'Afanador' triunfa en una gala de los Premios Max 2025 en rojo y con gran presencia navarra
En el apartado dedicado al teatro, los premios estuvieron muy repartidos y 'Casting Lear' logró dos galardones; 'Farra' fue el mejor espectáculo lírico
Afanador fue la gran triunfadora en la 28ª Gala de los Premios Max, que se celebraron en Pamplona por primera vez. En concreto, el espectáculo del Ballet Nacional de España obtuvo cinco manzanas con antifaz en una ceremonia que se desarrolló en el Teatro Gayarre con la presencia de las/os protagonistas de la temporada escénica de teatro, danza, musical y lírica del Estado. También sobresalió otra propuesta de danza, Natural Order of Things, de GN/MC Guy Nader/María Campos, que se llevó tres trofeos.
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Entre las intervenciones de la noche, destacaron las de Ignacio Aranguren y Vicente Galbete, que recogieron el Max Social incidiendo en la importancia de que el teatro esté en las aulas. También fue conmovedora la entrega del Max de Honor a la actriz Petra Martínez, que recogió en su nombre y en el de su compañero de vida y de oficio, Juan Margallo, fallecido en marzo. Junto a ella, su familia y, en frente, el público en pie. Y, como era de esperar, los mensajes de apoyo a Palestina recorrieron todo el evento.
La gala estuvo dirigida por la pamplonesa Ana Maestrojuán, con un equipo principal compuesto por profesionales de Navarra y la CAV, casos de David Bernués, Ikerne Giménez, Rut Munguira, Edurne Ibáñez y Gorka Pastor. Este último ejerció de director musical del evento y también formó parte del quinteto de músicos que interpretó las cápsulas que acompañaron la entrega de cada premio.
También fueron de kilómetro cero las actuaciones, exhibiendo, una vez más, la calidad del talento local de distintas generaciones de músicas y músicos que han ido mucho más allá de las fronteras del territorio foral. Así, a lo largo de la gala, pisaron el escenario Aurora Beltrán, que fuera líder de un grupo de rock, Tahúres Zurdos, cuando ese mundillo estaba dominado por hombres; Gorka Urbizu, en euskera, por supuesto, que deseó “etxe bat, una casa” a las/os palestinas/os; Castazabal, con su potente fusión de folk, pop y raíces vascas, y el Coro Saudade, dirigido por Juan Gainza.
Por su parte, Raquel Andueza trasladó al público al barroco con la pieza que interpretó junto a Jesús Fernández Baena, especialista en instrumentos históricos. Un viaje en el tiempo, pero sobre todo por la memoria, ya que su actuación enmarcó el vídeo In Memoriam, en el que concurrieron nombres como los de nuestro José Mari Moreno.
Tampoco faltó la danza, con la presencia de alumnado de La Faktoria Choreographic Center y de los dantzaris de Duguna, que llenaron el espacio de los sonidos, los colores y la esencia festiva de Pamplona. Completaron el conjunto las/os estudiantes de la Escuela Navarra de Artes Escénicas – NAEE. Y La Banda Teatro-Circo regaló una pizca de magia.
Tiempos vivos
Como se ha contado en diversas ocasiones, el tiempo fue el tema elegido por Maestrojuán para la ceremonia. Presente desde que subió el telón con el tema Mañana, de Aurora Beltrán, que dio paso al dúo formado por Natalia Huarte, ganadora del Max a mejor actriz el año pasado, y Ane Sagüés. Dos intérpretes navarras de distintas generaciones que intervinieron en castellano y euskera que dieron la bienvenida a “nuestra vieja Iruña”, introdujeron el leitmotiv de esta edición y se mostraron orgullosas de su oficio, en el que “somos porque han sido”, recordaron, vestidas de rojo pasión, el tono general de la gala.
Palestina estuvo presente desde el primer premio, a mejor composición musical para espectáculo escénico, que fue para la música de Afanador, cuyo representante anunció que el 9 de junio de 2026 se celebrará en el Teatro de la Zarzuela una gala benéfica cuya recaudación irá por completo a la UNRWA, organización de la ONU dedicada a las/os refugiadas/os palestinas/os.
El reconocimiento como mejor propuesta musical o lírica fue Farra, de Cía. Lucas Escobedo y Compañía Nacional de Teatro Clásico, cuyo equipo reivindicó un presencia del circo en los Max. Ane Sagüés entregó el relevo a Oier Zuñiga en el escenario, que intervino en euskera, con un parlamento que citó a Oteiza y a su concepto del espacio, del que las/os artistas “son dueños”.
Elisa Sanz y Edurne Ibáñez entregaron el trofeo de la manzana a Sílvia Delagneau por Afanador. Asimismo, trasladaron la distinción a mejor diseño de iluminación a Bernat Jansà, por su trabajo en Afanador.
En el apartado a mejor diseño de espacio escénico y videoescena, el Max fue para Víctor Peralta por Thauma. Olga Pericet y Angel Durán a mejor intérprete femenina de danza a María Campos por Natural Orden of Things. En el apartado de mejor intérprete masculino de danza, el premio fue para Alfonso Aguilar por Natural Order of Things, que no pudo estar, pero envió un mensaje de homenaje a 24 de Maximiliano Corrales, bailarín asesinado en México en 2023.
En cuanto a la mejor coreografía, fue la de Natural Order of Things, de Guy Nader y Maria Campos. El primero dijo, mediante un mensaje, que a la danza no le hacen falta más Futuro y estructuras sólidas, más presupuestos, programadores más preparados y valientes que apuesten por la danza. Cerró este capítulo el Max a mejor espectáculo de danza, que fue para Afanador, del Ballet Nacional de España, que recogió su director.
“El robo del siglo”
En un tono más institucional, intervinieron Antonio Onetti, presidente de la SGAE, y Juan José Solana, presidente de la Fundación SGAE. Ambos anunciaron que la próxima edición se celebrará en el Teatro Romano de Mérida. “A ver si para entonces ya tenemos paz en el mundo”, dijo Onetti.
Durante su intervención, puso el foco en la IA y pidió al ministro de Cultura, que no acudió a la gala, una regulación adecuada, “ética y responsable”. “Esto es el robo del siglo”, exclamó. Y mencionó el “perjuicio” que ya se ha causado a los artistas empleando su trabajo para entrenar a esas nuevas tecnologías.
Joli Pascualena, de Demode Quartet (Max a mejor musical en 2021 por Kutsidazu bidea, Ixabel), habló del patrimonio inmaterial que nutren las distintas culturas y dio paso a Duguna. A continuación, Carlos Sobera y José Mari Asín, que vestía una camiseta en apoyo al pueblo palestino, dieron el premio a mejor labor de producción a LA FAM Produccions por Ambulant.
Teatro y educación
Asín entregó “el Max que tanto os merecéis” a Ignacio Aranguren y Vicente Galbete, dos profesores implicados desde 1978 en la unión de teatro y educación en las aulas, sobre todo en las del Instituto Navarro Villoslada de Pamplona. Ambos dieron las gracias a quienes han colaborado con ellos durante todo este tiempo. Posteriormente, Anna Maria Cisquella recogió el Max aplauso del público por L’alegria que passa, con el que Dagoll Dagom se despide de los escenarios, y alabó el carácter plurilingüe de la gala.
Pasada la mitad de la ceremonia, Societé Mouffette y COMA14 recibió al galardón al mejor espectáculo para público infantil, juvenil y familiar, por Cuento de Navidad (encapsulando a Dickens). “Decía Pepe Mujica que el odio acaba estupidizando, el amor construye y el odio destruye. ¿Y qué es el teatro sino amor?”, comentaron sus creadores.
En la categoría de propuesta de calle, ganó Fugit, de Kamchàtka. Este montaje drama “inhumano” de las personas que tienen que refugiarse en otros países. “No son buenos tiempos para el amor y la esperanza, pero no queremos rendirnos; para ello nos necesitamos todas y todos”, subrayaron, y pidieron apoyo a las propuestas que están fuera de las estructuras del mercado y se solidarizaron con el pueblo palestino.
Jorge Usón y el pamplonés Patxi Freytez entregaron el Max a Mejor adaptación o versión teatral a Andrea Jiménez, que lo compartió Juan Mayorga, por Casting Lear. Ester Guntín fue la mejor autora revelación por Quiso negro. Itziar Pascual recogió emocionada el Max a mejor autoría teatral por Pepito, una historia de vida para niños y abuelos, y recordó a la actriz navarra Leire Abadía, protagonista del montaje, y a su directora, Carmen Losa. “Seamos humildemente ambiciosos, tal vez el teatro no pueda cambiar el mundo ahora, pero sí mandar un mensaje de apoyo, cuidado y protección a las infancias”, señaló.
Cinco últimos y honor
Marta Juániz y María Álvarez encarnaron a las musas del teatro antes de dar paso al Max a mejor actriz, que fue para Àgata Roca, por L’imperatiu categóric. Enric Auquer fue el mejor actor de la temporada por El día del Watusi. Lo recogió “temblando” y “con ganas de llorar” y subrayó que esta experiencia es la que más le ha enseñado en su vida profesional. “En la transición maldita de este país no se explicaron bien las cosas”, apuntó, y recordó a todas las personas que quedaron "al margen".
Con el público puesto en pie fue recibida Petra Martínez, Max de Honor junto a su pareja, Juan Margallo. “Es un momento duro, pero cuando supimos que nos iban a dar este premio, a Juan y a mí nos hizo mucha ilusión”. Dijo no ser amiga de este tipo de galas, pero este galardón “sí me lo creo, porque es a 60 años de teatro, con el que Juan y yo nos divertimos mucho”.
Martínez contó la “suerte” que tuvieron por trabajar con Tábano, prohibido por la dictadura, “por fortuna, porque así pudimos conocer la verdadera España”, viajando y conociendo a decenas de migrantes españoles. “Juan y yo hemos sido felices en esta profesión y se me ha muerto. Nadie te cuenta que esto puede pasar, y en ese momento te da rabia. Es una putada morirse, pero peor es quedarse viva cuando se te va alguien tan querido”, confesó. Y terminó deseando una Palestina libre.
Javier Ibáñez enunció A los hombres futuros, de Bertolt Brecht, antes de dar paso a Alfredo Sanzol y Marta Pazos, que entregaron el Max a mejor dirección de escena a Marcos Morau por Afanador.
Contra Ana, de La Contraria fue elegido como mejor espectáculo revelación, una obra que es “un disparo de luz” que apunta a que “no hablar de la soledad o del suicidio no es una opción”, indicó su directora, Alma García. Ella enfermó a los 14 años y “entonces no sabía para qué luchar”, y “hoy lo sé”, porque “el teatro es grito, denuncia, un puñetazo sobre la mesa”, aseveró.
Y, por fin, el Max a mejor espectáculo de teatro fue para Casting Lear, de Barco Pirata, Andrea Jiménez y Teatro de La Abadía. De “encuentro humano” calificó Jiménez esta propuesta que ha sido su “particular salto al vacío” y dio las gracias a los presentes “por seguir haciendo teatro”.
Llegando al final, el Coro Saudade, Natalia Huarte y Ane Sagüés volvieron a salir a escena y recordaron a todos los presentes que aquí no acaba nada: “Tenemos que exprimir el tiempo; que no se nos olvide nunca que somos tiempos vivos”. Y la encargada de cerrar la velada, que cumplió lo prometido y duró dos horas, fue Castazabal con la fuerza de La Tara.
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