La 22 edición del Festival de Teatro de Olite levantará su telón el próximo viernes 16 de julio, con una programación que viajará entre propuestas clásicas y contemporáneas, entre la poesía y la música, y que invitará a disfrutar del silencio. Así lo ve el director artístico del festival, Luis F. Jiménez, que desgrana las claves del programa de este año.

“Los caminos del alma” es el lema de esta edición, ¿cómo son esos senderos a los que invitan a acercarse?

-Sobre todo me gustaría que el público apreciase el silencio. Estamos en unos tiempos muy revueltos, donde hay demasiada información, opiniones... Todos sabemos todo y hablamos de todo, las redes sociales están cargadas de violencia... Es una situación delicada y me gustaría que con el teatro, desde esta posición aislada que tenemos de ofrecer espacios como el de Olite, el público pueda disfrutar del silencio, encontrándose con ellos mismos en ese camino.

Una búsqueda del silencio en una edición que es quizá la más musical de los últimos años: Carmen Linares inaugurará el espacio de La Cava con 40 años de flamenco, la música está presente en varias obras y el cierre correrá a cargo del grupo The Lyrical View.

-Sí, porque tanto la música como el teatro se hacen con el silencio. El silencio habla en el teatro, en la música... entonces seamos capaces de apreciar esos momentos y de respirar. Está la apertura con Carmen Linares y vamos a cerrar con The Lyrical View, unos muchachos de Navarra, que se presentan en Olite como grupo. También tenemos la Euskal Herriko Txistulari Elkartea, que abren la edición en la plaza Teobaldos y estrenan 1521. Quiero que con ellos el público tomemos las plazas de nuevo.

Ha afirmado que esta programación está especialmente pensada para el público: ¿en qué sentido?

-Por un lado está el lema, Caminos del alma, donde la poesía y y el silencio van a estar muy presentes, y por otro lado está esa búsqueda de que, con las nuevas propuestas, el público se acerque al festival. Hay un publico muy fiel, pero hay otro que a lo mejor se acerca por primera vez al festival y ese es el que me gustaría tocar.

Ha hablado de llegar a nuevos públicos, ¿cómo definiría la programación de este año?

-Es un viaje. Vamos a viajar a los clásicos, hay un viaje en la Nao D’Amores y Tito Andrónico, que viene de una producción del Festival de Mérida y también vamos a estar en propuestas del teatro contemporáneo con La Isla y Chicas y Chicos. No podemos hacer internacional este año por la pandemia, pero sí he buscado propuestas que me abriesen a la dramaturgia europea e internacional, como también Principantes, dirigida por Andrés Lima y con Javier Gutiérrez. Dentro de la poética, tenemos a Lorca desde dos opciones muy distintas: una totalmente poética, con Espejo, Capricho Escénico, y la versión que hay de La pasión de Yerma. Van a dar una visión de lo que está siendo la producción española de este momento.

Sin olvidar el protagonismo navarro que habrá también, otro año más, en el escenario de La Cava.

-Sí, tendremos Tránsitos, con Amico Teatro y Acrónica, que fue residencia en 2019. También a Marta Juániz con Vencidos y Beautiful Stranger, con Ion Iraizoz. Son tres propuestas que para mí, de alguna manera, están marcando lo que es en este momento la creación en la escena contemporánea en Navarra. En el festival está ese deseo de abrirse a la producción de Navarra, no sólo a compañías sino también a creadores, que estén fuera o dentro. Navarra es como es y no tiene las posibilidades que ofrecen Madrid o Barcelona, con lo cual definir la programación es acoger la nueva creación que se está haciendo aquí, compartiendo presencia en la Cava con grandes teatros como La Zaranda, una de las grandes compañías que estará por primera vez en Olite. Seremos además el primer festival que acoge su espectáculo Como hace 3.000 años, con el gran Héctor Alterio.

Un actor del que sobran presentaciones...

-Lo hermoso es que en este espectáculo, Héctor Alterio no sólo habla de León Felipe, sino que a través de él, nos cuenta su larga vida. Está con un guitarrista y no hay más. Es suficiente, ese espacio vacío lo va a colmar con la palabra y con su presencia.

¿Qué puede decirnos de Juan Carlos Rubio, el director invitado de esta edición, que presentará el montaje La Isla e impartirá un taller?

-Es de una sensibilidad exquisita, es un hombre completamente entregado a la profesión y está en un momento muy importante: va a estar en el Teatro Real de Madrid, en Mérida... Va a ser referencia en el país, creo. Y para mí es una satisfacción enorme que haya aceptado la propuesta de ser invitado y aceptar impartir el taller y poder ofrecer la posibilidad a profesionales de formarse y crear. El problema de la profesión de actor es que la formación no acaba nunca y un actor se tiene que hacer cada día. Y Juan Carlos contribuirá a que quienes se inscriban lo hagan. Y además, ver La isla, ya es un acto teatral.

Esta es ya su quinta edición como director artístico en Olite, ¿qué sello cree que ha dejado en el festival?

-Hemos abierto un festival al nacional e internacional, a la escena contemporánea y hemos intentado crear producciones para Navarra. Una cosa de las que me faltan -que es una cuestión de presupuesto- sería poder crear una producción cada año. Es mi sueño, pero eso supone tener un director como Andrés Lima, Alfredo Sanzol, Ana Zamora... Tenerlos dos meses trabajando en Olite, con un casting con actores navarros y alguno nacional. Y como eso no es posible todavía, creé el ciclo Poética Teatral. Por otro lado, el programa de director invitado también le da un sello, porque eso ha creado que el público descubra a un director. También quitamos del nombre del festival el clásico y eso me parece importante. En España, todo son festivales de teatro clásico, ¿por qué una producción de teatro contemporáneo no puede circular en verano? Hay que abrirse, un festival debe dar esa posibilidad y ofrecer espacios para que el público se sorprenda ante lo desconocido y que dude. Que viva el festival como una experiencia.

Asegura que con cada edición del Festival de Teatro de Olite, como diría el caballero manchego, “nadie nos quitará la gloria del intento”. ¿Cuáles son los retos que se han propuesto con esta 22 edición?

-Lo primero es que el público se comporte como el año pasado, con esa sencillez e inteligencia y con esa calma. Que tengamos una Cava llena y un porcentaje mayor que el año pasado. El reto es que nuestros equipos y el del festival respondan en el sentido de cumplir normas de higiene, limpieza... Son retos que nos impone la situación. Personalmente, estoy intentando que todo que salga adelante porque este tipo de festivales son necesarios y cada vez más. Si algo hemos aprendido en esta situación es que la cultura es más necesaria que nunca y que no es entretenimiento. El reto es que se siga arriesgando por las artes escénicas y que se siga apostando. El dinero público está para arriesgar, no para contentar, y para hacer una sociedad más libre y más grande. Ese es el reto de los festivales, o al menos el que me planteo como festival. Y así, lo estamos intentando cada año, para que la sociedad sea cada vez más libre y más grande y respetuosa.

“Si algo hemos aprendido en esta situación es que la cultura es más necesaria que nunca y que no es entretenimiento”

“Con las propuestas de esta edición buscamos tocar a un público que se acerque por primera vez al festival”

“Un festival debe ofrecer espacios para que el público se sorprenda ante lo desconocido y que dude”