Geraint Thomas alcanzó la cúspide, el trono del Tour de Francia, en 2018. Comparado con Pogacar, campeón en 2020 y 2021, parece que ha atravesado un siglo de ciclismo en ese tiempo. La pandemia del coronavirus probablemente refuerce esa sensación. El esloveno viene del futuro, de lo desconocido. Es un asombro que no cesa. Una sorpresa eterna. El constante rayo de la perplejidad.

Desde el hito del triunfo en la Grande Boucle, Thomas, perteneciente a la saga de campeones del Sky/Ineos, heredero de la dinastía del equipo que arrasó en Francia con todo en la pasada década, no logró continuar con el dorado hilo conductor.

Padeció Thomas, al que tomó el relevo Bernal en la fábrica de reyes de Francia procedentes desde el imperio británico. En la pasada edición de la carrera francesa, el galés obtuvo la 41ª plaza. Fue su último contacto con el Tour. En 2020 viró hacia el Giro y una caída camino del Etna le noqueó.

En el presente curso se desconocía cuál sería el papel del galés, un veterano de 36 años. El grave accidente de Bernal que rompió la campaña del colombiano, situó a Thomas en la órbita del Tour junto a Daniel Martínez. Tuvo que improvisar el Ineos.

BUENAS SENSACIONES PARA EL TOUR

Thomas regresó al centro del escenario en Suiza. El galés tiene una buena relación con el país helvético. Le sienta bien incluso cuando el calor se asemeja al del julio francés. Campeón del Tour de Romandía de 2021, Thomas festejó la victoria final en el Tour de Suiza. En la crono de cierre, solo Remco Evenepoel, amortizado para la general, pudo con el galés, pletórico, muy cerca de su rendimiento de 2018.

La contrarreloj de Vaduz, en Liechtenstein, sirvió a Thomas para sacar del liderato a Sergio Higuita, finalmente segundo. Fuglsang cerró el podio en Suiza. Antes de medirse al tiempo con el nuevo prototipo de Pinarello, Thomas se reivindicó en la ascensión a Malbun. En el coloso regresó a su mejor versión.

Completó una magnífica actuación. Allí dispuso las bases para el asalto al liderato. Celebró el logro mientras un auxiliar le regó la nuca y la espalda con agua fría para mitigar el enorme calor que azota Suiza. El agua no es champán, pero sirvió para purificarle y conectarle con la victoria. En Suiza, Thomas se puso en hora para el Tour.