el mundo de la tele está habitado por fauna variopinta que da color y dolor a las numerosas familias que hacen el día a día de las teles. Personajes famosos o afamados en cinco minutos de gloria y satisfacción personal ante un auditorio anónimo y millonario en cifras, que hace de la notoriedad una necesidad para triunfar en el mundo de la mal llamada pequeña pantalla. Cientos y cientos de famosillos de papel celofán, que en ocasiones duran un ratito y en otros casos, se convierten en habituales acompañantes d e nuestras vidas. Personajes de escasa consistencia en la mayoría de los casos, sacudidos y percutidos por las balas de la popularidad y notoriedad popular. Títeres sin alma que pululan por las teles, pasando de una a otra cadena, personajes de realities y comentaristas de actualidad, que son auténtico ejército de gladiadores del mediático circo.

Isabel Pantoja o Carlos Sobera son dos especímenes agarrados a la tele como medio de supervivencia, capaces ambos a dos de enfrentar cualquier misión o acometer cualquier presentación de programa con tal de chupar de la piragua y mantenerse en la ola del famoseo, y el buen cobrar de las arcas de Mediaset, gozosa empresa de títeres sin cabeza a lo largo de su programación y cadenas, Cuatro y Telecinco. Isabel sigue impertérrita aguantando carros y carretas, con algún momento de bajón emocional, pero sintiéndose capaz de ganar el suculento premio que encierra el programa Supervivientes en las costas de Honduras. Carlos Sobera, poco periodista y mucho personaje de circo y teatro dirige con desparpajo las galas de Supervivientes, metiendo la pata, descalabrando el guion y haciendo de su capa un sayo, a mil leguas del buen hacer del titular Jorge Javier. Isabel en pos del dinero es capaz de soportar tormentas, desaires y malos modos en un ejercicio de resistencia digno de otros cometidos. Dos títeres sin cabeza en el escenario de la gloria. Esto es así.