Una zarzuela contemporánea inspirada en la obra "Un año pasado por agua", de Chueca y Valverde, con temas de La Gran vía; Agua, azucarillos y aguardiente; el Bateo, etc. Con Marina Pardo, Alejandra Acuña, Javier Povedano y Francisco García, al frente de un extensísimo reparto. Coro y Orquesta de la Universidad de Navarra. Director del coro: Eki Ocaña. Dramaturgia y escena: Liuba Cid. Director musical: Borja Quintas. Coproducción: Museo Universidad de Navarra / Agao. Lugar: Auditorio del museo. Fecha: 6 de abril de 2022. Público: Lleno (28, 26, 24 euros, con rebaja para estudiantes).

telón abierto, mientras se acomoda el público, un ir y venir de actores, tramoyistas resto de la compañía, y director, ultiman el ensayo general, entre gritos y enfados de éste último. Pero, ya se sabe, ensayo general desastroso, éxito seguro. Y así fue. Dentro del teatro universitario -ojalá no se pierda esta tradición-, la función ofrecida por el Mun/ Agao, fue un espectáculo de calidad musical, entretenido, con un ritmo teatral impecable, lleno de energía juvenil, vestido adecuadamente, con un soporte visual, a modo de colage bien hecho, que ayuda a la escena, una iluminación rutilante, como corresponde a la narración, y, sobre todo, -y esto me llamó mucho la atención- con una proyección vocal, en lo hablado, muy buena, potente -sin micrófonos- y entonada, y estupendamente vocalizada, donde se entendía todo -(para sí la quisieran muchos profesionales, sobre todo jóvenes)-. Alvaro Chiva y David Marín, a la cabeza, hilvanando las escenas. Liuba Cid, un gran trabajo.

La otra gran baza de la tarde fue, claro, la orquesta y coro de la propia universidad, con un Borja Quintas absolutamente implicado en el argumento -siguiendo las bromas, incluido el fragmento de la sinfonía del Nuevo Mundo- y, sobre todo con un pulso, tempo, conocimiento del estilo, y dirección, impecables. El control de Quintas -con ese punto de soltura que supo dar al coro- fue absoluto, sin desajustes entre el foso y la escena, y un sonido que siempre acompañó con respeto a los cantantes, sin forzar nunca las voces. Y con la atractiva alegría de las páginas del género que se interpretaron: El vals, el tango, etc.

El coro universitario que dirige Eki Ocaña -en esta ocasión con refuerzo del de la Asociación Navarra de amigos de la Opera-, se lució, no solo musicalmente, sino resolviendo muy bien la teatralidad -a ratos, bailada, o con paraguas- que se le encomendó. Unas coreografías bien pensadas para el grupo y con una dirección escénica que se logró salirse del estatismo coral. Buenas intervenciones solistas. El dúo No sería muchísimo mejor, solucionado con gracia. La escena de los Ratas, enriquecida por mimos, fue de una agilidad y plástica estupendas, en lo teatral, así como equilibrado y convincente, musicalmente, en el trío vocal. Hubo, también, recursos, como el dúo de las aguadoras, con piano (quizás se incorporó a ultima hora ¿?) Potente y conquistador el solo de Neptuno, De los mares. Se luce la orquesta en el tema de la Menegilda. Y resulta hilarante -con autoridad, y sinvergonzonería, el solista- El día en que yo gobierne. Y el coro, siempre luminoso y espléndido (Las Vistillas), que acaba implicando al público en el palmeo. El texto teatral, con situaciones más o menos graciosas, retoma la gran tradición zarzuelera del parlato, aludiendo, y haciendo chanza, de casos muy concretos de actualidad: impuestos, tratamiento inclusivo... bien traídos; con algún alarde de rima clásica. Pero con ser todo esto plenamente satisfactorio para el resultado final; quizás lo más importante sea la intrahistoria de la función; o sea, la implicación de copiosa y diversa creatividad: colaboración con otra institución de la ciudad (Agao), y con el resto del campus; plan de formación teatral, escuela de Arquitectura, y facultad de Comunicación, además de las musicales coro y orquesta claro.