pamplona - Cuando Iker Irribarria irrumpió en el Manomanista de Primera allá por 2016 se le vaticinaba un gran futuro. Con apenas 19 años, conseguía ser el más joven en calarse la txapela del título más prestigioso del panorama pelotazale, tras superar un largo camino desde los dieciseisavos hasta vencer a Mikel Urrutikoetxea en la final. El nombre del delantero de Arama se inscribía en el acreditado palmarés, y auguraba un brillante futuro por delante.

Al año siguiente el nombre de Irribarria volvía a estar en la final. Pero esta vez como favorito. Sin embargo, perdió ante el Oinatz Bengoetxea y comenzó una época complicada. Las cosas no salían, los éxitos habían llegado demasiado pronto. No continuar en la senda de la pelea por los campeonatos era frustrante.

Pero siempre hay una luz al final del túnel, e Irribarria la encontró a base de trabajo. Consiguió volver a acariciar la lana con Zabaleta en el Parejas de este año, y apenas dos meses después volvió al Bizkaia -que monopolizará las siguientes finales- para ganar el Manomanista contra el mismo rival de hace tres años. Cuatro participaciones, tres finales, dos títulos. Ojalá todas las crisis fuesen de ese calibre.

una final dura y apretada Irribarria saltó a la cancha del recinto bilbaíno con la idea clara de cómo podía llevarse la txapela: golpe tras golpe. Metió pronto en su juego a Urrutikoetxea, quien no se achantó y quiso responder con lo mismo. Defensa, juego de aire y pelotazo largo. En un duelo de poder a poder atractivo pero con escasez de juego en los cuadros alegres, el marcador no ofreció muchas distancias en el primer tramo del encuentro.

Fue tras el primer saque de Irribarria -que se ayudó bien del disparo inicial-, y con el 4-7 en el luminoso, cuando Urrutikoetxea tuvo su mejor momento. El de Zaratamo evitó el duelo de fuerza con su rival, al que movió de lado a lado buscando su lentitud en los desplazamientos laterales. Con saques al ancho, remates y pelotazos cruzados, sumó una tacada de ocho tantos hasta el primer descanso -12-8-.

Ahí fue cuando Irribarria, necesitado de consejo externo, marchó a vestuarios para poder recibir algún consejo de Jon Apezetxea y Jokin Etxaniz, quienes incidieron en el juego a bote. El sotamano del guipuzcoano estaba haciendo mucho daño, pero sí que a veces pecó de ganas y atacó demasiado cerca del frontis para enviarla atrás. Hizo caso. Recuperó la renta poniendo al contrario lejos del frontis, detrás del cuatro. Y ambos volvieron a vaciarse soltando todo lo que tenían, exhibiendo su fuerza y su defensa de aire desde lejos.

Un tirón del guipuzcoano lo puso muy cerca del éxito -18-21-, pero entonces ocurrió lo inesperado: falta de saque. No podía ser. La victoria no se podía escapar así. Urruti cogió aire con una paradita que le hacía soñar. Pero no era el día. Un pelotazo a los pies le daba la txapela a Irribarria. Era hora de agrandar su precoz récord. Dónde terminará.

Inicio poderoso. Ambos contendientes demostraron desde el comienzo su golpe, e intercambiaron duros y largos pelotazos combinados con defensa de aire. Urrutikoetxea estaba jugando a lo que quería Irribarria.

El primer descanso obligado. El primer descanso obligado por la televisión llegó cuando peor estaban las cosas para Irribarria, que había encajado una racha de ocho tantos, del 4-7 al 12-7. El descanso le sirvió para recuperar, pedir consejo y volver para igualar la contienda.

Un estorbo por un regalo. En medio de la tensión del 18-19, Irribarria se cruzó en una pelota que terminó fallando de volea Urrutikoetxea. Los jueces dieron el tanto para azul, y Urrutikoetxea lanzó una mirada fulminante consciente de la importancia del tanto. No obstante, ese punto lo recuperó con el regalo de la falta de saque de Irribarria con el 19-20.

Pelotaris con dos Manomanistas

Irribarria2016 y 2019

Bengoetxea VI2008 y 2017

Arretxe1994 y 1997

Galarza III1991 y 1992

Bengoetxea III1978 y 1979

Lajos1971 y 1976

Atano X1966 y 1968

Ogeta1958 y 1959

Arriarán II1955 y 1956

Arretxe1997 y 1994