pamplona - Una de las primeras cosas que hizo ayer Lou Berney tras llegar a la capital navarra fue visitar el Café Iruña. Leyó The Sun Also Rises (Fiesta) en el instituto y quería conocer alguno de los espacios que Ernest Hemingway mencionó en su novela. El escritor participará hoy en un club de lectura en la Biblioteca de Navarra (11.30 horas) y por la tarde, a las 19.00, dialogará en la sala de Cámara de Baluarte con Carlos Bassas del Rey, ganador del último Premio Hammett estatal por Justo. Todo, en la penúltima jornada de Pamplona Negra.¿Qué hace un tipo de Oklahoma City en Pamplona?

-No sé (en español, ríe)... Fue muy fácil convencerme. Oklahoma es muy fría y marrón en invierno, así que cuando me propusieron venir a Pamplona en estas fechas, a un lugar que es verde y bonito y donde me han dicho que se come de maravilla, antes de que terminaran de decírmelo ya estaba en camino (ríe).

¿Qué le aporta el contacto con el público y con otros escritores?

-Para mí es muy importante estar en contacto con otros escritores porque me proporciona una comunidad y apoyo. Cuando escribimos estamos solos en nuestras cabezas y estar con gente que entiende esa sensación y que vive lo mismo me gusta. Y lo mismo me pasa con los lectores.

¿Tienen en Estados Unidos la oportunidad de acceder a novelas negras de autores europeos y/o españoles?

-No tenemos demasiadas oportunidades, más que nada porque no se traducen demasiadas. Por ejemplo, he escuchado cosas fantásticas de las novelas de Carlos (Bassas), pero no he podido leerlas porque no se han traducido. Sí que he leído a los autores española de novela negra más conocidos, pero es difícil estar al día por eso que comento. Pero estoy aprendiendo español, todavía no tengo el nivel suficiente como para leer directamente en este idioma, pero espero tenerlo pronto. Además, ahora que en Estados Unidos la novela negra está adquiriendo cierta categoría y más respetabilidad, se están traduciendo cada vez más.

Aquí también se ha considerado un género de segunda durante mucho tiempo, y quizá todavía hoy.

-Sí, durante mucho tiempo no se ha considerado ni siquiera literatura, solo entretenimiento, pero eso está cambiando. Y esto es muy bueno sobre todo para los autores de novela negra y novela criminal porque les está dando libertad para crecer y para afrontar un tipo de literatura diferente y más potente.

Carreteras de otoño es un thriller, pero también una road novel y una historia de amor, ¿cuál de estas tres ideas nació antes en la cabeza de Lou Berney?

-¡Vaya! En todas las entrevistas que me han hecho hasta ahora sobre la novela nadie me ha planteado esta pregunta... (Silencio) Creo que la historia de amor fue primero, esa idea de dos personas procedentes de mundos muy diferentes conectando y cambiándose el uno al otro es el corazón de la novela. La tuve hace muchos años y esa semilla fue creciendo y creciendo hasta germinar en esta historia. La literatura, en definitiva, trata de esto, de personas que se conocen y con ese encuentro cambian de alguna manera.

Aquí tenemos dos viajes, el físico y el interior.

-Me gusta eso de la ficción criminal, que puedes tener esos dos viajes, el exterior y el interior. Para mí los dos son importantes, porque por un lado quiero que el lector se emocione, tocarle el corazón, pero a la vez que desee pasar las páginas porque necesita saber qué pasa a continuación.

Hay grandes escritores en la literatura estadounidense dentro del género de las road novels, ¿qué referentes maneja en ese sentido?

-John Steinbeck y Las uvas de la ira sobre todo. Mi madre creció en la época en la que sucedieron los acontecimientos que narra esa novela y cuando nosotros íbamos en coche recorriendo la famosa ruta 66 me contaba historias de entonces. Yo he crecido con esos relatos y me influyeron muchísimo.

Carreteras de otoño está protagonizada por dos perdedores, dos personajes que huyen y van en busca de algo, ¿cómo los creó, qué tienen en común para acabar encajando?

-Los dos quieren ser alguien diferente. Los dos huyen en busca de una nueva vida. En Estados Unidos, esta es una historia arquetípica, clásica, porque el país se construyó así, viajando desde el viejo hasta el nuevo mundo en busca de una vida nueva en un nuevo continente. Pero la idea del viaje es universal y ya está en la primera novela de la historia, que es el Quijote.

¿Le interesan los personajes que están rotos, perdidos?

-La verdad es que no pienso mucho en eso. Quizá otros escritores funcionan de otra manera, pero, en mi caso, los personajes cobran vida en mi cabeza y no los analizo demasiado, simplemente intento crear una ficción verdadera con ellos.

En esta novela, el contexto es fundamental, ya que todo sucede unos días después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Una vez más queda claro lo importante que fue aquello en la historia reciente de Estados Unidos, y lo es incluso hoy.

-Fue y es un momento clave. Sobre todo para la gente que ahora tiene 50 o 60 años. Fue un momento en el que la historia de Estados Unidos cambió completamente y para siempre. Antes de la muerte de JFK las cosas marchaban en una dirección, después del asesinato todo fue diferente. No quiero decir que el asesinato fuera lo que en sí causó el cambio, sino que fue un gran hito en ese tiempo. Aquel suceso provocó que los estadounidenses comenzaran a descubrir que el mundo era más complejo de lo que creían.

¿Qué descubrieron de su país?

-Creo que Estados Unidos era muy inocente antes de ese momento y después esa inocencia se rompió. Hasta entonces, muchos ciudadanos pensaban que todo iba bien y el asesinato les hizo despertar de una especie de sueño.

Don Winslow y Stephen King han alabado su novela, ¿es mucha responsabilidad?

-¡Sí! (ríe) Los escritores de novela negra son muy generosos y los que llegan arriba tienden a prestar atención y ayuda al resto de la comunidad de novelistas. Eso es maravilloso.

Pues desde fuera muchos piensan que la rivalidad es tremenda,

-No es cierto en absoluto, es muy raro que se dé esa rivalidad entre los autores de ficción criminal. En el resto de géneros, por supuesto que existe (ríe).

Lawrence Kasdan ha comprado los derechos de la novela para llevarla al cine, ¿en qué momento está ahora ese proyecto?

-Con Hollywood uno nunca sabe lo que puede acabar pasando, hay que cruzar los dedos (ríe). Pero sí, Lawrence Kasdan ha escrito ya una versión del guión y lo bueno es que el proyecto está vinculado a un estudio y ha pasado ya varias de las barreras importantes, así que parece que la cosa no va mal. Yo no estoy muy encima del tema, lo único que quiero es salir en la película como extra en el grupo de los mafiosos (ríe).

Lou Berney también ha escrito para el cine y para la televisión, ¿tiene una forma muy diferente de escribir en ese caso?

-Sí. Cuando escribes para el cine todo está muy estructurado, es pura arquitectura y todo tiene que estar en su sitio. En cambio, cuando escribo novela, o al menos ese es mi caso, todo sale de dentro y es más improvisado, casi como en la música jazz.

¿Y le parece que hoy en día en algunos asuntos la ficción cuenta casi mejor la realidad que el periodismo?

-Son diferentes maneras de llegar a la verdad. El periodismo, hacia el que siento mucho afecto porque es lo que estudié en la universidad, se basa más en los hechos y la literatura profundiza y va más allá de la superficie. Y hay casos como el de Don Winslow que mezclan ambos mundos y resultan muy interesantes.

Para terminar, ¿conocía algo de Pamplona? ¿Quizá a través de Hemingway?

-¿De quién? (ríe) Leí The Sun Also Rises (Fiesta) en el instituto y cuando pienso en España la recuerdo, pero también el Quijote. Conozco el sur, he estado en ciudades como Granada, Sevilla, y también en Madrid, y estoy ansioso por saber más de esta parte del país que parece tan diferente.