o todos los domingos podemos decir que hemos visto una carrera que hace historia. Ni Rossi, ni Márquez, ni siquiera Agostini. Nadie. Nadie en 73 años de campeonato mundial había hecho lo que ha hecho en este inicio de campeonato de Moto3 un imberbe de Mazarrón, Pedro Acosta, que ha subido al podio en sus cuatro primeras carreras en un mundial. Un podio y tres victorias consecutivas lo ponen al frente de la clasificación y como máximo favorito. La última vuelta de ayer en el Angel Nieto de Jerez fue para enmarcar, con un doble adelantamiento que es para no parar de ver repetido. Si todo va como parece, en no mucho más de dos años me temo que tendremos otro genio disputando el olimpo de las motos grandes. Para entonces habrá que ver cuántos de los que tenemos ahora aún estarán en la parrilla. Rossi confirma cada domingo que su puesto está ya más como boss del equipo que ya tiene adjudicado en GP, mientras que otros nombres ilustres como Viñales o Rins puede que tengan más que problemas para mantener un asiento en motos oficiales ante el empuje de los talentos de Moto3 y Moto2. Respecto a Maverick, sus actuaciones continúan siendo incomprensibles. Con una moto que sabemos que es una de las mejores de la parrilla, no se entiende como logra diluirse de una forma tan escandalosa de un domingo a otro. La verdad es que la papeleta de Yamaha es de traca, con Fabio además pendiente de pasar por quirófano por su problema de síndrome compartimental, que de una forma tan inesperada le privó de una victoria casi cantada en Jerez. Pero es que en Honda tampoco están para cohetes. Y no es por Marc, al que no sé quién veía ganando ya y que más bien está por aprender a llevar de nuevo la Honda como pueda, sino por Pol, al que yo mismo tenía como favorito pero que demuestra de nuevo que esa RC213V es una mala bestia y a ver quién la va a domar. Y en estas Miller, que cuando se olvida de todo lo raro que le pasa, es un piloto excepcional, pone de nuevo a las Ducati en el punto de mira para el campeonato y como le pedía yo la semana pasada, hizo lo que tenía que hacer, ganar. Las balas rojas vuelven a silbar.