Hace unos días vimos publicada en prensa una nota en la que Volkswagen Navarra SA mostraba el aumento de la presencia femenina en la fábrica en la última década. Para CGT, a pesar de la veracidad de los datos, la situación de la mujer en Volkswagen Navarra no es como para enorgullecerse.

Si vamos a los datos de la plantilla fija ligada a la producción, que es el colectivo más numeroso, la presencia femenina se limita a un ridículo 10,60%, duplicando ese porcentaje si hablamos de contratos eventuales en producción (21,4%). Por tanto, es en la eventualidad, y más si cabe con los contratos más precarios (sustituciones de jornadas reducidas con horarios, incluso, contratos de una sola hora diaria).

Es cierto también que en cuanto a salarios no existe diferencia entre géneros, claro está, siempre dentro de los mismos parámetros y circunstancias. Por tanto, no podemos hablar de trato discriminatorio en este aspecto.

¿Por qué hablamos entonces de discriminación hacia la mujer?

Pues precisamente porque esos ridículos porcentajes de presencia femenina, totalmente discriminatorios, por cierto, sobre todo en los colectivos ligados a la producción, tiene una incidencia muy escasa en la media poblacional de la plantilla, una media claramente influenciada por el personal masculino.

El tema de la incidencia en la media poblacional es de vital importancia, ya que los puestos de trabajo están diseñados para esa media, al igual que las evaluaciones de riesgos, también están realizadas en base a la media, sin cumplir con los dictados de la legislación vigente, al no tener en consideración a la persona que ocupa el puesto. Por tanto, se está discriminando a toda persona que se salga de dicha media, incluyendo a las mujeres.

Todas estas circunstancias van a provocar daños en su salud, y lo van a hacer con más incidencia que respecto al personal masculino. Esto, que es algo comprobado, también es discriminatorio.

Pero, además, siguiendo con más incumplimientos legales, las evaluaciones de riesgos no recogen los riesgos específicos ante la posibilidad de que una mujer pueda encontrarse en estado de embarazo o lactancia. Únicamente se limitan a decir que de encontrarse en alguno de estos estados lo comunique al servicio médico, algo que, aunque pueda entrar dentro de la lógica, vulnera su derecho a la intimidad, y no tiene por qué revelar a nadie su estado. Eso sí, debe conocer perfectamente los riesgos de su puesto de trabajo que pueden perjudicar su estado, algo a lo que está obligada la empresa por la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.

Por supuesto, hay más incumplimientos, como la inexistencia de un catálogo de puestos sin riesgo para embarazadas y lactantes. A nadie más parece importarle todos estos incumplimientos que CGT ha denunciado repetidamente.

Por tanto, la realidad de la mujer en Volkswagen Navarra SA no es tan bonita como la quiere pintar la empresa.

El autor es secretario general de CGT en Volkswagen Navarra, SA