ochagavía - Rezan las frases híper optimistas impresas en tazas de café y agendas por las marcas para las que la vida es maravillosa que el mundo es para los valientes. Pues que se lo pregunten ayer a Gerard Armillas.

El ciclista catalán del Compak encaró la etapa de ayer con coraje y valentía. No pensaba en la clasificación general, sino en hacerse con una victoria en una etapa importante y de fama. Porque el alto de Muskilda significa mucho. En los últimos tres años, los últimos vencedores en la llegada al santuario terminaron siendo campeones y, en el futuro, profesionales. Por eso había que demostrar ayer la valía, y por eso Armillas atacó pronto.

Ya desde la subida a Aibar, cuando apenas habían transcurrido 20 kilómetros de etapa, el de Caldes d’Estrac lo intentó en un fuga masiva junto con su compañero de equipo David Gómez y en la que también lo intentaron Mario Aparicio (Gomur), Víctor Romero (Froiz), Jon Munitxa (Eiser), Alberto Serrano (Escribano), Adne Holter (DARE), y Davide Bauce, Stefano Gandin y Mattia Soprana, los tres italianos del Delio Gallina, que llegaron a mantener más de cuatro minutos y medio de diferencia con el pelotón.

Sin embargo, el imperante calor y el paso por los dientes de sierra que dibujaba el perfil de la etapa hacía que la intentona fuese perdiendo efectivos. En la veloz bajada a Erro , recién pasado el ecuador del recorrido, se descolgaron Munitxa, Bauce y Soprana. Algo más duraron Aparicio, Bauce, Fandin y Soprana, que terminaron dejando solos a un trió formado por Armillas, Serrano y Halter, del que saltó el catalán en solitario antes de la subida a Orbara, cuando quedaban más de 30 kilómetros para la meta de Muskilda.

El del Compak iba aumentando las diferencias respecto a sus perseguidores -llegó a estar a un minuto y 38 segundos del trío perseguidor y a cuatro del grueso de corredores- cuando un invitado al que no esperaba se coló en su fiesta. Simon Carr, corredor británico del Aix en Provence francés, se vio con piernas para afrontar los últimos kilómetros e intentar la victoria de etapa.

Tras coronar el puerto de Erremendia, penúltima cota antes de la llegada en alto, las fuerzas de Armillas fueron yendo a menos. El catalán se convertía en su peor enemigo, y viendo como las cuestas se le iban haciendo más cuesta arriba recibía cada vez referencias de distancia respecto a Carr cada vez más pequeñas. Primero fueron dos minutos. Luego, treinta segundos. El del Aix ya le estaban pisando los talones. Cuando le alcanzó, Carr parecía venir no haber pasado por las mismas carreteras que Armillas. No podía ser. La valentía por intentarlo en una escapada que había durado más de 130 kilómetros no obtenía el premio de ganador de etapa.

Mientras Carr levantaba los brazos tras pasar por los arcos de meta y celebrando la victoria de etapa en la ronda foral que tanto ansiaba, el catalán apretaba los dientes para poder llegar. Estaba pasando un infierno. Según él, los dos últimos kilómetros finales fueron los peores de su vida. Los números lo muestran. Carr le sacó, en esa distancia, un minuto y 16 segundos.

Sin embargo, todavía quedaba la lucha por la general. El del Compak no era consciente todavía que había conseguido un segundo puesto de líder de una clasificación general en la que figuraba al final de la jornada del miércoles en vigésima posición.

Hoy le tocará defender el jersey rojo, pero no será fácil. A 36 segundos tiene a Jefferson Cepeda (Caja Rural) y, a 43, a Kobe Goossens (Lotto Soudal). Dos ciclistas de dos equipos fuertes. Una etapa dura como epílogo. Hoy se verá si realmente el mundo es de los valientes.