A diferencia de otros libros anteriores del autor, como el reciente y exitoso relato titulado El italiano, la última novela de Arturo Pérez-Reverte, El problema final, sumerge a lector y lectora de su popular obra en una aventura basada en la atmósfera propia del personaje esencial del policíaco tradicional. Ese es su atractivo inicial:

“Hacía tiempo que lo de rodar películas pertenecía al pasado, pero aún conservaba algunos de los viejos hábitos y dinero suficiente para mantenerlos (...)”.

“El caso es que allí estaban Pietro Malerba y Najat Farjallah, y allí estaba yo con mi sombrero nuevo en el puerto viejo de Génova, ignorante de que en ese preciso momento un centro de bajas presiones se desplazaba hacia el Mediterráneo oriental e iba a inmovilizarse entre Chipre y el Mar Negro”, destila con clase el escritor y periodista de Cartagena en el primer capítulo del invento: El hombre que nunca existió y nunca murió. En el primer estadio de una edificación sólida, de una narración eficaz en su cometido, que no es otro que el de entretener.

Ya en sus primeros compases, El problema final traslada al afortunado viajante hasta el precipicio:

“–Procuren no pisar esas huellas esas huellas en la arena –nos pidió el doctor señalando a su izquierda–. Son las únicas que había cuando la señora Auslander y yo pasamos por aquí.

Miré las huellas. De una sola persona, en dirección al pabellón. Sólo camino de ida. Un único rastro impecable, sin regreso. Y eso me estremeció de una forma que –Dios o el diablo me perdonen– me atrevo a calificar de deliciosa”.

El precipicio, en realidad, asusta al caminante más osado. ¿Por qué? La esperada novela del autor de El maestro de esgrima y La tabla de Flandes no defrauda, algo evidente si somos conscientes de otro algo imprescindible: El problema final es un trabajo elaborado con la habilidad habitual que caracteriza la obra de Pérez-Reverte pero, en esta ocasión, el ritmo y la riqueza literaria de la historia no dan descanso al lector.

Al fin y al cabo, se está a un paso de El problema final:

“Seguí fumando sin responder. Foxá movía la cabeza.

–No sé –añadió tras un momento– cómo se apartó usted del cine, Basil. Es alguien... Vaya... Sin duda, especial.

Alcé una mano con elegante indiferencia. Era el cine, repetí, el que se había apartado de mí. Fue el propio Sherlock Holmes quien acabó con Hopalong Basil, como si hubiera sido su verdadero Moriarty”.

Al fin y al cabo... se trata del Arturo Pérez-Reverte más eficaz, el que apoya sus historias en la experiencia periodística, en especial la de aquellos tiempos de reportero de guerra, alrededor de veinte años en diferentes conflictos, los que le permitirían conocer escenarios similares a aquellos en los que sitúa tales historias: “La señora Auslander, que nos acompañó para dar a la visita un aspecto formal, la había puesto en antecedentes antes de dejarnos con ella en la terraza-balcón que rodeaba tres de los cuatro lados del edificio: un corredor común, circundado por una barandilla de hierro, en torno a las habitaciones de la primera planta (...)”.

El problema final es el nombre de una historia entretenida, no exenta de algunas opiniones en cierto modo controvertidas sobre determinadas cuestiones y algunos pasajes aparentemente descuidados, detalles muy habituales en sus novelas, dotadas, por otro lado, de un vigor narrativo que no impide el disfrute de tales historias:

“Manipulé el interior y abrí la puerta, justo cuando Raquel Auslander traía la llave maestra. El cuarto estaba a oscuras. Foxá y yo entramos casi al mismo tiempo, y él hizo girar el interruptor de la luz.

El doctor Karabin se hallaba sentado ante una mesa, con la cabeza caída sobre un brazo (...)”.

El problema final: vuelve Arturo Pérez-Reverte.

NOVELA

EL PROBLEMA FINAL

Autor: Arturo Pérez-Reverte.

Editorial: Alfaguara, 2023.

Páginas: 328.