Hay una frase que se repite como un axioma incontestable cuando se interroga a los cazadores sobre los trabajos que se llevan a cabo en la naturaleza para favorecer el incremento de las poblaciones animales: “Nunca he visto a nadie que vaya al campo a ayudarnos o a interesarse por los animales”. Cuando hay que esforzarse por instalar bebederos, o por construir balsas, o por sembrar comida…, en esos momentos, ningún colectivo animalista o asociación ecologista se remanga y sale al monte a mejorar los hábitats. Solo los cazadores se preocupan por conseguir que la fauna mejore el estado de sus poblaciones, por lograr que se incrementen los ejemplares y por potenciar que las especies crezcan más fuertes.

Tractor y cisterna para el mantenimiento de agua a las balsas.

Así queda patente en infinidad de cotos de Navarra, sobre todo después de un verano muy desfavorable, en el que los incendios y la sequía han devastado algunas zonas de la Comunidad foral. En todos esos lugares, una vez que el fuego se ha apagado o mientras las lluvias siguen sin aparecer, el colectivo cinegético de cada municipio se las arregla para, a través de sus propios fondos, montar y mantener una red de puntos donde los animales puedan beber agua. Cientos de bebederos y balsas sirven de apoyo a la fauna por toda la geografía foral, gracias a la labor de las sociedades de cazadores.

En la Ribera, saben bien qué supone salir al campo para descubrir los estragos de los incendios. Jesús Ducar, presidente de la Sociedad de Cazadores de Valtierra, con 96 miembros, cuenta cómo han tenido que ponerse manos a la obra para colocar puntos donde los animales pudieran beber, después de que un incendio quemara en julio el 13% de sus 3.635 hectáreas. “Tenemos una treintena de bebederos y tres balsas en todo nuestro terreno, pero donde más hemos tenido que trabajar es en las 482 hectáreas que se quemaron”, relata.

Anualmente, suelen destinar más de 10.000 euros a esta clase de labores. Unas iniciativas que, a su juicio, son tremendamente necesarias. “Somos nosotros los que debemos proteger la fauna, porque no lo hace nadie más y, además, nosotros queremos que las poblaciones crezcan y que la fauna se encuentre cada vez en mejor estado. A los animalistas o ecologistas, nunca se los ve por el monte. Ni siquiera después de los incendios, cuando nadie se preocupó de si a los animales les hacía falta agua. Fuimos los cazadores los que procuramos que tuvieran sitios en los que poder beber”, expone.

En su opinión, sin esa función de salvaguarda, las poblaciones animales se verían muy mermadas. Más aún en la época veraniega, donde las alternativas naturales para encontrar agua disminuyen. Así lo cree también el presidente de la Sociedad de Cazadores de Fitero, Francisco Barrera. En su caso, afortunadamente, no han tenido que bregar este año con ningún incendio, pero sí contra la sequía. “Está siendo muy drástica y ha afectado a todo nuestro coto”, avisa.

Los cazadores disponen en esta localidad ribera de 4.300 hectáreas, en las que han ubicado un total de 93 bebederos y 7 balsas. Su cometido todos los años comprende arreglar los bebederos existentes y colocar algunos nuevos. En este último año, por ejemplo, han ampliado su red con 17 puntos más. Tras años de acometer estos proyectos, reconoce que ven sus frutos, puesto que el censo de perdiz registrado en este 2022 ha subido entorno a un 30%, gracias tanto a los bebederos como a las siembras que realizan. Todo ello, no obstante, ha generado un coste de 22.000 euros.

“Esta función que emprendemos los cazadores es muy necesaria. Se ve así, sobre todo, cuando suceden desgracias, como los incendios o la sequía. Cualquiera puede darse cuenta de que, si no fuera por nosotros, la mitad de los animales estarían muertos”, proclama, al tiempo que apunta que, este año, ya llevan invertidos más de 6.000 euros en rellenar de agua todos sus bebederos y balsas. En cada balsa, caben de 20.000 a 30.000 litros, mientras que disponen de bebederos de 200 y de 1.000 litros. “En Fitero, somos 165 cazadores y sabemos que esos gastos los tenemos que asumir nosotros, porque, aquí en el monte, solo estamos los cazadores. Yo nunca he visto en el campo a nadie más”, sentencia.

También en Cintruénigo son muy activos en la construcción de balsas. El secretario de su Sociedad de Cazadores, Sergio Pitín, explica que, por fortuna, ellos tampoco han sufrido incendios en este 2022. Sin embargo, se involucran todos los años en mejorar su red de puntos con agua, formada por 65 bebederos y 14 balsas, repartidos todos ellos a lo largo de sus 3.500 hectáreas. En la última balsa que han construido, por ejemplo, caben 35.000 litros de agua.

Pitín alega que, bajo su punto de vista, las balsas tienen más efectividad que los bebederos, al ser más naturales. En los últimos ocho años, han adecentado ocho de ellas, en unos trabajos que, de media, suponen unos 5.000 euros anuales, que provienen de los fondos destinados por sus 124 cazadores. A esa inversión hay que sumar otros 4.000 euros al año en siembras, con el objetivo de ayudar a las poblaciones animales. “Los únicos que trabajamos en el campo somos los cazadores. Para críticas y para prohibiciones, todo el mundo habla. Pero cuando hay que salir al monte, remangarse y ponerse a trabajar, no hay nadie. Solo los cazadores”, concluye.