismos encima y debajo del mismo. Sin lugar a dudas, los vizcaínos de Rubia pertenecen a estos últimos. Basta con verlos plantarse en el escenario, antes siquiera de tocar una sola nota, para ver que, en su caso, no hay diferencia entre ética y estética. Lo que en otros podría considerarse impostura o extravagancia, en ellos es actitud y personalidad. Barbas, melenas, pantalones acampanados, pulseras y botas de tacón. Una imagen potente, impactante, como de banda recién salida de Woodstock. Pero no solo tienen una espectacular fachada; detrás han construido un sólido edificio que hunde sus cimientos en las más refinada tradición de géneros como el rock’n’roll, el soul, el country, la psicodelia o el rythm’n’blues. De todo ello se nutren, todo lo asimilan para después digerirlo y que forme parte de sus creaciones con total naturalidad. Lo dejaron patente el jueves pasado en el Caballo Blanco, el lugar más hermoso en el que habían actuado jamás, según reconoció Sara Iñiguez, líder de la banda, nada más pisar el escenario. Sin más preámbulo interpretaron Howl y I ownw to myself, de su último disco, The game. A ese mismo disco pertenece Anyone, un tema que dedicaron a la gente que no obedece y sigue su propio camino. Las tres primeras canciones bastaron para que los bilbaínos mostrasen sus armas musicales: sonido elegante y excelencia instrumental, aunque sin virtuosismos innecesarios. Mención especial merece el órgano de Sara, que tuvo un papel preeminente durante toda la actuación, al igual que su voz, que se movía con facilidad entre el susurro y el desgarro. En Bessie contaron la historia de Bessie Smith, una de las pioneras del blues y del rock’n’roll, aunque no llegó a ser tan conocida (hasta el punto de que, a su muerte, Janis Joplin tuvo que pagar su lápida). También hicieron una versión de Soldier of the heart, de Judee Sill, otra gran dama en la sombra. Incluso interpretaron un villancico (eso sí, fue de desamor), titulado Dead on the snow. Hace años Sara escribió Mary para su hermana y, como no estaba presente, se la quiso dedicar a su madre, que disfrutaba del concierto desde la terraza. No quisieron hacer el paripé de retirarse para volver a los bises y acabaron la actuación del tirón, con una versión de Wild Honey, de los Beach Boys, que terminaron casi a modo de jam session. A esas horas ya hacía bastante frío, pero a quién podía importarle la temperatura si Rubia acababa de llevar al Caballo Blanco un buen pedazo del verano del amor.