- No ha tenido mucho tiempo para el ocio. Las continuas gestiones para reprogramar los espectáculos aplazados, el seguimiento de las directrices de las instituciones y el contacto permanente con compañeros de todos los teatros del Estado tienen a Grego Navarro muy ocupada. Un ajetreo que vive también como una importante oportunidad para la reflexión dentro del sector, en el que incluye al público, "porque forma parte del proceso" y porque, en el caso del Gayarre, la relación que los pamploneses tienen con el escenario de Carlos III es muy especial.

¿Cómo está pasando la cuarentena, es de las que hace mil cosas y ha optado por la calma y la reflexión?

-He estado muy concentrada en el trabajo porque hemos estado cambiando fechas y planteando opciones y a mí este tiempo no me ha servido para relajarme ni para ver películas, series... Aunque voy a parecer una workalcoholic, la verdad es que he aprovechado para leer cosas de trabajo que tenía pendientes, y es cierto que he visto algunas cosillas que me han recomendado, pero no he tenido la sensación de disfrute. También he investigado en Internet páginas de museos y de otros sitios. Sí que he procurado hacer ejercicio por una cuestión de salud, pero poco más en lo referido al ocio. Eso sí, como mi padre vive conmigo, la experiencia está siendo enriquecedora porque pasamos más tiempo juntos, y además he hablado muchísimo por teléfono. Ha sido maravilloso conectar con la gente a través de la voz y de las pantallas.

El trabajo con las compañías, productoras y artistas para buscar nuevas fechas habrá sido intenso.

-Ha sido complicado porque hay casos de todo tipo. Algunos tenían que determinar ellos mismos sus calendarios; otros estaban en fase de ensayos y a punto de estrenar y mover fechas es difícil; los que no sabían qué iba a ser de ellos directamente... Esto no ha sido fácil. El primer impacto fue de shock, y todos pensábamos que esto iba a durar menos. La primera quincena nos dejó a todos de piedra, y cuando ya empezamos a explorar nuevas posibilidades hubo quienes lo estaban pasando tan mal que no podían ni respondernos y quienes mostraron su disposición a mirar sus opciones. Después de este primer momento sí que hubo una gran apuesta por encontrar nuevas fechas, y nosotros hemos insistido mucho en ello porque consideramos que era muy importante preservar los proyectos y que no era cuestión de cancelar. También pensamos que las personas que tienen una entrada adquirida forman parte del proceso, ya solo faltaba la representación y no queríamos tirar ese trabajo por tierra. Hay que tener en cuenta todo el esfuerzo que conlleva programar y vender una propuesta, hemos trabajado mucho para mantener y persistir y ahora queremos ver si el público lo considera así.

Tener una entrada para el teatro es tener una cita, un proyecto.

-Eso es. Si tú tenías un billete para viajar y te lo han aplazado para más adelante, tienes esa ilusión, y aunque llegue el día anterior y no puedas ir y lo tengas que cancelar -como vamos a permitir nosotros con las entradas-, hemos pensado que esa idea era positiva para todos, para el trabajo hecho y para el propio espectador que tiene una relación con el espectáculo al que había decidido acudir. Hay teatros que han optado por devolver todas las entradas, pero otros, en cambio, están haciendo como nosotros, que es mucho más complejo desde el punto de vista técnico e informático. Y la gente está respondiendo de forma muy positiva. Si tú sabes que si no puedes ir a ver la obra te van a devolver el dinero, apuestas, y eso está muy bien porque es como una mirada hacia delante.

El Gayarre ha lanzado también esa posibilidad de apoyar al teatro destinando el importe a una especie de mecenazgo.

-Vivimos en un país en el que no estamos acostumbrados a la financiación privada de la cultura. En la reunión que hemos tenido esta mañana (por ayer) varios teatros, alguien mostraba cifras del National Theatre, que ha estado compartiendo espectáculos de manera gratuita en su web, y había uno que habían llegado a ver hasta 15.000 personas, recaudando unas cantidades enormes en donativos. Esto es muy habitual en el teatro anglosajón. En el Gayarre ya teníamos un sistema de colaboración y Navarra, además, tiene una ley propia. Y pensamos que ahora es un momento muy bonito para que la gente que quiera aportar algo pueda hacerlo. Creemos que esto tiene un valor. Me parece maravillosa la campaña que ha salido estos días de 'Apoya a tu librería'; ese es el sentimiento que pretendemos transmitir también nosotros. Y de paso esta es una etapa muy interesante para reflexionar sobre qué valor le damos a las artes, que nos han hecho mucha compañía estos días.

También hay debate sobre el riesgo de la gratuidad de contenidos.

-Es cierto. En un primer momento hubo una gran generosidad y un impulso maravilloso por parte de muchos creadores, pero esto nos ha traído al debate de hasta qué punto los contenidos deben ser gratuitos o no. En cualquier caso, para mucha gente la cultura ha sido una herramienta de sosiego.

Seguro que fue duro tener que cerrar las puertas del teatro aquel 13 de marzo.

-Fue un poco gradual y repentino al mismo tiempo. Esa misma semana estábamos en la Feria de Teatro de Donosti, que empezaba el día 9, y ya allí algunos compañeros de Madrid que acababan de llegar nos empezaron a comentar que se tenían que ir porque el tema se estaba poniendo serio. Además, nosotros teníamos en Pamplona a Les Ballets de Jazz de Montreal, que el viernes 13 empezaban la gira europea aquí y luego tenían que irse a Logroño, más tarde a Oviedo... Y, claro, no se podían mover. Fue tal shock cuando finalmente se decidió cerrar... Y casi más cuando creíamos que iban a ser solo unos días y vimos que no cuando el sábado decretaron el estado de alarma. Dos semanas, otras dos... Ha sido muy duro a nivel personal y a nivel profesional, pero era una cuestión de salud y no había discusión. Ha sido muy impactante y la única salvación era poder hablar con compañeros de otros teatros, porque nos situaba un poco en la realidad.

¿Qué se comparte en esas reuniones con otros teatros?

-Estamos en permanente contacto desde el principio y compartimos la inquietud, nuevos planteamientos, nuevos esquemas, estrategias... Y comparando, viendo, reafirmando protocolos que vamos a tener que seguir y presupuestos de elementos que parece que se van a poner en funcionamiento, como los arcos de medición de temperatura, entre otras cosas que de momento no sabemos cuándo se van a implantar. Compartir todo esto está siendo muy útil, porque si no te podías volver loco tú solo en tu teatro, aunque también estamos hablando e intercambiando impresiones con centros de aquí como Baluarte y el MUN. Seguramente coincidiremos en fechas y en ideas. Igual en otro tiempo habría sido más difícil la relación entre todos los teatros, pero en este momento está siendo muy bonito. Hoy mismo, contrastando políticas de devolución ha sido muy interesante ver que cada teatro tiene circunstancias diferentes y una relación distinta con su ciudad.

En concreto, ¿se ha iniciado alguna acción en el Teatro Gayarre?

-Sí. Hemos empezado a estudiar nuestra casa, nuestros metros, nuestros accesos, nuestros servicios para ver de qué manera vamos a establecer los protocolos, claro.

El Gayarre está gestionado por una fundación municipal, de modo que el contacto con el Ayuntamiento de Pamplona será constante.

-Por supuesto. No haremos nada sin que nos lo indiquen. De hecho, podíamos haber abierto la taquilla porque se podría considerar establecimiento comercial, pero hemos decidido esperar y la abriremos con cita previa y con prioridad para personas mayores de 65 años. En el sistema de devolución que hemos establecido hay una parte dedicada a las entradas que fueron compradas en metálico y que, por tanto, hay que acudir a la taquilla, y esperamos que la gente pueda esperar un poco más. Si no es así y les urge, pueden contactar con nosotros y les haremos una transferencia. Y claro está que no vamos a actuar por nuestra cuenta.

Esta semana han comunicado las nuevas fechas de varios espectáculos, comenzando ya en septiembre. ¿Antes de eso va a haber algún evento en el teatro?

-Ahora mismo no hay ninguna fecha concreta. Vamos a esperar a ver cómo va el mes de mayo y si se abren o no las siguientes fases. Estamos pensando en hacer algo más hacia finales de junio, pero veremos. Hay que hacer una reparación de un problema del suelo de la sala que no habíamos podido hacer hasta ahora porque hay que retirar las butacas. Ahora podría ser el momento propicio para hacerlo y si finalmente es posible, nos permitiría hacer algo especial con todo el espacio diáfano. No descartamos nada, solo queremos tener la garantía de que el público puede entrar. A partir de ahí, tenemos varias ideas, pero no nos queremos precipitar. Incluso estamos pensando en algún proyecto en el que solo pueda entrar una persona cada vez. Valoramos formatos diferentes.

Y a la vez habrá que instalar todo ese equipamiento de seguridad.

-Claro. Nosotros haremos lo que todos los teatros vayan a hacer. Ahora mismo está todo en fase de estudio de presupuestos, de ver qué aparatos y equipamientos se están comercializando, de qué manera se establecen las distancias entre espectadores, la zona de escenario, qué pasa con los intérpretes. Estamos todos los teatros en este tema. No nos vamos a precipitar ni a arriesgarnos a tener ningún problema de sanidad. También pensamos en que la pandemia irá remitiendo... Esperemos.

¿Se puede mantener el teatro con aforos mucho más reducidos?

-Este es uno de los grandes dilemas. Entramos en una ecuación de números muy diferentes. Estamos hablando con los productores y con las compañías, viendo de qué manera se puede llevar esto a cabo. Hemos planteado que quizá podrían hacerse dobletes y que se pueda distribuir al público en horarios diferentes. Podría darse el caso que si tienes que distribuir a los espectadores en dos o tres pases, igual las compañías deberían ampliar los días de programación. La cuestión está en encontrar la fórmula económica que equilibre todo eso. Lo que está claro es que haremos todo lo posible para que el teatro pueda continuar y tengamos espectáculos en vivo. Nosotros tenemos 820 butacas y si se trata de que puedan entrar solo 200 personas para que se puedan mantener las distancias de seguridad, habrá que ver cómo esto se traduce luego en las finanzas del teatro. No sería factible que las entradas tengan que valer el triple, así que ahí estamos, estudiando distintas fórmulas. Ha dado todo una vuelta de 180 grados y es un momento muy importante para la reflexión.

¿Contarán con artistas y compañías navarras para el regreso y para el sostenimiento integral del sector?

-Sí, sí, de hecho tenemos proyectos comprometidos con compañías navarras que queremos mantener a toda costa. Y es posible que surjan nuevas ideas, seguramente se generarán proyectos inusuales y, además, tenemos la ventaja de la distancia. Habrá artistas que todavía no podrán viajar y los nuestros están aquí. De hecho, ya están surgiendo algunas propuestas.

¿Y qué papel jugará el teatro, la danza, la música en lo que ya llaman la nueva normalidad?

-Nos darán lo que siempre nos han dado, pero que en este momento será importante reafirmar. Hay un componente de socialización, de compartir, de aprendizaje, de reflexión. Es un espacio que sigue siendo sagrado, en el mejor sentido de la palabra, donde el silencio y la escucha tienen una importancia enorme. Y, seguramente, en esta avalancha de pantallas que estamos teniendo últimamente, vamos a agradecer muchísimo la voz en vivo y en directo, el sonido de la música, el movimiento de la danza. Creo que se va a reforzar la apreciación y la necesidad de ver espectáculos en vivo.

"Esta es una época muy oportuna para reflexionar sobre qué valor le damos a las artes en nuestras vidas"

"Hay que retirar todas las butacas para una reparación del suelo y quizá así, con todo diáfano, se podría hacer algo"

"En estos momentos de tantas pantallas, vamos a agradecer la voz en vivo en directo, la música, la danza"