Bilbao - Bilbao Basket 2019-20; especialidad de la casa, amargar la existencia a los todopoderosos clubes de la exclusiva y excluyente Euroliga. Tres han pasado en este arranque de curso por el Bilbao Arena y los tres han acabado hincando la rodilla. La última pieza de caza mayor de los hombres de negro entró ayer en la despensa. Aterrizaba en Miribilla el gigante blanco, el Real Madrid, el líder invicto de la Liga Endesa que ayer perdió esa última condición tras un duelo dramático resuelto tras una prórroga (se acabó el maleficio con los tiempos extra) a manos de un conjunto bilbaino hercúleo, rebosante de voluntad e instinto de supervivencia para hacer frente a los momentos de partido en los que el acierto no le acompañó. Los de Álex Mumbrú se agarraron al duelo en todo momento con uñas y dientes. Fueron casi siempre por delante en el marcador, pero sin lograr abrir un hueco de seguridad, y supieron manejar la presión que provoca sentir constantemente en la nuca el aliento de un depredador como el equipo de Pablo Laso. Con 75-69 a 3:13 del final, parecía que el triunfo estaba en su mano, pero un cúmulo de errores (pérdidas, tiros libres fallados, un airball por aquí, una falta que concedía al rival tres tiros libres por allá...) hizo que los visitantes remontaran de la mano de Sergio Llull, que tuvo el tiro para evitar el tiempo extra, pero no acertó. Y la prórroga, resuelta con un raquítico 5-4, fue como una visita al dentista, con los locales concediendo un sinfín de rebotes ofensivos y su rival fallando infinidad de triples (acabó con un horrible 6 de 38, 15,8%, con un 2 de 26 entre el propio Llull, Facundo Campazzo y Rudy Fernández). Con los dos equipos intercambiando fallos, acabó imponiéndose el instinto de supervivencia de los anfitriones, impulsados por un Bilbao Arena a reventar. Con el 82-81 fijo en el marcador durante los dos últimos minutos, Trey Thompkins tuvo la última bola para congelar a los hombres de negro, pero los de Mumbrú defendieron muy bien esa jugada y una mezcla de euforia, pero también de alivio por lo agónico de los acontecimientos, impregnó el pabellón.

Todo lo que el partido tuvo de vibrante lo tuvo también de extraño. Ganar a un rival del andamiaje del Real Madrid con un flojo 38% en tiros de campo ocurre una de cada cien veces, pero es que los de Laso no pasaron del 30%. Cierto es que los Campazzo, Rudy y compañía erraron un puñado de tiros liberados, pero también lo es que los anfitriones hicieron un excelente trabajo defensivo, punteando muchos tiros y haciendo que los blancos nunca encontraran alternativas claras a la raza de Llull y la muñeca de Carroll. Los locales tampoco protagonizaron el duelo más clarividente en la faceta ofensiva, pero tuvieron a dos magníficos pilares en Axel Bouteille y Jaylon Brown, autores de más de la mitad de los puntos de su equipo (43 de 82), quienes siempre acudieron al rescate en los momentos más comprometidos.

Al Bilbao Basket le costó cogerle el truco al partido porque Carroll ingresó en pista enchufadísimo -metió los siete primeros puntos de los blancos- y sus intentos de hacer daño en las distancias cortas se encontraron con la oposición de Usman Garuba y, sobre todo, Walter Tavares. Los de Laso tenían bien defendidos a Ondrej Balvin y Bouteille, con Jeffery Taylor como perro de presa del segundo, y en el momento en el que Llull comenzó a entrar en calor no tardaron en amagar con poner pies en polvorosa (10-16). Mumbrú llamó a capítulo a los suyos a 2:22 del final del tercer cuarto, movió el banquillo y no solo encontró mayor solidez defensiva sino también las grietas del muro blanco. Un triple de Arnoldas Kulboka, un dos más uno de Ben Lammers a la contra y un precioso aro pasado de Sergio Rodríguez dieron la vuelta a la tortilla, y aunque Llull y Garuba trataron de evitarlo fueron los locales los que cerraron los primeros diez minutos en ventaja gracias a un triple sobre la bocina de Brown. Y el recital del estadounidense no había hecho mas que empezar. Con una excelente disposición defensiva y control del rebote, los hombres de negro pudieron jugar a todo gas y en ese ecosistema el de Indiana se encontró como pez en el agua, con canastas de todos los colores que dibujaron un interesantísimo 34-25 a 3:31 del descanso. Pero el Real Madrid no se descompuso. Tras sus fallidos intentos de castigar a Kulboka al poste con Thompkins, Laso recuperó a los Garuba, Tavarés y Carroll para cerrar la vía de agua, pero fueron los de Mumbrú los que llegaron al ecuador en ventaja (41-37).

Igualdad En la reanudación, los anfitriones siguieron a lo suyo. Con Bouteille liderando la ofensiva, el mando seguía siendo suyo, pero el Real Madrid no flaqueó, ni siquiera cuando Taylor tuvo que marcharse al vestuario descalificado a 4:09 de la conclusión del tercer cuarto. Con el francés sacando seis puntos en esa jugada, el Bilbao Basket construyó la pequeña renta que poco antes un par de pérdidas no le permitieron y la contienda llegó a sus diez minutos finales con un esperanzador 60-54. Kulboka falló dos triples liberado, Carroll enchufó el suyo y sacó tres tiros libres en otra acción y a 8:05 del final el marcador señalaba partido nuevo: 60-60. Brown acudió al rescate de los suyos con cinco puntos seguidos y pese a la resistencia de Llull un triple de Kulboka parecía acercar mucho el triunfo de los anfitriones con el 75-69 a 3:13 del final, pero el Bilbao Basket , sobre todo Jonathan Rousselle, gestionó de manera horrible ese final y el partido se marchó a una prórroga que por momentos pareció más una tortura que un partido de baloncesto. Con ambos equipos totalmente romos en ataque, acabó imponiéndose la pujanza de los locales y de sus 10.001 incondicionales. El Bilbao Basket, el azote de los gigantes.