tudela - Con la intención de hacer un “homenaje a ese colectivo que pasa desapercibido a los medios de comunicación”, toda una generación de entre 45 y 55 años que la sociedad los ha convertido en “abuelos laborales”, el extremeño Santiago Requejo ha llevado al cine su primera película, Abuelos, que ayer sirvió para abrir el 20º Festival de Cine Ópera Prima de Tudela. Esta bautismo en el largo narra las vivencias de tres hombres maduros que tratan de sacar adelante, con impulso e ilusión, un proyecto en un mundo laboral que les es completamente ajeno.

Con un elenco de actores (Carlos Iglesias, Ramón Barea, Roberto Álvarez, Ana Fernández, Mercedes Sampietro o Eva Santolaria) que, como el propio realizador señala, “sostiene la película” y haría rabiar muchos realizadores, Abuelos se adentra en el mundo de la crítica social pero nadando, a dos aguas, entre el drama y la comedia, sin sumergirse en ninguno de los dos y alejado de los retratos de Ken Loach. “No quería una cinta reivindicativa con un carácter muy potente porque me faltaba la experiencia, el conocimiento y los argumentos para sostenerlo. Quien espere eso la película le va a decepcionar y se le va a quedar floja; es solo una reflexión. Pone el ojo sobre una problemática que nadie estaba atendiendo. Tampoco quería una comedia frívola. Quería personajes reales, con los que la gente se identificara, busqué un tono más francés y argentino, que fuera ilusionante y tuviera esperanza”.

De esa manera, Requejo presta toda su atención al concepto de emprender. Para ello retrata a los denominados “abuelos laborales” que “se han visto en la necesidad de emprender, no para hacerse millonario, sino para sobrevivir. Me parecía un concepto interesante porque al final este país se nutre de esos cientos de miles de autónomos que levantan cada mañana su comercio para seguir adelante”. Natural de Plasencia, el realizador señaló que no es una persona con excesiva conciencia social pero que este problema le caló, “algo tiene que pasar en este país. No puede ser que desaprovechemos el talento de gente aún joven”, por lo que señala que el largometraje es un “homenaje a la función social que tienen hoy y que gracias a ellos se han mantenido multitud de familias”.

Su primera película ha supuesto una experiencia “mucho más dura de lo que esperaba” y comparó el esfuerzo y tensión de hacer un corto y pasar a grabar un largometraje con “pasar de correr 100 metros a un maratón. He hecho muchos cortometrajes pero tienes muy medido los días que son y son muy intensos, pero el largometraje es otra historia. El primer día iba como si fuera mi cumpleaños, no dormí la noche anterior. Empecé a ver que en cualquier momento todo se podía descontrolar”. De hecho Requejo, dos meses después, sufrió un proceso de ansiedad que le llevó a consultar a un especialista, “ha sido una experiencia espectacular a nivel personal porque te das cuenta de que te quieres dedicar a esto y me considera una persona muy afortunada por poderlo hacer”.