el momento de la apertura de los sobres fue el punto más caliente de la gala de los Goya celebrada hace unos días, con Silvia y Andreu de pareja fashion, en un espectáculo que tuvo de todo como en botica, y que terminó en aprobado por los pelos; prueba de fuego para cualquier presentador/a que se precie, y que de momento más sirve para castigar que para reconocer creatividad, profesionalidad y buen temple en el escenario ante las cámaras. A lo largo del interminable desfile de premios y premiados se repitió la escena de abrir el sobre, sacar la tarjetita de marras y leerla en público, evidenciando la mala calidad de los sobres o las dimensiones mal calculadas del papel que convirtieron ese momento, repetido de forma atorrante a lo largo de la cansina noche, en una pelea para la pareja de famosos de cada premio, que se las tenía tiesas luchando contra sobre y tarjeta, empeñadas en no salir con facilidad y fluidez y desvelar los nombres de los agraciados. En medio de peleas titánicas entre famosete de turno y sobre, la gala iba transcurrido de mal en peor, evidenciando que los organizadores eran incapaces de solucionar problema de tamaño calibre, haciendo del enfrentamiento entre papel y humano, un momento de chacota y torpeza. Empujar con saña, romper con desgarro sonoro, intentar levantar la solapa con decisión y templanza, tratar de sacar la cartulina con manifiesta soltura devinieron en situaciones difíciles de solventar y hasta Javier Fesser al recoger su premio de Campeones, pidió un reconocimiento para la empresa de la goma de pegar y material papelero de los sobres como auténticos protagonistas de la noche. Ya se sabe que en los nimios detalles está el éxito de los grandes eventos, y en la pasada gala cinematográfica se evidenció tal asunto. Bochorno repetitivo de la Academia por nos gastarse unas pelas en cartulinas en condiciones y sobres bien templados. Qué ridículo. A mejorar para el año que viene.