No hay más que ver y/o escuchar alguna de sus performances o de sus podcasts para sentirse atraído, casi hipnotizado por su modo de decir, de compartir la poesía, que, como ella misma dice, no habita solo en los libros. Ni mucho menos. Lo comprobarán quienes acudan a la cita con María Salgado hoy en Alzuza, tras la proyección especial que Punto de Vista dedicará a Nancy Holt.

¿Qué le parece hacer esta performance en un espacio como este, rodeada de la obra, el pensamiento y el espíritu de Jorge Oteiza?

-Es un sitio muy especial para presentar mi trabajo. Es verdad que está muy cargado por la presencia artística de Oteiza y eso siempre es complicado de habitar para no restar. Pero es muy bello, sí.

¿En qué medida influyen los espacios en este tipo de acciones?

-La pieza que presento es bastante sencilla en sus materiales y busca la cercanía, la intimidad, la intensidad y eso puede ocurrir en muchos lugares, pero es cierto que el espacio genera un cuerpo más. Por ejemplo, ahora que la gente no puede estar junta, ese sitio que hay entre las personas es una pérdida. Y el tipo de luz también influye. Creo que se pueden atravesar los espacios y conseguir una experiencia estética incluso a pesar de ellos, pero cuando el espacio se pone a favor, la pieza crece sin duda. Y para una tan sencilla como esta, pues cualquier ayuda es poca.

¿En qué va a consistir su intervención?

-Es una pieza que despliega en el espacio y en el tiempo una lectura del libro de poesía que publiqué en 2019 y que se llama Salitre. No sé si es tanto un libro de sueños como un libro de la lengua en la que contamos esos sueños, y al contarlos, existen. Es un libro que trabaja con materiales muy ligeros, muy comunes, porque, al final, todos compartimos bastante la forma en la que narramos los sueños, y de lo que se trata en la performance es de desplegarlo, cambiando la voz de contenedor. Hay voz grabada, voz en vivo, voz en directo amplificada y voz en vivo a capella. Además, como Salitre no se compone de poemas sueltos separados, sino que sus distintas cargas forman algo juntas, también se van desplegando sus distintas zonas semánticas. Esta la zona de la muerte, la del amor y el sexo y la del agua. En ese sentido, siento que es un recital expandido, por así decirlo.

¿En qué momento de su trayectoria poética decidió abrir esta vía y presentar su trabajo de otras formas, ya sea junto al músico Fran MM Cabeza de Vaca, en los podcasts o en recitales en solitario, como esta vez?

-Para mí, tanto al principio de manera intuitiva como luego cuando ya me formé y estudié las vanguardias del siglo XX, la dimensión oral y performativa de los poemas era evidente, porque en el momento en que tú tienes que leerlos en público, incluso en el recital más plano, tienes que tomar una serie de decisiones y poner el cuerpo. Digamos que ya desde ese poner el cuerpo más clásico de cuando empecé fui consciente de que en aquello participaba mi voz y que, por ejemplo, era distinto si empleaba mi memoria y miraba a la gente directamente a los ojos...

¿A qué se refiere?

-Quiero decir que aparecieron detalles muy pequeños que me hicieron investigar sobre cómo poner en pie los recitales. A partir de ahí conocí más el mundo de la performance y exploré de manera más radical. Y sigo pensando que la poesía no es solo impresa y que incluso cuando está en un libro es performativa. En tu lectura de ese volumen también aparece tu memoria del oído, de la realidad, no hay manera de separarlos. Salitre es, quizá, mi pieza que más se parece a un recital, pero incorpora los aprendizajes que he ido adquiriendo durante estos años haciendo performance.

¿Qué lugar ocupa el público, su resonancia, en este tipo de experiencias?

-Un lugar muy importante. La performance no tiene sentido si no es en el encuentro con la gente. Es algo que se hace en común y por eso cada vez es un acontecimiento diferente. De hecho, en el confinamiento acepté grabar un vídeo un día en mi casa sola para que la gente lo escuchara otro día. Intenté llevar esto a la performance, pero si no hay otro cuerpo delante, si nadie te está mirando, no se mueve el aire en medio, así que no hay performance. El público es todo.

Viene invitada por el Festival Punto de Vista, concretamente a participar en Dokbizia, que promueve el cruce entre lenguajes artísticos. ¿En qué medida diría que lo que hace tiene que ver con el cine o la creación audiovisual?

-Yo trabajo con la idea de que el lenguaje tiene una materialidad física y una de sus partes es sonora, ya esté leyendo un poema de memoria o haciendo un loop muy complejo con Fran Cabeza de Vaca en una máquina que necesita una programación electrónica. Creo que esto nos ha llevado a cruzarnos con las artes escénicas contemporáneas, con las artes vivas, con cierta parte de la música contemporánea, pop o experimental y, quizá, el mundo que menos domino es el visual. Es un lugar que casi no toco porque trabajo más desde la escucha.

¿Qué tiene de político su trabajo?

-Me interesa lo político en muchísimos aspectos, desde como tema hasta como manera de abordar el lenguaje. El lenguaje está sometido a procesos similares de explotación, de expolio, de regulación y de normatividad que los cuerpos que lo hablan. Así que en los usos poéticos del lenguaje veo una manera de plantar conflicto y de luchar por una emancipación. Y la parte escénica, poner el cuerpo, encontrarse con otros e intentar generar una situación de escucha en la que circulen de otra manera los significantes también es un acto político. Explorar placeres y sensaciones que nos hagan desear algo mejor, a mí me gusta imaginar mi trabajo así. Conseguirlo es otra cosa.

En un mundo de bombardeo de palabras, frases hechas, eslóganes y consignas, prestar atención, escuchar, ser capaces de discernir qué es lo importante y qué sobra se antoja crucial, aunque también difícil.

-Estamos en un período en el que hay mucha lengua muy homogeneizada cuya función es comunicar rápido una serie de mensajes para que vayamos operando con ellos. En ese contexto, la poesía siempre es una interferencia porque requiere de un poco más de tiempo. Incluso los poemas más claros necesitan una lentitud. La poesía subraya una rareza y la necesidad de entendernos, porque, en realidad, en la mayor parte de la comunicación que ejercemos no nos entendemos, aunque creamos que sí. Casi todo lo que va muy rápido es porque está convenido y consentido de antemano, no porque está hecho cada vez. Y la poesía te pone a hacer cada vez la lengua, ese es su placer intrínseco.

Volviendo a Salitre

-De hecho, en Salitre me interesó centrarme justo en esa parte común de los sueños. Parece que son individuales porque sale gente que conoces tú, pero, en realidad, si le cambias los nombres a esas personas compartimos no solo los sueños en sí mismos, sino también la manera de contarlos. El libro lo hice recopilando sueños de varias cabezas pero está escrito como si hubiera un único yo. Estoy en contra de la idea tan individualizada de la persona y creo que la lengua es la demostración de que lo que hacemos, pensamos, vivimos, y sentimos, es decir que nuestra intimidad es lingüística y compartida.

En los sueños hay muchas metáforas, o muchos símbolos, igual que en el lenguaje.

-Y es una de los temas que me interesaba cuando hice Salitre. Intenté escribir un libro de sueños que no fuera nada surrealista. No me interesaban las metáforas muy extremas, me parecían artificiosas. De hecho, lo que más me interesaba del sueño es la rareza de las frases literales que aparecen; es decir, cuando por la mañana te acuerdas de algo que ha dicho alguien en ese sueño, ¿pero tú en el sueño lo escuchas o lo dices? En Salitre quería trabajar con ese aspecto metafórico de lo literal y con lo literales que pueden ser algunas metáforas.

Escribe poemarios, realiza performances, también podcasts, publica un blog (’globorapido’). ¿Tiene necesidad constante de comunicación, de compartir en distintos formatos?

-No sé, no lo he reflexionado. No creo en esa especialización de si eres poeta solo escribes libros. Pienso que la lengua tiene una parte escrita, otra parte oral y otra performativa. Eso me lleva a distintos formatos que voy transitando. Tengo ganas de construir un mundo con lo que exploro y aprendo con otra gente, y de transmitirlo, claro.

“La poesía subraya una rareza y la necesidad de entendernos, porque la mayor parte del tiempo no lo hacemos”

“La lengua es la demostración de que nuestra intimidad es lingüística y compartida”