Ser aclamado por miles de personas en un festival no impide que uno pueda acabar durmiendo en una playa de Benicàssim tapado por un cartón, relata Éric Jiménez, batería de Los Planetas y Lagartija Nick, tras publicar, con ánimo desmitificador, el libro Viaje al centro de mi cerebro.

Integrante de dos de los grupos más importantes y solemnes del pop español, Jiménez ha querido “hacer un Mortadelo y Filemón riéndonos de nosotros mismos” en su segunda obra autobiográfica, después de Cuatrocientos millones de golpes, también editada por Plaza&Janés. “La gente viene a ver el espectáculo y no ve lo que hay detrás”, asegura.

Jiménez (Granada, 1967) defiende que el negocio de la música está sostenido por torpes, como él mismo se define, y dice que hay artistas que quieren mostrar un rostro que no es el verdadero. “Es gente que vive en un personaje, y reaccionan atados a esa imagen”, subraya, y “por eso cuando veo las cosas que hay tras los bastidores me río”.

Una gran excepción en la que se detiene es Enrique Morente, con el que grabó el mítico Omega junto a Lagartija Nick. “Es que era genial, era muy valiente, le gustaba reírse de la vida. Siempre al aspecto más negativo le daba la vuelta y lo convertía en algo surrealista y ridículo. Creo que la gente que ve las cosas así goza de mas salud que los demás”, reflexiona.

Pero Éric es discreto y la mayoría de las anécdotas que relata le tienen a él como protagonista, solo o en compañía de sus compañeros, casi siempre Los Planetas. Sus salidas al escenario en medio de una emocionante sintonía a veces vienen precedidas de situaciones menos místicas, como la vez en que se perdieron por el camino desde el camerino de La Riviera (Madrid) y acabaron en un lugar inesperado. También cuenta cómo en el FIB siempre se hospedaba “en un hotel de mucho lujo”, pero al final “acababa tirado en la playa cubriéndome con un cartón de helados Frigo porque era imposible volver con ningún medio transporte al hotel”.

Este libro lo ha escrito durante noches de insomnio en la pandemia, durante la que ha sobrevivido económicamente gracias a su bar de Granada: “Hasta ahora nunca había trabajado yo mismo en el local. Pero lo digo contentísimo, menos mal que tenía esa opción”.