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El Thyssen presenta lo que supuso Salvador Dalí para el movimiento surrealista

La muestra exhibe, asimismo, obras de Chirico, Ernst, Matta o Lam

El Thyssen presenta lo que supuso Salvador Dalí para el movimiento surrealista

madrid - El Museo Thyssen se alía por segunda vez con la colección de Arte Abanca en Dalí y el surrealismo, una exposición de trece obras que repasan la trayectoria de este movimiento del siglo XX y que parte de dos piezas clave de Salvador Dalí, “esperanza blanca” del surrealismo.

Las rosas sangrientas (1930) y Patio oeste de la Isla de la muerte (1934) son los pilares de esta exposición que podrá visitarse hasta el 27 de enero. Se estructurada en torno a Salvador Dalí, explicó ayer en la presentación el director artístico de la pinacoteca, Guillermo Solana. “Dalí fue la gran esperanza blanca del surrealismo, el joven que iba a salvar el surrealismo cuando estaba en una falta de inspiración absoluta, y que luego terminó convirtiéndose para el movimiento en el maldito por excelencia porque había llevado el shock mucho más allá de lo que los surrealistas ortodoxos se atrevieron”, agregó. Giorgio de Chirico, Max Ernst, Roberto Matta, Wilfredo Lam, Joan Miró, Óscar Domínguez, Maruja Mallo, Eugenio Fernández Granell y Urbano Lugrís son el resto de artistas que conforman esta exposición de trece obras.

“El surrealismo es tal vez el movimiento más trascendental del siglo XX, porque es un movimiento que no se acaba en sí mismo, sino que propone una filosofía de vida con la cual recomponer el hombre alienado, el hombre extinguido por el uso de la razón instrumental”, indicó Juan Ángel López Manzanares, comisario de la exposición y conservador del museo. Añadió que este movimiento, que surgió tras el descrédito que sufrió la cultura después de la Primera Guerra Mundial, “no fue tanto una escuela de pintura con un estilo definido, sino un conjunto de manifestaciones que aportaban ideas o tentativas de volver a recomponer ese hombre, con la idea de cambiar la vida y transformar la sociedad, volver a una sociedad más equilibrada”.

diálogos En el primer Manifiesto del surrealismo (1924), André Bretón ofreció una doble definición del surrealismo alusiva tanto a la “escritura atómica” como al “relato de los sueños”, como se aprecia en las obras reunidas en este recorrido que abre el pintor italiano Giorgio de Chirico, en cuyos cuadros se plasma el mundo del sueño al que apelarían los surrealistas. “Dado que las obras eran bastante diferentes a otras y que abarcaban un arco temporal muy extenso, desde el año 1923 hasta 1976, hemos hecho un montaje que sea didáctico, atractivo a la vista, en el que hay una primera pared que estaría dedicada a los comienzos del surrealismo hasta el año 30”, comentó el comisario.

De Chirico comparte pared con otros artistas como Joan Miró y sus lienzos Cabeza de hombre III (1931) y Cabeza, pájaros (1976), y Maruja Mallo, la única mujer de la muestra que se ve representada con El salto (1931). La pared central hace dialogar las dos piezas de Dalí con las del tinerfeño Óscar Domínguez, que preside la sala con las oscuras pinturas Piano y El drago, ambas de 1933. “Luego hay un desarrollo del surrealismo a partir de la Segunda Guerra Mundial, que sería un poco como el colofón de la exposición”, apuntó López Manzanares sobre el espacio dedicado a Wilfredo Lam, Roberto Matta y Eugenio Fernández Granell.