“en 1975, los transportistas protagonizamos un paro, en el que colocamos piquetes en la avenida Zaragoza de Pamplona para exigir mejoras laborales. En ese momento ya comenzamos a hablar de que debíamos unirnos”, recuerda Peio Arregui, ya jubilado de 67 años, que vive en Alsasua y procede de una familia vinculada a este sector, su padre Pedro condujo un camión, su hermana Mari Cruz, una furgoneta y ahora sigue su hijo Urko. Durante 4 años, estos profesionales se reunieron para compartir ideas que resolvieran sus problemas.

El 26 de septiembre de 1979 a las 19.00 horas nació la Asociación de Transportistas Autónomos de Navarra (Tradisna) con sus estatutos y la firma de Luis Huarte Larumbe, de Aizoáin; José J. Castellanos Ciáurriz, Jesús Mª Landa Leoz y José L. Marchueta Carrica, de Pamplona; Fermín Noguera Astiz, de Iribas; José I. Palacios Irurita, de Ostiz; y Rafael Nagore Lizoáin, de Olave.

Peio Arregui, que ostentó la presidencia de Tradisna, rememora que siempre quiso ser camionero. “Contábamos con emisoras para comunicarnos y si alguien pinchaba, por ejemplo, acudíamos a ayudarle. Cuando llegabas a una localidad, alguien salía a tu encuentro para indicarte el lugar de destino. Aunque como repetíamos las rutas, no necesitabas mapas. A mí me gustaba Andalucía, Barcelona y Madrid. A esta última llegué a transportar 17 repartos y circulaba por mitad de la ciudad”.

El 23 de febrero de 1981, el mismo día del Golpe de Estado de Tejero, Emilio Remírez, con 19 años, se dio de alta en la asociación y heredó el número 160 de su padre. En otoño, Tradisna elaboró el primer formato de carné para sus miembros, que posteriormente rediseñó en dos ocasiones más. “Estudié administrativo en Tafalla y después me tocó ir a la mila. Posteriormente trabajé en una bodega y en varias conserveras y como mi padre iba a jubilarse, le relevé. Inicié la actividad con su camión de dos ejes y durante mi vida laboral ya he trabajado con tres tráileres, el último lo adquirí el año pasado”, cuenta Remírez, de 58 años, natural de San Adrián, casado y con una hija de 26 años y otro hijo, de 21. Esta semana ha recorrido el trayecto Zaragoza-León-Ponferrada-A Coruña-Oviedo y Santander. “Siempre he cubierto una media de entre 120.000 y 130.000 kilómetros al año, pero como ahora realizo rutas fijas hago más: 143.000 en 2018”, cuenta Remírez, quien transporta accesorios de fontanería y calefacción. Está satisfecho por cobrar en plazo y porque el nuevo vehículo consume menos, aunque nota agotamiento físico tras 38 años al volante.

El secretario general de Tradisna, el corellano Sergio Madurga, entró en la asociación en 1996, ejercicio en el que se constituyó la cooperativa limitada de consumo para suministrar gasóleo en Castejón, que ya no está operativa. Relata que pagó la matrícula para estudiar Empresariales en la UPNA tras concluir administrativo en FP. “Cuando tenía que iniciar el curso, comuniqué a mi padre que me gustaba ser como él, transportista. Él se negaba, pero al final cedió”, detalla Sergio Madurga, de 44 años y que portea cereal entre Navarra, Castilla y Madrid. Su progenitor Gregorio narra que cuando viajaba con el camión, notaba que llegaba a Navarra por “el buen estado de las carreteras”. Pero, ahora “los territorios limítrofes tienen sus redes de carreteras mejor conservadas que la Comunidad Foral”, insiste su hijo. En 2001, un lustro después de comenzar Madurga su trayectoria en el sector, el alsasuarra Urko Arregui, hijo de Peio, se integró en esta asociación de autónomos. Ese año, este colectivo registró el nombre de Tradisna como distintivo en la Oficina Española de Patentes y Marcas. “Formo parte de la cooperativa Transakana, compuesta por 25 personas autónomas con un camión. Atendemos servicios nacionales y al extranjero. Empecé con un vehículo de 26 toneladas y tres ejes. En 2008 la crisis provocó una conversión al desaparecer los camiones de menor tamaño, y pasé a un tráiler de 40 toneladas y cinco ejes”, destaca Urko Arregui, de 42 años y tercera generación de una familia de transportistas. “No me he tenido que buscar la vida como mi padre que tocaba puertas de fábricas. La cooperativa nos coordina”, manifiesta Urko, que atiende transporte nacional con pedidos para el sector eólico: uno de los trayectos de esta semana salía de Idiazabal (Gipuzkoa) hasta Soria. Sin embargo, hace tres años decidió conciliar su vida laboral con la personal para cuidar a su pequeño y contrató a un chófer. “Hemos trabajado muy bien juntos y mientras pueda, continuaré así”, reitera Urko, quien disfruta de la “independencia y de la libertad del camión”, y exige que “las empresas acorten la espera al cargar y descargar, porque alargan la jornada del transportista de manera absurda e injusta”. Urko cree que “Tradisna aporta unión y soluciones a los autónomos transportistas: resuelve dudas burocráticas y legales, dispone de un abogado, confecciona los módulos trimestrales, gestiona la tarjeta de transporte y facilita los cursos para el certificado de aptitud profesional (CAP), etc”.

dos gemelos en la carretera Una asociación de estas características buscaba en Internet Ciprian Pogan, rumano de 34 años y residente en Cintruénigo desde 2012, cuando determinó ser transportista el año pasado. En 2018, Tradisna impulsó un servicio de prevención mancomunado, un manual básico de francés y otro de seguros y elaboró un estudio epidemiológico para exigir cambios legislativos que incluyan al sector en el cuadro de enfermedades profesionales para favorecer la jubilación anticipada. Ciprian Pogan confiesa que le agrada esta actividad y conocer nuevos destinos. “Mi padre manejó un autobús 42 años. Entre mis rutas habituales aparecen Inglaterra, Irlanda, Alemania, Francia, Hungría, Rumanía, Italia o Portugal. En un año he hecho 200.000 kilómetros y esta semana estoy en Polonia”, especifica este profesional, casado y con una niña de cinco años.

Su hermano gemelo Cosmin apenas suma dos meses en el camión, con 34.000 kilómetros conducidos, y en Tradisna ingresó hace dos semanas. “Si te gusta y dispones de un buen navegador, no hay problema”, resalta Cosmin, casado y con dos hijos de cinco y seis años. Sirve a una empresa de cristalería y el martes se encontraba en San German, localidad italiana de unos 1.800 habitantes en la región de Piamonte. Desde 2004 vive en España, aunque primero en Valencia, ciudad a la que viajó su hermano Ciprian en 2006 para pasar 15 días de vacaciones con él. Pero, Cosmin le convenció para que se quedara. “Trabajamos juntos en una compañía de demolición de Cintruénigo; y por eso, nos mudamos a esta localidad”, dice. Ahora ambos son transportistas en una época de transformación digital y preocupaciones por el medio ambiente. “La globalización ha cambiado todo y ha denigrado nuestra profesión”, añade Peio Arregui, de 67 años. “En mi época, que los transportistas consumieran en un restaurante concreto indicaba que su gastronomía era de calidad. Ahora, comen un bocadillo en el camión”, compara. En línea sobre el futuro del autónomo en el sector, Emilio Remírez es tajante: “Cuando mi generación se jubile, desaparecerán los trabajadores por cuenta propia en el transporte”.