Cuenta el presidente de la Asociación de Cazadores de Fustiñana, Francisco Javier Marchite, que hace cinco años cambió a su braco alemán, con el que cazaba codorniz y perdiz, por un podenco malagueño, con el que se ha derivado hacia la caza del conejo. No es el único, sobre todo en las zonas de Navarra donde este animal se ha convertido en una plaga, mientras que las poblaciones de las aves citadas van en retroceso. “La caza está evolucionando -explica-. En muchos lugares de nuestra comunidad, estamos yendo de la pluma, con la perdiz y la codorniz, al conejo. De las primeras, cada vez es más difícil que se den poblaciones estables y definidas, porque les afectan mucho las sequías o las enfermedades. Sin embargo, el conejo ha superado en la Ribera en estos últimos diez años la mixomatosis o la neumonía, y la especie cada vez está siendo más resistente y fuerte”.

Hay más factores que influyen en este cambio de hábitos cinegéticos. Como apunta Marchite, uno de los problemas que se encuentran encima de la mesa en el sector de la caza es el relevo generacional, como consecuencia, principalmente, de una población cada vez más urbana y alejada de los valores y tradiciones del mundo rural. “Los cazadores estamos envejeciendo y hay una realidad indudable: el perdicero necesita muchas piernas y mucho corazón. Por eso, los que ya vamos teniendo unos años preferimos una caza que nos dé mucho aliciente y que no nos exija tantas revoluciones en el cuerpo. Y eso nos lo da el conejo”, incide.

Y todavía se añade un último factor relevante. “Además de que en la Ribera debemos estar muy encima de las poblaciones de conejos, para que no se descontrolen, se trata de una caza muy bonita, con unos lances preciosos. En las Bardenas, por ejemplo, con esos paisajes tan impresionantes de los que disfrutamos a diario, los lances son espectaculares”, apunta. El resultado de todos estos cambios es que muchos cazadores se están viendo en la necesidad, desde hace unos años, de buscar un perro excepcional para la caza del conejo. Y no hay que irse muy lejos para encontrarlo, ya que en España se dispone de una raza sensacional, el podenco andaluz.

La Federación Navarra de Caza (FNC), que no es ajena a esta evolución y que sabe de la importancia que las competiciones de este tipo de canes tienen en regiones de España como Andalucía, Murcia o Madrid, ha cogido el toro por los cuernos y ha organizado en este mes de julio la I Copa Navarra de Trabajo en Caza Menor para Podenco Andaluz, una prueba que se celebrará el próximo día 31, domingo, en dos terrenos del término municipal de Fustiñana.

Tradicionalmente, este tipo de competiciones se abren al podenco andaluz, al maneto y al orito, pero, al ser la primera incursión de Navarra en estas pruebas, la FNC ha creído conveniente no abarcar demasiado y centrarse únicamente en el podenco andaluz. Y para llevarlo a cabo con el mejor de los asesoramientos, varios miembros de la entidad viajaron recientemente a la localidad jienense de Baeza, donde presenciaron un campeonato de podencos. En esta ocasión, jueces de esa región acudirán a Fustiñana a finales de mes para arbitrar la competición, pero el objetivo de la federación es, a medio plazo, contar con jueces navarros, lo que permitiría la celebración de más pruebas y la consolidación de las que ya se estén organizando.

La dinámica de estos torneos es sencilla. Los perros participantes se dividen en baterías (en Fustiñana, habrá un máximo de tres, con un límite de seis podencos en cada una) y salen a los terrenos designados junto a diversos jueces. Como en esta actividad, los cazadores no portan armas y los conejos no suelen morir (a no ser que un perro coja a diente a uno), los jueces deben valorar todos los gestos y actitudes de estos animales. Así lo atestigua Marchite: “Deben ser personas muy especializadas y con mucha experiencia, porque esta raza de perro exhibe muchos signos que revelan si ha detectado un rastro viejo, o uno nuevo, o si está viendo un conejo, o si se ha percatado de que ha abandonado su escondite… Cada lance, el perro lo manifiesta de una manera diferente, y no solo con el cuerpo, moviendo el rabo y las orejas, sino también a través de un pequeño ladrido, denominado latido”. Estos latidos poseen tonos, con los que el perro avisa de lo que está detectando, para que el cazador sepa cómo actuar.

Los mejores podencos de cada batida pasan a la final, de la que sale la clasificación de la prueba. En Fustiñana, por ejemplo, las primeras batidas se realizarán en un terreno de monte bajo y pino carrasco, mientras que la final será junto a un arroyo de carrizo, cercano al canal de Tauste. El presidente de los cazadores fustiñaneros indica que habrá zonas elevadas desde las que presenciar el campeonato, ya que el espectáculo de ver a estos perros en acción es muy llamativo. Cada una de las pruebas durará en torno a 45 minutos, ya que estos perros se exprimen al máximo. “Van detrás de los conejos a toda velocidad. Y dos minutos después de estar persiguiendo a uno, ya están tras otro. Por ello, las competiciones no pueden durar mucho y, por esa razón también, son animales que tienen que estar muy bien preparados físicamente”, aclara Marchite.

Como se trata de la primera copa de esta disciplina que tendrá lugar en Navarra, resulta muy complicado pronosticar vaticinios. “Todavía no hay cazadores que destaquen -subraya Marchite-. Esto es como un libro por escribir; iremos conociendo a los referentes a medida que vayamos celebrando pruebas”. Lo que sí conoce el presidente de la Asociación de Cazadores de Fustiñana es a diversos vecinos de municipios de la Ribera que ya llevan varios años trabajando con podencos. Y, además, procedentes de las mismas regiones, como Málaga, Sevilla o Cáceres, entre otras.

La historia comenzará a escribirse, por tanto, el día 31 en Fustiñana, de donde saldrá el primer campeón navarro y donde se iniciará también la base de una competición que nace con el objetivo de prolongarse en el tiempo y establecerse como una cita fija en el calendario de las pruebas deportivas de la Federación Navarra de Caza.