Cero goles y cero asistencias en sus cinco partidos anteriores. Sin incidencia en el juego ofensivo del Real Madrid. Visiblemente cansado en una temporada eterna en el Mundial de Clubes. Corto de forma tras una pretemporada exprés. En Oviedo, tras una suplencia inesperada, Vinícius despertó de su letargo. Reacción inmediata. Gol, asistencia y rebeldía.
“Ha entrado muy bien y ha sido decisivo”, ensalzó Xabi Alonso, que había dado un golpe de autoridad en el Carlos Tartiere con gran resultado. Horas después de ser preguntado por intocables en la víspera y demostrar que las reglas del juego han cambiado respecto a Carlo Ancelotti. Con las estrellas y los noveles.
La respuesta de Vinícius no tardó en llegar. Extramotivado saltó al Carlos Tartiere, sorprendido y a la vez molesto con el recibimiento de un sector de la grada. En un estadio donde nunca había jugado encontró animadversión. Cánticos llamándolo “tonto”, balones de playa...
Estuvo en todo ‘Vini’. Amonestado por dejarse caer dentro del área rival, mordiendo en labores defensivas, robando y siendo generoso con Mbappé en el tanto que sentenciaba el duelo, el segundo del francés. Y encontrando el premio a su reacción con su gol en el tiempo añadido. La rebeldía llegó con su respuesta a los que se mofaron en la grada. La mano a la oreja para escucharlos tras sus acciones decisivas, el gesto de ‘a Segunda’ con las manos, una vez más, como venía haciendo la temporada pasada en prácticamente todos los campos. Hasta Mbappé tapó la boca a su compañero en una celebración para evitar que se pudiese entender cualquier cosa. Es la parte de ‘Vini’ que prometió cambiar pero no logra modificar con el tiempo.