Ioseba Fernández (Iturmendi, 22/10/1989) dejó el patinaje el 12 de noviembre en Ibagué (Colombia). Ese día se proclamó campeón del mundial por quinta vez. Es el mismo patinador que se escondía y al que doblaban en sus carreras de niño. La primera vez que no le ocurrió fue el principio de todo: "Es como mi primera victoria, el primer recuerdo que tengo como un éxito".

A partir de entonces, comenzó un proceso, en el que ha sido clave tener el entrenador adecuado en cada momento, que le ha llevado a la cima del patinaje mundial de velocidad desde 2011. Y un palmarés que cuesta cuantificar: 32 oros en Campeonatos de España, 17 en Europeos y 5 en Mundiales.

La entrevista se realiza en un lugar que ha marcado su vida: Antoniutti. En este circuito fue esa carrera en la que ya no le doblaron. "Los mayores recuerdos los tengo aquí y tiene un poco de todo: alegría, nostalgia, pena", asegura.

Diez años en la élite. ¿La clave? "He disfrutado mucho del proceso, del entrenamiento de cada día", afirma. Todo ello no habría sido posible sin su mujer, Ana Llorens, a la que está muy agradecido: "No imagino todo lo que he conseguido si no hubiese estado ella junto a mí". Ahora comienza una nueva etapa en su vida, dejando los patines y la competición a un lado.

¿Cómo empezó en el patinaje?

-Hoy (día de la entrevista) justo he estado en casa de mi padre viendo fotos. Con cuatro años tengo la primera foto con unos patines tradicionales de dos rueda delante y otras dos detrás. Me lo tomé como un pasatiempo hasta los 8-9 años. Ahí ya me metí en un equipo.

¿Qué recuerda de sus primeras veces sobre los patines?

-Mi prima, que tiene tres años más, patinaba y los primeros patines me cayeron un poco de rebote.

¿En quién se fijaba?

-Vivía en Iturmendi y no patinaba nadie ahí. Cuando empecé a patinar no tenía un referente. De pequeño era muy movido y hacía muchos deportes, entre ellos patinaje.

¿Es cierto que era muy tímido, desaparecía de la línea de salida y que en su primera carrera le doblaron?

-Para mí el deporte no era la competición, era pasármelo bien y divertirme. Me gustaba mucho moverme. Cuando me federé en un equipo y empecé a entrenar en un equipo más serio, con horarios de entrenamiento y una rutina, lo llevé bien. Pero en el momento de competir tenía miedo escénico y estuve un año entero que no salía a las carrera. Mis padres me traían a Pamplona, pero quince minutos antes les decía que no quería competir. Y no salía. La primera carrera a la que fui a la línea de salida, a los 20 metros me escondí dentro de dos coches y desaparecí.

¿Cómo empieza a cambiar esa situación de no querer estar en la competición?

-Mi recuerdo es estar un año entero así, sin salir a las carreras. Mis padres me decían: "Si no te gusta, solo entrena". No me querían ver sufrir. Y solo entrenaba. Fueron pasando los meses, vas viendo que los demás sí van a las carreras, que disfrutan y hablan de ello en los entrenamientos. Al final fue iniciativa mía de decirles a mis padres que quería probar a competir.

Quizá al principio se sentía mas obligado a competir al estar en un equipo y luego salía de usted.

-Así es. Al principio no me salía competir. Es verdad que en las primeras carrera me doblaban. Siempre patinábamos en pistas de 200 metros y en las careras de 1.000 metros me doblaban porque son cinco vueltas. Pero la primera vez que competí aquí en Antoniutti, que 1.000 metros son dos vueltas y media, ya no les dio tiempo a doblarme. Era muy pequeño y no era consciente de que era una distancia más larga. En Antoniutti fue la primera vez que terminé una carrera sin que me doblasen. Es como mi primera victoria, el primer recuerdo que tengo como un éxito.

¿Hay un momento concreto en el que se dio cuenta de que iba a más y se le podía dar bien?

-Hacía muchos deportes y cuando ya me quedé solo con los patines es cuando me lo empecé a tomar más en serio. Entrenaba en Uharte-Arakil y luego pasé al San Antonio en Pamplona. Mis padres me traían tres veces a entrenar y ya era consciente del esfuerzo que hacían. Cada vez me lo tomaba más serio porque también me gustaba. No me doblaban en las carreras, era uno más del grupo. Y poco a poco, de manera natural sin que ningún entrenador forzase las cosas, empecé a estar más adelante en el grupo. Siempre he dicho que he tenido mucha suerte con los entrenadores. De niño, hicieron que disfrutara en el aspecto técnico y me ayudaron a entender el deporte y las cosas buenas que tiene. Cuando ya era mayor, he entrenado las cualidades físicas. Es por eso que hasta que no fui más mayor no empecé a destacar. Es un proceso más tardío que otros, pero siento que fue el correcto conmigo.

¿Cuál es el primer gran campeonato que recuerda?

-Fui campeón de España júnior, pero a nivel internacional no gané en categorías inferiores. En 2011 fue el primer Europeo absoluto que gané.

Cuando consiguió un éxito internacional su carrera empieza a cambiar.

-En 2009 fui plata en el Europeo y en 2010, bronce. En 2011 de verdad me propuse ser campeón de Europa. Hasta ese momento como que no se me había pasado por la cabeza. Ese año fui más consecuente con lo que quería, me exigía un poco más en los entrenamientos y logré ser campeón de Europa. Es un momento en el que dije: 'Igual podemos hacer cosas grandes en el deporte'.

Si le toca elegir alguno de los 54 oros que ha ganado en su carrera a nivel nacional e internacional, ¿cuál sería?

-Todos son diferentes y es difícil comparar. El que voy a recordar con más ilusión siempre es el Campeonato del Mundo de China de 2017. Fue un año muy bonito, todo fue muy bien. Además, Ana y yo fuimos papás y teníamos a Marc en China. Tenía cinco meses y pude celebrarlo con él y Ana. Justo dos meses antes gané los Juegos Mundiales a los que nunca había ido. Ese año decidí hacer una apuesta y es el único que he ido a Campeonato de Europa, Juegos Mundiales y Campeonato del Mundo. Gané los tres en un espacio de tiempo muy corto. El Mundial de China no es el más importante porque creo que ese es el primero, pero si me tengo que quedar con uno es el oro de China.

¿El año 2019 fue el más difícil de su carrera con las lesiones y la idea de la retirada rondando la cabeza?

-Después de 2017, como me fue tan bien y fuimos papás, tenía pensado comunicar a la Federación Española que me retiraba. Fui a hablar con el presidente y me dijo que estaban organizando el Europeo en Pamplona y el Mundial en Barcelona. Me comentó que les hacía mucha ilusión tenerme en el equipo y a mí también me la hizo estar en dos campeonatos de esa envergadura en casa con tu público. Por eso decidí seguir.

De puertas para fuera, 2019 ha sido el año más complicado porque tuve más lesiones y peores resultados. Lo cierto es que tuve un periodo en 2018-2019 que no disfruté nada del deporte. No estaba donde tenía que estar, tuve problemas personales. La realidad es muy simple, se separaron mis padres. Pensé que no me iba a afectar. Quizá estuve unos meses aguantando como el fuerte de la familia y luego no supe llevarlo bien. Lo pasé muy mal. En 2018 gané el Campeonato del Mundo, pero la verdad es que no lo recuerdo con ninguna ilusión. Mi carrera deportiva ha sido muy larga y es difícil que estés siempre bien. En mi caso, los malos momentos han estado marcados por mi estado anímico más que por las lesiones.

Aunque ese año también fue especial por los cuatro oros en el Europeo celebrado en 2019 en Pamplona.

-Lo recuerdo con mucha tristeza. El año anterior gané Europeo y Mundial y no lo disfruté. En 2019 tenía tantas expectativas con el Mundial y se fueron al traste por dos lesiones en las semanas previas y poco después teníamos el Campeonato de Europa. Es triste y duro decirlo, pero no tenía ilusión. Hablé con el seleccionador porque no tenía ganas de competir. Al final lo hice y creo que competí bien. Te diría que de los 17 oros que he logrado en Europeos, esos cuatro no tuvieron el mismo significado para mí. De hecho, es el punto de inflexión en el que hablé con Ana y le dije que tenía que dejarlo. No me merecía la pena tanto esfuerzo para no disfrutar del éxito. Ni cuando tenía buenos resultados estaba disfrutando. Me prometí llegar al último Mundial porque no me podía despedir con el recuerdo de Barcelona.

¿Qué le ha motivado para llegar al Mundial de Ibagué?

-Volver a disfrutar. Desde luego, cuando te pones el dorsal todos queremos ganar. Ganar siempre ha sido importante y he entrenado para ello. Luego podía llegar o no la victoria. Pero no he tenido vergüenza en decir que he venido a entrenar a este circuito todos los días con la ilusión y motivación de volver a ganar el Campeonato del Mundo. Pero para este último, era esencial disfrutar. Con mi entorno más íntimo decía que si no disfrutaba, por muy bien que estuviese, no iba a ir al Mundial.

Hemos hablado del Europeo de Pamplona antes. Ganó dos oros, el de 100 metros y vuelta al circuito, aquí en Antoniutti. ¿Qué significa ese circuito para usted?

-De aquí a unos años, cuando piense en mi carrera deportiva, los mayores recuerdos los tengo aquí. Es el sitio en el que más horas he metido con los patines. Tiene un poco de todo: mucha alegría, mucha pena, nostalgia€ Recuerdo entrenar con los mayores del equipo cuando era pequeño, los clubes navarros coincidían mucho aquí. Había una unión muy grande y me genera mucha ilusión esos momentos. Luego, Navarra fue teniendo instalaciones en sociedades deportivas y venía menos gente. Lo cierto es que cada vez ha sido más difícil entrenar aquí. Para mí es el mejor circuito del mundo, donde más disfruto.

¿Qué hay detrás de 10 años en la élite del patinaje?

-Mucha disciplina y organización. Lo compaginaba con los estudios primero y luego con el trabajo. Y los últimos con un niño también. He disfrutado mucho del proceso, del entrenamiento de cada día. Soy alguien que no ha necesitado mucho de la competición. Uno de los motivos de haber tenido una carrera larga es que he disfrutado cada día que venía a entrenar.

Muchos amigos y compañero me decían: '¿Cómo puedes estar doce meses entrenando para una carrera?' Algunos necesitan más carreras porque ahí ves reflejado el esfuerzo del día a día. No sé, igual soy un friki, pero disfruto mucho del entrenamiento y del proceso. Para mí un test en el circuito o en el gimnasio era igual de importante que la competición. Mucha ilusión y aprendizaje. He sido muy curioso y he querido ser parte del equipo que organizaba el entrenamiento.

Además, su caso es algo poco habitual. Usted es deportista de alto nivel y su mujer, Ana Llorens, también. Y tienen un hijo. ¿Cómo ha sido la conciliación estos años?

-Tenemos la suerte que a los dos nos gusta mucho el deporte. Si solo uno de los dos hubiese hecho deporte, habría sido más difícil entender al otro. Soy muy afortunado porque Ana me ha entendido a las mil maravillas y me ha respetado. Siempre me ha apoyado cuando he necesitado entrenar fuera en otras condiciones con otro clima. Ha intentado estar en los campeonatos siempre. Además de su ayuda de entrenadora, tengo una pareja que siempre me ha entendido y apoyado en mis decisiones. Siempre que he necesitado ir fuera a entrenar me ha puesto buena cara, cuando he estado en los meses de más tensión me ha soportado mis cambios de humor y ha hecho todo lo posible para que yo tuviera mis horas de descanso.

Tengo mucho que agradecerle y no imagino todo lo que he conseguido si no hubiese estado ella junto a mi. Aunque desde fuera muchos padres dicen que es difícil con un niño, no lo destacaría como lo más difícil en nuestro caso. Lo hemos hecho porque hemos querido. Además, voy a tener unos recuerdos muy bonitos porque en mis últimos años mi hijo ha podido verme.

Ha podido disfrutar de una despedida soñada. Oro en el Europeo y Mundial. Lo deja a buen nivel, como quería.

-Sí. Competí muy bien en Colombia. Analizo después las cuatro carreras y estoy muy orgulloso de haber corrido así. 32 años, muchas lesiones, años complicados y la gente joven viene apretando a nivel internacional. Ha sido un reto muy grande y lo he disfrutado mucho.

Ya ha pasado mes y medio del oro en el Mundial y su retirada oficial. ¿Cómo se encuentra?

-Estoy súper bien. Hace mucho tiempo me dije que me tenía que preparar para cuando ya no me dedicase al patinaje de manera profesional. Quité mis redes sociales y las entrevistas las he intentado dejar un poco de lado. Muchos deportistas cuando están en lo más alto se acostumbran a la prensa, a ser un referente y con las redes sociales es una locura. Les gusta gustar, que les den me gustas y los comentarios. Tengo la suerte de que eso no ha sido importante y he rehuido. Cuando he hecho las cosas han sido para mí y la gente que me apoyaba. No voy a echar de menos salir en el periódico y que la gente me mande mensajes de felicitaciones. Me siento muy bien y no creo que me vaya a costar.

Estaba preparado para este momento.

-Creo que sí. A principio de temporada me quité las redes sociales y Ana me decía: "Ya verás como vas a estar todo el rato pidiéndome el móvil para entrar en Instagram y cotillear". No lo echo nada de menos. Me siento bien yendo a un sitio con Ana y Marc y disfrutar de lo que estoy haciendo más que pensar en la foto que tengo que hacer para mostrar lo que estoy sintiendo. Igual soy un poco raro. En Colombia lo vi también. Fuimos a un jardín botánico diez personas, pero creo que el único que disfrutaba aquello era yo. Ellos estaban a lo que se está hoy en día: preocupados de la foto, el filtro, que si tengo que borrar esto€ Yo disfrutaba de lo que veía. Nunca me han gustado las redes sociales y tampoco ha sido importante tener mil o diez mil seguidores. Las tenía casi por obligación.

¿Su futuro va a estar ligado a los patines?

-No lo sé. Me han llamado de la Federación Navarra de Patinaje para que colabore como técnico en el grupo de velocidad, pero también me gustaría hacer más cosas. Muchas veces en estos meses me han dicho: "Qué pena que te retires y no te dé para vivir de lo que has ganado". Eso no me da pena, no siento que deba ser así. Siempre me comparan con algún futbolista que con 35 años tiene la vida resuelta.

La verdad que no me da envidia. Creo que ninguna persona en el mundo, haga lo que haga, debería tener el valor suficiente para que con 35 años tener dinero suficiente como para no hacer nada. Si un futbolista tiene un ataque al corazón en el campo, la persona que le va a salvar la vida cobra mucho menos que él. Creo que tenemos que darle el valor justo y necesario a lo que hacemos. Para mí los resultados, medallas y demás no es lo más importante.

Creo que tenemos que mostrar que el deporte es más que eso, que nos enseña mucho y que debemos valorar nuestro esfuerzo por encima de los resultados. Lo importante es darle el valor justo. Valoro mucho lo que he hecho y estoy contento con la manera en la que lo he hecho estos diez años. Tengo toda mi vida por delante para seguir haciendo muchas otras cosas.