CON un tamaño similar al de la Península Ibérica y una riqueza natural extraordinaria, Madagascar es un auténtico paraiso para cualquiera. Si el visitante es además escalador, el destino no puede ser más atractivo. Eso es al menos lo que asegura el navarro Alberto Urtasun, que ahora descansa en Garde de una intensa actividad deportiva en la cuarta isla más grande del planeta. Acompañado del madrileño Mikel Lázaro, el escalador navarro recorrió durante un mes la isla con los mosquetones a cuestas y pudo poner la guinda a su aventura con la meritoria apertura de una vía de 300 metros con dos largos de séptimo grado.

Sin ser aún un lugar excesivamente explotado por los escaladores occidentales (franceses y suizos son los más asiduos), Madagascar es un destino conocido dentro del mundillo. Otros escaladores navarros como Iñaki Araiz, Unai Mendia o Maider Fraile ya habían visitado esta paradisiaca isla del Índico con cumbres por encima de los 2.700 metros. No obstante, después de la dureza del último invierno, el principal gancho para Alberto Urtasun era, sobre todo, el clima de la isla.

"Todos los años hago una o dos expediciones y este año tenía claro que quería un sitio de calor. Me apetecía roca y también sol porque estaba saturado del invierno. En este sentido, Madagascar cumplía las condiciones. Es un lugar con buen clima, que no se llega a saturar de escaladores y en el que hay grandes posibilidades para escalar. Tras haber conocido el lugar podemos decir que están algunas de las mejores paredes del mundo", explica Urtasun.

Estas paredes que atrajeron a Urtasun y Lázaro son ideales para escaladas de varios largos y albergan un granito especialmente idóneo para escalar. "Son vías largas y difíciles. Es un corte de pared tipo big wall en el que se pueden encontrar vías de entre 200 y 800 metros, las más normales son de entre 300 y 600 metros. El tipo de roca recuerda al granito de Villarejo o La Pedriza, aunque es menos adherente. El granito será de lo mejor que se puede encontrar en el planeta, aunque no hay grandes desplomes, ni fisuras evidentes", añade Urtasun.

Con estas condiciones, Urtasun y Lázaro echaron el ojo al macizo de Tsaranoro, uno de los lugares más populares para escalar en esta isla. Su objetivo, abrir una nueva vía. "Ya que estábamos allí, más que repetir lo que queríamos era abrir. Dudamos entre dos paredes y al final nos decidimos por el Vatovarindry, una zona muy directa y complicada", explica Urtasun.

Una vez se habían decidido por la pared llegó el momento de ponerse manos a la obra. Con un granito extremadamente duro de por medio, algunas de las mayores dificultades para la cordada llegaron a la hora de fijar los seguros en la vía. No obstante, los largos más exigentes también pusieron las cosas difíciles a la cordada Urtasun-Lázaro, que repartió equitativamente la apertura. Al final después de tres días de trabajo, los escaladores pudieron encadenar esta vía con largos de 7a y 7a+.

"Salieron 600 metros con dos largos de séptimo grado. El resto de los largos de la línea son de sexto grado. Lo mejor fue que, pese a ser exigente, la vía te da la oportunidad de disfrutar muchísimo del entorno", añade. Urtasun y Lázaro decidieron bautizarla como Magitsy Volom-Baba: "Significa el camino de la barba y decidimos bautizarla así por lo curioso que le resulta a la gente de Madagascar que el hombre blanco tenga barba", explicaron.

Esta apertura fue para Urtasun y Lázaro el broche de oro a una aventura excepcional a nivel humano y deportivo: "Ha sido un mes que nos ha dejado un gran sabor de boca, por el país, que parece un continente, y por la escalada. No esperaba un lugar tan agradable ni una escalada tan buena. Madagascar es un lugar alegre y su gente es extremadamente agradable. Además, la escalada allí es formidable, es uno de los mejores lugares en los que he escalado nunca, un lugar muy recomendable", concluye Urtasun.