Katakrak rescata el libro 'El niño en la ciudad', de Colin Ward

Detalle de la imagen que ilustra la edición de Katakrak del libro de Colin Ward 'El niño en la ciudad'. CEDIDA

El sello editorial Katakrak acaba de publicar el libro El niño en la ciudad del arquitecto e historiador Colin Ward (Wanstead, 1924 - Ipswich, 2010), una de las figuras clave del anarquismo británico del siglo XX.

La edición original de esta obra, cuya presente edición cuenta con epílogo de los navarros Clara Eslava y Alfredo Hoyuelos y se presentó el pasado martes por la tarde en la librería de la calle Mayor, se escribió en inglés en el año 1978, y pone sobre la mesa un estrato prácticamente invisibilizado en cuanto al espacio público: el lugar de las niñas y los niños. Un aspecto mucho menos abordado que los conflictos en torno a la vivienda o el turismo.

¡Abajo los parques infantiles!

Los niños y las niñas, dice Colin Ward, viven limitada su libertad de desplazamiento, sufren la amenaza de los vehículos a motor y se les empuja a los espacios amables. Se impone el parque infantil: un gueto vallado, desinfectado, sin esquinas, de plástico y con colores coherentes. Quedan atrás los terrenos baldíos y las zonas abandonadas.

El playground de arena y barro, palos y cuerdas, tizas y canicas no es útil para el urbanismo capitalista. El espacio muerto sustituye al espacio vivo.

¿Por qué volver hoy a Colin Ward?

En El niño en la ciudad, Ward recupera la vida real, la autonomía y la fuerza de toda esa gente pequeña cada vez más arrinconada en la ciudad liberal. ¡Abajo los parques infantiles!, grita este libro que la arquitecta Clara Eslava Cabanellas (Pamplona, 1972) y el doctor europeo en Filosofía y Ciencias de la Educación Alfredo Hoyuelos Planillo (Pamplona, 1963) consideran clave traer a nuestro momento y tiempo vital.

¿Por qué volver hoy a Collin Ward?, se preguntan, argumentando que "la infancia sigue invisibilizada en la ciudad como territorio esquilmado por otros intereses", y que "la ciudad se ha zonificado para ordenarnos, se ha fragmentado para segregarnos, y se ha parcializado para ceder solo una parte, por caridad, evitando pensar globalmente sobre la complejidad del todo que los niños y las niñas merecen como ciudadanos, como sujetos de pleno derecho".