para ser justos con el diccionario hay que decir que Sergio Garrido no es un paparazzi, es un paparazzo. El primer término es el plural de lo que la RAE define como fotógrafo que obtiene fotos sin pedir permiso. La palabra se puso de moda en 1960, cuando Fellini denominó a uno de sus personajes como Paparazzo. La voz italiana significa: fisgón, entrometido y sin escrúpulos. “Fisgón sí que soy, entremetido puede que también, pero sí que tengo escrúpulos. Sé que tenemos mala fama, el 80% son lo que la gente piensa, pero estamos un 20% que no somos mala gente, que hacemos un trabajo y que somos respetuosos”, asevera Garrido.

Siguiéndoles el rastro, atento a cada movimiento, a cada avión privado y a cada reservado de discoteca, se encuentra él. Experiencia, recursos, trucos, mucho ingenio y una pizca de morro son parte de su currículo dentro del sector. Conoce la isla como la palma de su mano: no hay restaurante, camino rural o cala que escape a su radar. Para dar el golpe, cazar a la celebrity y ganar importantes sumas de dinero con la exclusiva, hay que ser el mejor. Y Sergio Garrido está considerado como el mejor paparazzi de Ibiza.

Todos ante el objetivo Katy Perry, Cristiano Ronaldo, Ana Fernández, Cher, Mireia Canalda, James Blunt, Alessandra Ambrosio, Paul McCartney, Nieves Álvarez, Leonardo DiCaprio, Lionel Messi, Chiara Ferragni, Rafa Nadal? Garrido los ha retratado a todos este verano y va a mostrar en televisión cómo se desarrolla su trabajo en una de las ciudades más caras del mundo. ¿Chivatazos? ¿Topos? Ante estas preguntas ríe: “Claro, yo solo tengo dos ojos y necesito más. Con este programa quiero mostrar cuánto cuesta conseguir una foto y cómo hago yo mi trabajo”, señala advirtiendo que él procura ser honesto.

¿Cuánto vale doña Letizia? Asegura que el precio de las fotos en exclusiva y tomadas por sorpresa o descuido ha caído mucho en los mercados del couché y la televisión. “Antes se pagaban auténticos dinerales, pero desde la crisis lo que nos pagan es mucho menos. Antes se ganaban millones. Ahora una buena exclusiva estará en los 30.000 euros y tiene que ser muy buena”. Él suele colocar unos 300 reportajes por temporada, pero aclara con una carcajada que no cobra esos 30.000 euros por cada una de ellas.

Las claves, según comenta, están en la perseverancia, la paciencia ante un objetivo que tienes claro y los buenos modales. Conoce la isla al milímetro y ha guiado las cámaras de Misión exclusiva por los puestos de observación más sorprendentes desde donde fotografía a las celebrities. “Este verano he hecho las cosas que hago siempre en Ibiza? pero acompañado. Los primeros días fue un poco extraño, pero muy pronto dejé de ser consciente de que me estaban grabando. Ha sido emocionante, un aliciente. Lo he vivido desde una doble ilusión: el trabajo de todos los años más la emoción de saber que la gente podrá ver cómo es nuestro día a día y que detrás de cada foto en una revista hay un trabajo muy duro detrás”.

Él fue el fotógrafo que consiguió las primeras fotos de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa que indicaban que eran pareja más allá de los rumores sin imágenes. Se lo piensa cuando se le pregunta cuanto puede costar una foto de Letizia Ortiz en bikini y contesta riendo que un pastizal: “Puedes pensar en 300.000 euros, pero también en 600.000 o un millón. Un dineral”. Ve esta posibilidad difícil pero no imposible. “No ha salido, pero seguro que algún día saldrá, le pillarán en algún lugar de esos a los que va, aunque supongo que irá a lugares muy exclusivos”.

Él no cree que no se bañe en Mallorca: “Pero lo hará en la zona militar y ahí sí que no puedes pasar”. Está convencido de que algún día caerá, bien porque baje la guardia, por un chivatazo o porque un turista, suponemos que de su nivel, consiga una foto por sorpresa.

No vale todo A pesar de haber conseguido fotos que han dado la vuelta al mundo y que se han publicado en las revistas más prestigiosas del mundo mantiene unos perfiles de respeto altos: “No todo vale para hacer una foto. Yo intento no molestar, no invadir el descanso de los famosos, ellos han venido a Ibiza a divertirse y no quiero interrumpirles. Busco la foto, pero respetando su descanso. De hecho, algunas veces, para evitar incomodar, me acerco, me presento y pido permiso para hacer una foto y marcharme. Por eso algunos famosos son amigos míos, porque saben que yo nunca les amargaré las vacaciones”, asegura que si le dicen que no, él recoge sus cámaras y se retira. De abril a octubre, su misión es fisgar, entrometerse, procurando no molestar, manteniendo los escrúpulos y colocar sus mejores fotos en agencias y revistas de sociedad.