Ya sabemos que lo que está en boga en el periodismo deportivo es ser el más entusiasta cuando se gana y el más criticón cuando se pierde, por lo que ahora habría que sacar la fanfarria y tañer las campanas, pero quizás no esté de más templar un poco las gaitas y tener presente que las dos últimas victorias consecutivas de Osasuna han sido con sendas remontadas y goles finales en los minutos 83 y 93. Que se agradece -y se disfruta sufriendo, o viceversa- la capacidad de reacción de los jugadores, pero que quizás no haría falta tanta épica sin esas blandenguerías defensivas que tantas veces hacen empezar al equipo cuesta arriba, como si no fuera capaz de despertarse y meterse de verdad en los partidos hasta que le dan fuerte en los morros. No hay que recordar a estas alturas de la vida que toda etapa importante -corta o larga- en la historia de Osasuna se ha cimentado sobre una portería a cero.