Una pena. Lo que pudo ser y no fue. La ilusión máxima de la Real en un encuentro entre colosos, ante un rival de enjundia, se desvaneció para quedarse en nada. No bastaba con el silencio y la ausencia de la afición, el Nápoles, con muy poca cosa y, sobre todo, en su peor momento, se llevó los tres puntos ante un conjunto txuri-urdin que no estuvo a la altura de las circunstancias.

Poco inspirado y sin apenas generar peligro. Siempre expuesto a que una opción desafortunada le condenara a una derrota que, sinceramente, no merecía. Pero la realidad es que los de Imanol nunca fueron el equipo reconocible que todos esperábamos. Que quería dedicar un éxito a la afición, que se perdió un duelo de época. El oriotarra dijo al final que estaba convencido de que si hubiese habido público les hubiesen despedido con una ovación. Se equivoca.

Deseábamos mucho más de ellos. Creíamos que eran capaces de plantarle cara a todo un gigante de nivel Champions como el Napoli. Pero no pudo ser. No fue así. No estuvieron a la altura de lo que todos confiábamos. Porque creíamos que la Real ya está al máximo nivel europeo, y lo sucedido este jueves nos vuelve a generar muchas dudas. Y nos deja vacíos, por lo mucho que soñábamos y lo poco que nos dio esta Real. Una derrota muy dolorosa. Es lo que hay.Las imágenes no suelen engañar. Zubimendi acabó con evidentes señales de molestias el partido contra el Huesca. Encima pareció quejarse del psoas, donde sufrió la lesión con la selección sub'21. La Real, una vez más, trató de esconder su contratiempo, pero la alineación oficial no engaña y fue Guevara quien ocupó su posición. El resto de la misma fue lo esperado, con Isak en la punta de ataque, en una clara previsión de que los italianos iban a tratar de achicar espacios y actuar con la zaga adelantada.

La Real se lo tomaba muy en serio, pero el Nápoles no tanto. Su objetivo, a día de hoy, es mucho más grande. Como reconoció Gattuso la víspera, iba a hacer rotaciones; lo que pasa es que nadie esperaba tantas, sobre todo si se tenía en cuenta que llegaba con la soga al cuello tras la derrota en casa ante el AZ Alkmaar. Allá ellos, cada palo aguanta su vela. La noticia de la previa fue la suplencia de Aritz, que sintió molestias en el calentamiento y fue sustituido por Sagnan. Primera titularidad del galo y primera vez que jugaba en una línea de cuatro esta campaña, en lo que sin duda suponía una buena prueba para calibrar si la planificación de la dirección deportiva había sido acertada o no sin contratar a un central.

La primera parte contradijo el hecho de que los dos equipos pensaban que eran ofensivos y presentaban una propuesta de ataque. La Real dominó más, aunque sin generar apenas peligro, y el Nápoles trató de esperarle para hacer daño en cuanto recuperara balones en posiciones muy ofensivas. A los siete minutos, Insigne estuvo a punto de aprovechar un mal saque de Remiro y a los doce, Rui cruzó demasiado una buena asistencia de Petagna. La escuadra txuri-urdin lo intentaba sin tregua, pero con poca inspiración, y su mejor acción colectiva, la típica de los vídeos al día siguiente, Gorosabel centró para que Merino cabeceara en una posición magnífica. Con el duelo apagado y equilibrado tras la lesión de Insigne, la única opción fue un lanzamiento lejano de Oyarzabal que se marchó cerca de la madera. Y poco más.

En la reanudación, la Real trató de dar un paso adelante para jugar en campo rival, pero sin conseguir producir ocasiones de gol. En el minuto 54, cuando menos atacaba, el Nápoles se puso por delante en un remate lejano de Politano sin oposición que desvió con la cabeza Sagnan para despistar a Remiro, que ni se movió. Tampoco es cuestión de depurar responsabilidades, ya que la acción fue una cuestión de mala suerte. Los blanquiazules trataron de reaccionar, pero esta vez no tenían enfrente al Huesca, sino a uno de los favoritos para ganar el Scudetto. Silva lideró casi todas las opciones donostiarras, pero ni Isak, ni Portu, en la más clara que salvó Ospina, ni Oyarzabal encontraron el empate que, aunque sin excesivo brillo, mereció la Real. Su última oportunidad fue de Willian José, pero estaba claro que no era el día de la Real.

Mal asunto. El equipo guipuzcoano va a jugarse la clasificación con el AZ Alkmaar en una eliminatoria de dos partidos. Todavía quedan pendientes sus opciones para clasificarse. Si Anoeta hubiese estado lleno, otro gallo cantaría. Lo cierto es que la Real, nuestra Real, el líder del campeonato, la que nos enamora y nos mantiene locos de ilusión, esta vez se estrelló contra un muro. Y fracasó. No pasa nada por decirlo. Esperábamos mucho más. Qué lástima...