Florencio Alonso: viaje al subconsciente
Distorsionar imágenes para trasladar al espectador a un escenario oculto e imprevisible es uno de los objetivos de ‘Señales de ruido’, un proyecto del artista estellés que se podrá visitar hasta el 21 de diciembre en el hall de El Sario.
Imágenes diluidas que trasladan al espectador al mundo subconsciente han llenado el hall del edificio de El Sario de la Universidad Pública de Navarra. Se trata del último trabajo de Florencio Alonso, Señales del ruido, en el que el artista estellés explora un escenario oculto e imprevisible que le conduce a un mundo subyacente del espacio cotidiano, de su lado oscuro, incitando el inconsciente. La exposición, que se inauguró ayer, permanecerá hasta el 21 de diciembre y en enero se trasladará al campus universitario de Tudela.
Señales de ruido surge cuando Alonso se empezó a inquietar por “una serie de situaciones y de imágenes” que comenzó a captar a través de la fotografía digital, atraído por “una especie de energía en las imágenes”, tales como los presentadores de televisión o público en las gradas. “Empecé a fotografiar esta energía que notaba, sabía que ahí pasaba algo”, dice. En ese proceso, las imágenes comenzaron a sugerir al artista una serie de intervenciones a través del ordenador. “Pero muy pocas, porque realmente lo que me interesaba era ese desenfoque, que le daba a la imagen ese extrañamiento”, añade.
A Alonso le interesaba especialmente la distorsión, el desenfoque que muestran las imágenes, porque “la nitidez no era importante”. “Las imágenes distorsionadas me llevan a otro terreno, no al objetivo, y así me permiten crear un relato abierto”, explica. En este relato, se percibe de manera bien clara la trayectoria pictórica del artista, ya que el resultado de las obras que se muestran son imágenes aguadas. “Es fotografía utilizada con la mirada de un pintor y la imagen se dirige hacia un territorio del inconsciente en el que se crea una sensación subterránea; se trata de mostrar el otro lado de lo objetivo, de lo concreto”, comenta. En esta deconstrucción, Alonso sintió que “se creaba una simbología inquietante e incluso oscura”. “El relato se enmarca dentro de la sombra, de lo que nos rodea y del otro lado de nuestros espacios cotidianos; se trata de explorar ese otro lado que está implícito y que, sin embargo, muchas veces nos pasa desapercibido”, apunta.
ritmos y perforaciones Las imágenes se llenan de puntos negros o blancos, que superponen a esos espectadores o se colocan sobre el presentador de televisión, unas manchas en las que el autor, dice, se ha dejado llevar. Los puntos funcionan como ritmos en algunas ocasiones y como perforaciones en otras. “No me gusta concretar en el relato porque si lo explico, se quedará muy cerrado, ya que la palabra esclaviza”, observa. No obstante, señala que “estos puntos dan ritmo y permiten respirar dentro de ese desenfoque; la mirada puede descansar”. En algunos de sus trabajos pictóricos Alonso también utiliza este tipo de manchas circulares, de manera libre, que funcionan como voces “que vienen del vacío o que van hacia el vacío”.
Entre las imágenes de presentadores o de espectadores en gradas, destacan las fotografías de una figura de plomo, que “son retratos heridos que entran en una poética interesante” con el resto de piezas que componen la exposición. “Al tratarse, realmente, de figuras de futbolín, se produce una mezcla entre el dolor y lo irónico bastante interesante”, observa el artista, quien espera que la exposición tenga tan buena acogida como en otras ocasiones. “Creo que nadie se queda indiferente ante esta muestra, que interpela con el visitante, y eso es algo fundamental dentro del arte”, concluye.
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