barcelona - El escritor y matemático argentino Guillermo Martínez, que en la noche del domingo al lunes ganó el 75º Premio Nadal con su novela Los crímenes de Alicia, trama policial inspirada en el mundo de Lewis Carroll, considera que “el mundo ideal de Alicia en el país de las maravillas tiene elementos siniestros”.

Los crímenes de Alicia, que Ediciones Destino publicará el 5 de febrero, es una suerte de secuela de una novela anterior de Martínez, Los crímenes de Oxford, llevada al cine por Álex de la Iglesia. Aunque Alicia en el país de las maravillas se haya convertido en un clásico de la literatura infantil, Martínez asegura en una entrevista a Efe que hay “elementos siniestros y oscuros” en el texto “si se lee con detenimiento”. Y menciona por ejemplo el personaje del Sombrerero Loco, que, como todos los sombrereros, enloquecían al inhalar el vapor de mercurio utilizado para la fabricación de los sombreros. La novela está ambientada en Oxford en 1994 y tiene muchos puntos en común con Los crímenes de Oxford. “Comparten la misma ambientación, se repiten algunos personajes, incluida la dupla protagonista formada por el profesor Arthur Sheldom y el joven Guillermo, estudiante de Matemáticas”, agrega el escritor, aunque luego aclara que, sin embargo, son “historias independientes”. Si en la primera el eje narrativo eran las secuencias matemáticas, en esta ocasión el motor son los símbolos y el universo del clásico de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas, y se desarrolla en el marco de una ficticia Hermandad Lewis Carroll, a la que pertenece el propio Sheldom, que decide publicar los diarios privados de Carroll.

Martínez explicó que el origen de la novela fue un prólogo escrito para un libro sobre Lewis Carroll, Lógica sin pena, para el cual tuvo que investigar sobre su vida y encontró el detalle de que dejó unos diarios íntimos que estuvieron bajo custodia de los familiares durante más de 30 años y solo su sobrino pudo leer en su totalidad. Se perdieron cuatro cuadernos y en los que quedaron aparecieron algunas páginas arrancadas. “Otro detonante real fue que en 1994, el mismo año en que se ambienta la novela, apareció un papel que da cierta información sobre el contenido de esas páginas arrancadas, que sugiere preguntas como qué secreto querían preservar, qué decían esas páginas sobre distintas facetas de la vida de Carroll”. En la novela, resume el autor, aparece “una doble intriga”, la policial de averiguar el origen de los asesinatos, y la literaria, relacionada con los cuadernos: “El inspector Petersen, que ya estaba en Los crímenes de Oxford, actúa según la convención policial de ocuparse de los hechos indudables, mientras que Sheldom y su pupilo miran los hechos con la forma de pensar matemática y actúan en el reino de las conjeturas”. La dupla protagonista “discute a lo largo de la novela de lógica, de filosofía y de las muchas facetas de la vida de Carroll”, en una estrategia que podría recordar, según el propio autor, al Borges de La muerte y la brújula o el Eco de El nombre de la rosa.

La Hermandad de la novela se inspira en la Sociedad Lewis Carroll, que existe y que publicó sus diarios completos. “A partir de esta base real imagino a estos personajes, y en la novela se discuten varias teorías y controversias sobre la vida de Carroll”. Las discusiones filosóficas que entablaban los personajes en Los crímenes de Oxford se mantienen en Los crímenes de Alicia: “Es como si hubiera encontrado otro modo de contar algunos dilemas que había en la primera, que yo mismo no conocía, y ahora he encontrado otro ángulo para decir algo similar, con otras metáforas, con otras analogías, que tienen más que ver con los intereses de Carroll por el lenguaje y sus paradojas”.