En el arte de Naroa Armendariz (Pamplona, 1981) resuenan muchos de los sentimientos y las actitudes a los que sería conveniente mirar hoy: gratitud, memoria, pausa, contemplación, silencio. Sin olvidar la belleza en toda su profundidad. O la fragilidad como cualidad valiosa.
A ellos mira la artista navarra, conectada con la filosofía oriental y la estética japonesa, y teniéndolos en cuenta crea obras como las que pueden disfrutarse ahora en el espacio Apaindu de la calle Curia.
Hasta el 25 de junio incluido, está abierta allí su exposición Gesto, vacío, memoria, en la que las flores son ofrenda y vía de conexión con la huella emocional de las ancestras.
Aprender a pintar de una manera nueva
La memoria de aquellas mujeres que nos han precedido habita el arte de Naroa Armendariz, que en este caso surge de una exploración y un trabajo con la tinta china sobre un soporte muy especial: el papel de arroz.
Un año lleva inmersa Armendariz en este proceso creativo que describe como “uno de los más arduos” que ha vivido. Tras experimentar con la pintura abstracta con tinta china y luego con la animación digital sobre ese trabajo, se ha volcado ahora en el papel de arroz, en su cualidad de semitranslúcido, aprendiendo a pintar casi de cero, de una manera completamente nueva.
"Entiendo y reivindico la belleza en mi obra como algo trascendental, que nos conecta"
“La pintura abstracta y esa expresividad con la que había trabajo en mi proyecto anterior no funcionaban con el papel de arroz, y eso me hizo dar un giro”, cuenta recorriendo con la mirada estas creaciones que empezaron a alumbrarse como formas florales que al principio la artista rechazaba –porque “quería hacer pintura abstracta”–, pero que terminaron gustándole.
A partir de ahí todo ha sido un investigar y aprender nuevas maneras de hacer con este papel “tan finito y frágil al contacto”, y con el bastidor de bordado también como soporte y símbolo esencial. Un elemento que “se ha vuelto muy importante” en el arte de Naroa Armendariz, y que concreta su afán de comprensión de la belleza como algo trascendental en un “homenaje a las ancestras”.
La 'magia' de la iluminación
El bastidor de bordado activa muchas memorias familiares relacionadas con mujeres que nos han precedido, y “nos conecta con todos los cuidados y todo el amor que nos han venido dados a través de ellas”, dice la artista, apuntando que las flores representan todo eso y a su vez nuestra gratitud por lo recibido.
Las obras que lucen en Apaindu son una muestra de la riqueza y la variedad que pueden lograrse “con los recursos mínimos para pintar”. Con lo esencial y, eso sí, laborioso –porque pintar con tinta china sobre papel de arroz requiere de un ejercicio de “contención relajada” que ha sido “todo un reto” para la artista–; y son obras concebidas para contemplarse de dos maneras: con iluminación desde atrás –lo que genera una intimidad y una atmósfera muy particular y sugerente– y con iluminación desde delante –lo que permite apreciar toda la sutileza de la técnica–.
EN CORTO
- Visitas guiadas. Todos los viernes a las 18.00 horas y sábados a las 12.00 horas se está haciendo una visita guiada a la exposición de la mano de la artista previa inscripción. Los grupos son de aforo limitado. La inscripción es gratuita y se puede realizar a través del siguiente formulario o del QR: https://forms.gle/WnhxXAhy55Kb4B1w7
- La artista. Naroa Armendariz es licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco y tiene una intensa y experimental trayectoria en el mundo del arte tradicional, así como digital. En esta exposición, su obra se caracteriza por la búsqueda de una belleza sobria y trascendente, en diálogo constante con el espacio, la materia y el silencio.
El reto del vacío
El vacío tiene una presencia muy importante en las obras más recientes de Naroa Armendariz. "Gracias al vacío por contraste, los trazos cobran mucha fuerza", destaca la artista, reflexionando que "en nuestra cultura el vacío y lo que no está pintado, o trabajado en el caso de la pintura, parece que está como poco hecho, sin terminar".
Ella reivindica "más que nunca una estética completamente opuesta" a la que impera en la cultura actual, en la que "todo está cada vez más lleno, más saturado, y sucede cada vez más rápido".
"Yo busco todo lo contrario, un ritmo más lento, tanto en el hacer como en la propia estética, que además da presencia al vacío. Es como volver un poco hacia atrás, a las ancestras, y recuperar cosas de antes que nos podrían venir y reformularlas, actualizarlas", dice Armendariz, reconociendo que para ella es un reto "llenar solo lo justo y necesario".
"Y como en mi caso lo que ocurre a nivel plástico siempre ocurre también a nivel de existencia, de ahí saco la lectura de todo lo que me cuesta respetar en el día a día esos espacios de silencio, de vacío, de pausa".
Una línea de exploración abierta
La exposición de Apaindu se completa con tres murales en formato vertical a base de tinta china sobre papel de arroz, unas creaciones en las que Naroa Armendariz sigue con las flores como motivo pero prescinde ya del bastidor de bordado.
"En nuestra cultura todo está cada vez más lleno, más saturado, y sucede cada vez más rápido; yo busco todo lo contrario"
"Y desde ahí voy a seguir. Tengo ya varias líneas de investigación abiertas con este mismo proyecto, una con el formato cuadrado, otra que pasará por empezar a meter el color en alguna obra... Se trata de ir probando, pero veo que tiene recorrido", asegura sobre este proyecto, el que ha dado como resultado la obra "más intimista" que cree haber alumbrado hasta ahora.
Y en medio de todo, la comprensión de la belleza como algo trascendental . "Veo que mucha gente dentro del arte tiene completamente denostada la belleza, y para mí esto tiene que ver con que la estética en nuestra cultura está entendida como algo completamente desconectado y superficial, como algo plasticoso, mientras que para mí la belleza es todo lo contrario, es algo que nos conecta", opina la artista navarra.